Opinión

Más Ceuta: Consideraciones para un futuro (5/5)

En 2002 durante la  presentación de las obras del Desdoblamiento del Paseo de las Palmeras dejábamos claro la importancia de entender la ciudad y hacer aportaciones que fueran coherentes, no con la imagen de lo ya construido, sino con las mentalidades que han ido dando forma a la historia de la ciudad y de sus habitantes. Así, en vez de limitarnos a resolver un mero problema de tráfico (objeto del concurso), quisimos aportar soluciones contemporáneas pero basadas en el patrimonio existente y en la IDENTIDAD de Ceuta, siempre adelantada a sus tiempos, como ocurrió con casi todas las fortificaciones, la arquitectura de los años 20-30 o el urbanismo (no consumado) de los 30. Al final de la presentación mencioné que si actualmente no teníamos una ciudad más contemporánea era únicamente porque no queríamos, no porque no pudiéramos o no supiéramos hacerla. Casi 20 años más tarde, sigo pensando lo mismo. 

En 2006 formé parte de un equipo de arquitectos, artistas y sociólogos marroquíes para trabajar sobre un plan estratégico que debía cambiar radicalmente la ciudad de Tánger, aprovechando su candidatura para la organización de la Exposición Universal de 2012, estudios que se llevarían a cabo independientemente de que se obtuviera o no la designación (al final se la llevó una ciudad coreana). Diversos grupos trabajaron sobre movilidad, viviendas y barrios insalubres, equipamientos, infraestructuras, espacios verdes, patrimonio cultural… Todos ellos coordinados por el propio gobernador y un grupo de técnicos. A nuestro equipo nos encomendaron introducir el arte contemporáneo en la ciudad como muestra de la contemporaneidad de Tánger. Tras examinar el resto de trabajos, llegamos a la conclusión de que la mayoría de las propuestas carecían de una verdadera vinculación con la esencia de la ciudad, así que hicimos un ejercicio por entenderla y aprehender su identidad. Hasta entonces, cualquier propuesta pública o privada de programas o proyectos para la ciudad, se basaban en la imagen del Tánger Internacional, que si bien es cierto que ha dejado un importante legado material e inmaterial, el Tánger de hoy en día era mucho más que eso. Visitando y analizando sobre todo los barrios periféricos, considerados como marginales, nos dimos cuenta del impacto que tenía la emigración del campo y de la repercusión que la ruralización tenía en la ciudad, percibida como negativa por la mayoría de ciudadanos. Aún recuerdo cuando le planteamos al gobernador cambiar la idea de Tánger como esa memoria mítica del período internacional, pues la parte de la ciudad asociada a esa historia, suponía solamente el 15% de la totalidad de la superficie ocupada por la ciudad contemporánea. Proponíamos incluir esa población rural como nueva identidad, con reflejo en instalaciones artísticas en diversos barrios de la ciudad, pero también con intervenciones en el planeamiento urbanístico, concretamente en la realización de toda una red de espacios verdes que permitirían una comunicación desde el centro hasta los bosques periféricos de la ciudad, pero también desde los barrios periféricos al centro (y a las playas). Estos espacios tendrían que ser lo más natural posible, se trataba de introducir el campo en la ciudad y también de cohesionarla en lugar de segregarla.

Tras la presentación el gobernador nos dijo que habíamos cambiado por completo la identidad que él y muchos de los tangerinos atribuían a la ciudad, pero que teníamos razón y que el Tánger de hoy era otro y que muchos de los aspectos que se consideraban como perjudiciales (la ruralización), podían convertirse en una nueva seña de identidad que reflejara una realidad. ¿Sirvieron de algo esas reflexiones y esos trabajos? No hay más que comparar cómo estaba Tánger en 2006 y cómo está ahora, pero en el caso del puerto es más evidente. A pesar de haber seleccionado ya un proyecto tras un concurso, en el que se demolía todo y se planteaba una mera urbanización de grandes espacios, nosotros propusimos una rehabilitación de los espacios portuarios, manteniendo los edificios que fueran útiles y tratando el puerto como una extensión de la ciudad, quedando este integrado en el centro y aportando áreas que reducían la carencia de espacios libres y equipamientos; se trataba de pensar el puerto como ciudad y no como un ente independiente, que es lo que ocurre en la mayoría de las ciudades portuarias, entre ellas la nuestra. 

Dejando a un lado la relación entre identidad y urbanismo, una de las principales causas que ha generado la crisis actual se debe a la ausencia total de planificación en estos últimos 20 años, en la que el urbanismo se ha limitado a cumplir con unos expedientes y normativas, siendo las propuestas completamente ajenas a nuestra identidad. La revisión del Plan General de Ordenación Urbana no aporta valor alguno a la ciudad, solo pone en limpio la  multitud de modificaciones puntuales realizadas hasta la fecha. Es cierto que la Ley del Suelo (estatal) vigente, nos coarta la  capacidad vanguardista  que siempre ha tenido Ceuta, por ello, hay que ir más allá, cambiando, actualizando y adaptando a las peculiaridades de la ciudad, la normativa urbanística. Sin una Ley del Suelo, una Ley de Arquitectura y una Ley de Cambio Climático y Transición Energética específicas para Ceuta, no saldremos de la crisis, con la aprobación de la revisión del Plan General de Ordenación Urbana, no será suficiente.

