Marruecos se consolida como el cuarto país más poblado del mal llamado “mundo árabe”, sólo sobrepasado por Egipto, Argelia y Sudán.
El más reciente censo elaborado por el Alto Comisionado del Plan (HCP, en sus siglas en francés), del que se acaban de verter sus primeros resultados parciales, refleja que el reino jerifiano contaba con 33,84 millones de habitantes en 2014. La cifra apuntada por Ahmed Lahlimi, principal responsable del HCP, durante la rueda de prensa de presentación de resultados no ha dejado a nadie indiferente, ya que denota una bajada harto significativa del crecimiento vegetativo. Éste no ha cesado de ralentizarse durante las últimas décadas, pasando de un 1,38% en el periodo comprendido entre 1994 y 2004 a un 1,25% entre 2004 y 2014. Lo que era una tendencia en el horizonte se confirma.
Esto se traduce en que cada mujer marroquí da a luz, de media, a 2,19 niños, un baremo que contrasta con los más de 7 niños que cada mujer paría en el Marruecos de los años sesenta. La bajada de la fecundidad tiene su origen en múltiples factores, a saber, la evolución de las mentalidades, el proceso progresivo de urbanización y las condiciones socioeconómicas que, más allá del importante aspecto pecuniario, hacen cada vez más difícil mantener una familia numerosa bajo las servidumbres que imponen los modos de vida del siglo XXI. El dato ha hecho saltar todas las alarmas. “¡Ya no estamos lejos del nivel de no renovación generacional!”, exclama el editorialista de un rotativo casablanqués. Y es que para que un contingente poblacional se mantenga los demógrafos sitúan el umbral mínimo en 2,1 niños por mujer.
Una consecuencia evidente de la disminución del crecimiento vegetativo es que, poco a poco, la pirámide de edad irá invirtiéndose. En el censo de 2004, sobre una población de 29,8 millones de habitantes, 2,4 millones de marroquíes tenían más de 60 años, representando el 8,1% del total. Aún no se han hecho públicos todos los datos del último censo pero todo parece indicar que el contingente de personas en la tercera edad habría aumentado de forma significativa. A la espera de conocer todos los detalles del trabajo llevado a cabo por el HCP, expertos del Centro de Investigaciones y Estudios Demográficos de Rabat apuntan que las personas en edad avanzada podrían suponer 4,8 millones en 2024 (13% del total) y 6,5 millones en 2034 (17%).
La tendencia se antoja irreversible y el Gobierno marroquí deberá lidiar de forma inminente con problemáticas que los europeos enfrentan desde hace años, sobre todo en lo concerniente a la sostenibilidad del sistema de seguridad social y jubilación. Con el agravante de que Marruecos no se consolida como un país de inmigración, un estado de ánimo en boga a raíz de las campañas de regularización de inmigrantes en situación irregular emprendidas durante el pasado ejercicio. De 50.000 extranjeros en 1994 se ha pasado a 86.000 en 2014, una cifra aún muy lejos de los casi 400.000 extranjeros registrados en territorio marroquí en 1960. Junto con los inmigrantes llegados del África Subsahariana y de países que atraviesan crisis políticas y humanitarias como Libia o Siria, son cada vez más los jubilados europeos que deciden instalarse en Marruecos, eminentemente en Marrakech y Agadir.
Otra de las constataciones es el auge de la población urbana. Según los datos del HCP, un 60,3% de marroquíes viven en ciudades, un 2,1% más que en 2004. Esta tasa de crecimiento excede a las previsiones, suponiendo un incremento muy acentuado en breve lapso de tiempo. Lahlimi ha justificado la deriva en "la creación de nuevos centros urbanos y la extensión de las periferias de las ciudades". Tal y como han puesto de relieve varios estudios, el éxodo del campo a la ciudad ha significado en muchos casos la ruralización del medio urbano, tanto por el volumen de los recién llegados como por la inexistencia de tejido industrial. De mantenerse la tendencia, en 2050 un 70% del total de población vivirá en alguna de las grandes conglomeraciones urbanas del Reino de Marruecos.
Por otra parte, sólo cinco regiones del país concentran el 70,2% de la población. A la cabeza se sitúa la región de la Gran Casablanca con 6,86 millones de habitantes, seguida de Rabat-Salé-Kenitra y Marrakech-Safi con 4,5 millones cada una; Fez-Meknés con 4,23 millones y Tánger-Tetuán-Alhucemas con 3,55 millones. Los resultados del censo se mantienen incompletos. Nada ha trascendido aún ni sobre las condiciones de vida de los marroquíes, ni sobre su nivel de instrucción o lengua materna, un aspecto este último que seguro dará mucho que hablar y que ya ha sido objeto de polémica entre el movimiento amazigh (beréber) y el propio Ahmed Lahlimi. A la espera de lo que puedan aún dar de sí los resultados del censo, no hay dudas de que Marruecos se ha asentado, firme e irreversiblemente, en la modernidad demográfica.
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