–¿Ve próxima la apertura de la frontera de Ceuta? ¿Cree que está sometida al conflicto del Sahara y al cambio de posición de España o que solo depende de la evolución de la pandemia?
–Hace unos días el primer ministro marroquí dejó claro que el fin de la crisis está supeditado a un cambio de posición de España sobre el Sáhara. Por otro lado, Bourita adelantó que la apertura de fronteras tiene mucho que ver con la situación sanitaria, aunque dudo que en esa referencia estuviese en su ánimo incluir las de Ceuta y Melilla. Ambos dirigentes han dejado clara la situación: es el Sáhara y la pandemia. Hablar de una posible apertura es aventurar demasiado. Marruecos aún vive la resaca del cierre con Ceuta y Melilla, unas fronteras de las que estaba hasta las narices.
–¿Qué quiere decir con eso?
–Marruecos lleva años inmerso en la planificación y ejecución de planes estratégicos. Ahí están los convenios con China y las grandes corporaciones automovilísticas, puertos y aeropuertos, modernización de su sistema aduanero, financiero... son muchos los proyectos acometidos. En todo ese movimiento Ceuta y Melilla aparecían como piezas que hacían chirriar muchos mecanismos ante esa máquina de tracción futura. Por si faltaba algo llegó lo del Supremo, que establecía libertad de movimientos a todo peticionario de asilo. Ya se puede hacer una idea sobre el número de aspirantes. Con el cierre esos ruidos han desaparecido, aunque ello haya significado altos costes sociales para la población que vivía de la frontera, mas la sangre no llegó al río… Abrir con toda esa carga entre manos no es nada fácil.
–Vivas reiteró la semana pasada que su prioridad en el Tarajal es tener una frontera controlada y ordenada, con o sin excepcionalidad Schengen. ¿Ve posible lo primero con la segunda?
–La idea de suprimir la excepción ha ido en declive hasta quedar en nada, pues esa decisión no es exclusiva de España, menos aún de la Ciudad. Los deseos y afirmaciones del presidente tienen valor testimonial, aunque bien es cierto que hacen más daño que beneficio, ya que en la petición de la supresión hay implícita una acción hostil que Marruecos siempre apunta. Y le digo esto porque pedir eso tiene consecuencias. Una de ellas es que se limita el acceso de personas a la ciudad, así como que Marruecos podría establecer condiciones parecidas para acceder a su territorio. Falta claridad de visión y, sobre todo, una declaración formal de la Ciudad en pro de la colaboración mutua mucho más efectiva y beneficiosa para la ciudadanía de ambos lados.
–¿Es de esperar una reacción negativa del país vecino si Ceuta concreta esas aspiraciones o la de la Unión Aduanera europea?
–Es evidente que mucha gracia no le va a hacer, pero, repito, ambas propuestas son hoy inverosímiles.
–¿Hay algo de cierto en las informaciones sobre la supuesta retirada de carteles donde ponía 'frontera' de los alrededores de Bab Sebta?
–Esa noticia carece de veracidad.
–¿No ve imposible que el comercio transfronterizo no resurja con la reapertura de la frontera de una forma u otra, quizá en peores condiciones aún para los porteadores, sobre todo si se sigue permitiendo el tránsito sin visado?
–El movimiento de mercancías que conocimos desapareció por completo. La Dirección General de Aduanas de Marruecos tiene claro que fenómenos como el porteo es cosa del pasado. Han impulsado grandes reformas en su sistema tributario, simplificándolo y haciéndolo accesible desde cualquier punto. Hace unos años era impensable ver oficinas de la Agencia Tributaria en ciudades pequeñas como Martil, Fnideq, Rincón… Ya las hay, y cada día engrasan y engranan mejor sus piñones. La idea del contrabando positivo es pasado.
–¿Ve factible el restablecimiento del abastecimiento de mercancías como fruta o pescado?
–En aquella visita que hicimos a la Dirección General de Aduanas en Rabat nadie nos negó la posibilidad de que desde Marruecos se permitiera el paso de mercancías como frutas y verduras, pescado y otros productos, pero volvemos a lo mismo: si los políticos ceutíes muestran animadversión que se traduce en hostilidad, se hace difícil pensar que Marruecos habilite esos cauces, y es una pena, pues en nuestras conversaciones hablamos de la posibilidad de un escáner para el paso del pescado hacia Ceuta.