Pero incluso antes de elaborar esas leyes, tendremos que preguntarnos qué tipo de ciudad queremos y/o necesitamos. ¿Queremos una ciudad en altura? ¿Vamos a basar la estrategia de crecimiento ganándole terrenos al mar o quitándosela a los espacios verdes actuales? ¿Vamos a apostar por un red de transporte que no contamine? ¿Vamos a generar nuestra propia energía? Podría continuar con innumerables cuestiones que nuestras autoridades nunca pensarían que pudieran ser necesarias y/o posibles, por lo tanto ni se las plantean, pero hay un hecho, la ciudad en cuanto ente urbanístico lleva décadas en declive y ello tiene consecuencias, algunas perceptibles como la crisis actual, otras pasan ahora desapercibidas, pero serán las causantes de nuevas crisis y mucho más profundas en un futuro. Hay que tener en cuenta que el tiempo en planificación urbana es mucho más dilatado y desde que se toma una decisión hasta que se ejecuta y se observan sus beneficios pueden pasar 10 o 20 años, por ello es imprescindible la planificación, pero con criterio.

Para saber qué tipo de ciudad queremos, hay que dejar de lado los coeficientes y estándares que marque la Ley del Suelo, sobre todo si no está adaptada a una ciudad como la nuestra, y hacerse una serie de preguntas que aparentemente no tienen nada que ver con el urbanismo, pero sin este no se podrán realizar. Por ejemplo, ¿qué implica que una ciudad tenga calidad de vida? ¿Qué queremos, y qué podemos ofrecer a nuestros jóvenes para que no se vean forzados a emigrar o para que profesionales puedan establecerse y cubrir las carencias de nuestro sistema?  De 2003 a 2011 viví entre Ceuta y Lyon y nada más llegar vi en una publicidad institucional el calendario con el desarrollo de las inversiones aprobadas por el área metropolitana (Grand Lyon). La planificación tenía una duración de 15 años y respondía a una estrategia, estar entre las 15 ciudades europeas con mejor calidad de vida. Hay diversas clasificaciones, como la Mercer, en las que se tienen en cuenta una serie de factores: delincuencia, gestión de residuos, accesibilidad al transporte público, suministro de electricidad, disponibilidad de servicios telefónicos o clima. Estos indicadores son utilizados por las autoridades para conocer mejor las necesidades de la ciudad y atraer profesionales, porque son los argumentos en los que se basará un cargo de una multinacional para instalarse o no con su familia y si no se dan las condiciones óptimas, entonces la empresa ni tan si quiera se instalará en esa ciudad. En 2019 y tras 15 años de inversiones, Lyon estaba en el puesto  40, pero del mundo y puedo dar fe de la calidad de vida que tiene, por lo bien comunicada que está con Europa, por la red de espacios verdes, por la calidad de sus universidades, de su sanidad, y por la amplia oferta cultural contemporánea. Según otra clasificación, la de ciudad más atractiva para los inversores extranjeros, Lyon ocupaba el décimo puesto en Europa (según Financial Times – FDI Intelligence).

Evidentemente Ceuta no puede competir con Lyon, pero tiene elementos y factores de los que carecen los franceses y sobre los que se podría basar una estrategia para atraer, por ejemplo, especialistas para el hospital universitario o para otros sectores. 

Si Lyon está muy bien conectada con Europa, nosotros lo estamos con África tal y como expliqué en una presentación organizada por el Instituto de Estudios Ceutíes el 19 de diciembre de 2019. Tenemos toda una red de autopistas, de aeropuertos y de trenes de Alta Velocidad justo al otro lado de la frontera, y que no nos ha costado nada, por el contrario, para poder usarlas, necesitamos hacer una inversión, la frontera, y par ello necesitamos ganarle terrenos al mar, y no solo para el puesto fronterizo, sino para toda la zona, pero volvemos a encontrarnos con un impedimento, no es posible con la Ley del Suelo actual. Necesitamos una nueva Ley del Suelo que nos dé la posibilidad de tener un Plan Director Territorial de Coordinación, el cual nos permitirá proponer actuaciones en el puerto y en el mar y que no se pueden llevar a cabo desde el PGOU. 

Conclusiones

Estos son solo algunos ejemplos de temas que tienen una incidencia directa o indirecta en nuestra IDENTIDAD y que por tanto podrían, y deberían, tenerse en cuenta a la hora de pensar en una estrategia que nos saque de las crisis. Desgraciadamente, dudo personalmente que tan siquiera se evoquen en los grupos de trabajo de la Ciudad y de la Delegación del Gobierno que están buscando, o negociando, soluciones. 

Las crisis que nos azotan son de tal intensidad y profundidad que no podrán resolverse solamente con algunas medidas económicas, será imprescindible meditar una metodología de trabajo en la que las instituciones pongan los medios, pero que sea independiente, en la que se articulen estudios previos que permitan hacer un diagnóstico de la situación, para posteriormente realizar una reflexión cabal y participativa sobre los problemas y sus posibles soluciones en función de nuestras propias posibilidades, y que finalmente organice la gestión y el control de las medidas que se vayan a poner en marcha en concordancia con los instrumentos legales ya existentes o con los nuevos que haya que crear para el efecto.

Cuanto más tardemos en actuar de una manera racional, más se demorará la salida de las diferentes crisis; de ellas no saldremos si no somos consecuentes con lo que hemos sido y somos, y si no tenemos en cuenta nuestra IDENTIDAD, que debería ser la base de nuestro futuro.

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