La palabra pestiño nos lleva a pensar rápidamente en un producto típico de repostería que a más de uno le remonta a sus años infantes. Convendrán conmigo y con el diccionario de la Real Academia Española que además, otra común acepción es justo la que nos inspira este estreno de campanillas basado en el best seller de Stephen King: "Persona o cosa pesada, latosa o aburrida". Pues eso mismo, amén a la claridad de nuestro libro de referencia idiomática.
La Torre Oscura viene a llenar un vacío que existía en la gran pantalla con esta famosa, compleja (también "rarita", por qué no decirlo) y larga serie de libros que suponían un duro reto de adaptación para el osado que se atreviera, pero a la vez una suculenta puerta abierta a la concatenación industrial de películas de cuya teta amamantarse hasta que el espectador aguante (y el espectador suele aguantar mucho).
Reparto de lujo luce el cartel para aportar mayor impulso al producto, encabezado por pesos pesados, premiados y respetados como son Idris Elba y Matthew McConaughey, a los que nadie puede negar que son dos de los grandes pero que aquí carecen para irritación del espectador de un personaje creíble, interesante o sencillamente bien escrito que llevarse a su terreno. Y es que en el proceso de aligerar las complejidades aparentemente estrambóticas del relato originario para desembocar en una cinta un tanto de acción y a ráfagas de aventuras han caído en pasarse de la raya con la simpleza y aportarle al asunto, quizá para mayor interés de entregas futuras, quizá por pura ineptitud, la profundidad de un folio.
La susodicha torre de marras es la protectora de nuestro mundo (del que procede el personaje de un muchacho capaz de ver en sueños lo que se está cociendo más allá de nuestra comprensión) y algunos otros (uno de los cuales, muy parecido al nuestro, es el originario del personaje de Idris Elba, un pistolero que parece haber salido directamente del Lejano Oeste), pero donde hay algo que proteger hay también oscuridad que acecha, y un hechicero (Matthew McConaughey) que es más malo que una llamada equivocada a la hora de la siesta pretende destruir la torre, al niño, a su antagonista con dos pistolas y al más pintado que se le ponga por delante. Así las cosas, el gran conflicto tiene lugar en… les propongo que escojan dónde entre estas tres opciones: a) Matalascañas. b) Tegucigalpa. C) Nueva York. ¿Adivinan?
Dicho todo, no descarto la posibilidad de que algún "stephenkingero" con antifaz me descerraje (verbalmente) por decir que esta película anodina y deshilachada me ha instado a meter la cabeza en un inodoro y tirar de la cadena antes de tragarme secuela alguna (lo cual no descarta que acabe haciéndolo), pero si usted padece de insomnio, pruebe a verla después de comer y luego me cuenta. Cierto es que hasta lo más difícil de adaptar puede abordarse con éxito, ahí está la versión de Peter Jackson de El Señor de los Anillos (del que, por cierto, tanto "bebe" Stephen King en estos libros), pero cuando nadie se atrevía a meterle la zarpa, parece ser visto lo visto que motivos había para ello…
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