–¿En qué términos debería establecerse la relación de Ceuta con el país vecino a medio y largo plazo? ¿Cabe pensar en un trato directo entre, por ejemplo, la ciudad autónoma y la región de Tetuán dejando a un lado el conflicto soberanista?
–Sería lo deseable, pero para eso hay que promover climas que propicien vínculos sólidos para fijar una colaboración sincera, plena y de confianza mutua. Todo eso no significa ceder en asuntos trascendentales. Se trata de negociar con realidades, de incorporar nuevos elementos de cooperación por encima de cualquier situación que afecte o cause perjuicio a cualquier parte. Puedo parecer ingenuo con estas afirmaciones, pero el tiempo nos ha ido dando la razón.
–¿En qué sentido?
–En muchos. Por ejemplo, mire los periódicos de la ciudad, en casi todos ellos ya hay una ventana de nombre Marruecos. Eso era impensable hace unos años. Había un muro mental que parecía infranqueable, y ya desapareció. Ahora el vecino genera interés periodístico. Lo que intento decirle es que para llegar a eso hubo que hacer una ‘inversión en realidad’, de la misma manera puede hacerse realizando otro tipo de inversiones en forma de cooperación social, cultural, económica, etc., incluso fijando cupos de trabajadores de hogar y otros servicios… Son los vínculos que le decía anteriormente.
–¿Qué le parece la gestión que de la resaca de la crisis migratoria de mayo del año pasado se ha hecho en el ámbito político local?
–Lo de mayo fue una experiencia excepcional. El cierre propició una situación que se fue larvando en el tiempo hasta implosionar de la manera que lo hizo. Reitero lo que le decía antes, de haber impulsado vínculos en el tiempo esa situación no se habría dado, al menos en la fuerza con la fuerza que se produjo. Sobre la gestión de la situación, hay que agradecer la templanza de la Delegación, así como la de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, quienes estuvieron impecables, demostrando unos valores y principios dignos de los mejores elogios.
–Como presidente de la Asociación de Consumidores y Usuarios Halal de España, ¿qué proyectos están realizando en estos momentos?
–ACOHA es una organización joven, independiente, participativa y muy empeñada en su carácter imparcial, cuyo fin es dignificar en la medida de lo posible el consumo de productos y servicios halal. En estos momentos estamos trabajando en un proyecto a fin de presentarlo al gobierno para que tomemos el ejemplo de algunos países, como Australia, por ejemplo, que recientemente ha incluido el Halal como norma veterinaria, lo que significa que son los organismos del Estado quienes certifican halal, pudiendo hacerlo también entidades independientes, siempre bajo la supervisión del Estado. En España tal cosa es un sueño, pues cada certificadora hace sus propias normas; es un mercado incontrolado en el que prima el beneficio económico. Tenemos otros asuntos muy importantes en los que venimos trabajando desde hace tiempo y que daremos a conocer muy pronto. También nos interesa mucho que los musulmanes actúen como ciudadanos en los asuntos que les conciernen y afectan día a día.
–¿Piensan sugerir a los musulmanes de España alguna opción política una vez alcancemos calendario electoral?
–No tenemos intención de interferir en ningún proceso electoral, pero sí que recomendaremos que actúen con serenidad a la hora de depositar su voto. Un voto es algo muy valioso, pues la situación no es fácil, sobre todo en Ceuta.
–¿Qué tiene Ceuta de especial?
–No digo agradecer, pero sí a tener en cuenta que Vox va de cara y dice lo que siente y piensa. Asunto bien diferente es el de quienes enarbolan insignias democráticas y hacen poses en favor de los ciudadanos musulmanes cuando en realidad su sentir es distinto. Denunciaremos este tipo de hipocresía llegado el momento.
–¿A quiénes se refiere exactamente?
–Me refiero a esos políticos y sus asesores que aprovechan cualquier ocasión para colgarse medallitas mediante afirmaciones y fotografías en periódicos queriendo trasladar la idea de que defienden los intereses de los ciudadanos musulmanes cuando todos sabemos que no es así, que su actuación es absolutamente superficial.
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