En Obimasa aseguran que el problema no se debe a las redes y que el nivel de presencia no es tan significativo como otros años
La empresa Marsave atendió un total de 110 casos por picadura de medusas entre el 1 y el 9 de este mes en distintas playas de la ciudad. En concreto fueron Ribera (58); Chorrillo (36); Almadraba (1); Tarajal (8) y Benítez (7). A pesar de lo doloroso que resulta este ataque, el tipo de medusas que recorre nuestras costas es de la especie pelagia, “que es bastante común y no es venenosa. Lo único que no debe hacerse es acercarse a ella ni cogerla”, apunta el responsable de la entidad, Ion Mundin.
Ninguno de los casos atendidos requirió su traslado al Hospital Universitario, al no ser heridas graves. “Se hicieron curas a los usuarios de las playas que presentaban estas picaduras y se les dio una serie de recomendaciones para que siguieran las curas en casa”, añadió.
Son numerosas las quejas de ciudadanos respecto a la presencia de estos molestos animales cada año en nuestras playas que achacan al estado de las redes de contención. Desde Obimasa han asegurado que estos elementos están cumpliendo con su función y que incluso se lleva a cabo un seguimiento periódico de su estado. “Además de las actuaciones encaminadas a su reparación, también se hace un mantenimiento preventivo de las redes”, explicó el biólogo y responsable del sistema de contención de medusas, Javier Martínez.
En momentos en que se detecta una presencia masiva de medusas, se activa el protocolo de recogida a mano y en embarcación, tanto en el exterior de la zona protegida como en el área de baño. En cualquier caso, su presencia en las playas ceutíes no se debe a la “mala colocación” de las redes, sino más bien al “uso indebido” que algunos bañistas hacen de estos elementos. “Hay personas que se cuelgan de las redes o se sientan sobre las boyas y eso provoca su hundimiento y que por ahí se puedan colar las medusas”. Pese a las constantes advertencias de Policía y socorristas, esta práctica sigue siendo muy habitual entre los usuarios de las playas. “La gente tiene que tener claro que esta sencilla acción favorece la entrada de las medusas. La ciudadanía tiene que ser responsable y respetar este elemento de contención”.
Es una de las causas que motivan la entrada de medusas en la zona de baño y a las que se suman otras muchas circunstancias como el viento de levante que las traslada hacia la orilla o roturas producidas por bañistas o embarcaciones. “El margen de efectividad de las redes tiene un límite y también hay que tener en cuenta que una masificación puede deteriorarlas”, aseveró el biólogo.
A pesar de las voces de alarma surgidas los últimos días respecto al gran número de medusas en las zonas de baño, Martínez hace un llamamiento a la calma insistiendo en que las cifras no son tan alarmantes como en temporadas anteriores. Si bien en 2015 se produjo una alta concentración de estos animales, en 2016 se vivió un descenso, mientras que estos meses se ha vivido un pico importante aunque no tan elevado como hace dos años.
De incrementarse los niveles de medusas, Obimasa no descarta activar el dispositivo de recogida manual en la orilla, tal y como se llevó a cabo en 2015 y que consiste en la retirada de estos animales en horario nocturno, una medida que se saldó con unos resultados muy favorables hace dos años.
Parte de la red del Tarajal fue cortada con un cuchillo
Los usuarios de la playa del Tarajal han manifestado en varias ocasiones su malestar por la presencia de medusas en la zona de baño. Al parecer, un acto de vandalismo está detrás de esta situación, ya que alguien sustrajo parte de la red de contención empleando un cuchillo para cortar una zona que ha permitido el paso de medusas. El biólogo de Obimasa, Javier Martínez, ha querido aclarar que el elemento de contención tiene las “mismas dimensiones” que el pasado año y que responde a las exigencias recogidas en el pliego de condiciones. La presencia de un mayor número de medusas se debe a las características de esta playa. “Está más expuesta que otras a la acción de los temporales y la forma de acometer los anclajes es más complicado que en el Chorrillo o la Ribera donde hay espigones”.