En verdad, amiga Rabea, menos somos que nadie. De un lado, los presupuestos de la ciudad, la vida, el gigante de los servicios básicos; del otro, treinta ciudadanos con enfermedad mental grave, y la preocupación de sus familias. De un lado, el milagro de las nóminas a fin de mes, el pago de la hipoteca, los problemas del niño otoñal; del otro, la supervivencia, la lucha minuto a minuto por mantener las constantes de inteligencia y de realidad. De un lado, el éxito, la imagen, la curva de la felicidad; al otro, los desheredados, los postergados al ala del olvido y la necesidad. Entonces... ¿qué es el humanismo cristiano?
Viene aquí una idea particular: La justicia, como el olvido, tienen naturaleza desigual. No es lo mismo olvidar una cifra, que olvidarse de contar.
En mi opinión, el bienestar de la persona señalada por la enfermedad mental (y nadie está exento), en el parámetro de la dignidad, debe estar resuelto de principio, de carrerilla. El contrario, es la renuncia, la asfixia, el declive de la moral.
Sus palabras anunciando una salida tienen difícil corazón, pues son las palabras un castillo de naipes que el aire de las mañanas termina por derribar.
¡Hagámosles una celda con vistas al mar! En torno a la mesa de manualidades, los amigos de ACEFEP comparten el silencio, la brisa, pero también las miradas, si es que son de complicidad. Gente agradecida por el aire que respiran.
¡Démosle oxígeno al que supo esperar! Y si José esboza una sonrisa, eso que nos llevamos para el día final. Pequeñas batallas esconden grandes triunfos.
Basilio es secretario de la asociación ACEFEP, y coordinador del taller de narrativa y comunicación.