Los vehículos de los turistas, de visita por el gancho de las compras previas a Ramadán, quedaron atrapados hasta cuatro horas
Los comerciantes se quejan por el rechazo de clientes con compras por la Guardia Civil
Los estrictos controles en el lado marroquí de la frontera provocaron ayer retenciones en ambos sentidos que, como relataron algunos conductores, obligaron a pasar hasta cuatro horas en la cola para poder cruzar la frontera. Las autoridades españolas aseguraron que la exhaustividad de las inspecciones sobre los vehículos que atravesaban el paso fronterizo fueron el detonante de los atascos en la carretera nacional N-352.
Unos embotellamientos más habituales de lunes a jueves, pero que ayer se reprodujeron durante el segundo viernes consecutivo, como percibieron quienes frecuentan la frontera. La mayor afluencia de vehículos, ajenos al transporte de mercancías sobre las cuatro ruedas de ‘coches-patera’, puede deberse al gancho de las compras por Ramadán, la festividad musulmana cuyo comienzo está previsto para la próxima semana. Turistas alauíes con un poder adquisitivo medio-alto eligen Ceuta para adquirir productos fuera del mercado vecino y disfrutar del fin de semana en una ciudad europea sin necesidad de coger el ferry.
La Guardia Civil calcula que las medidas puestas en marcha para restringir el acceso de ‘coches-patera’ a la ciudad autónoma ha reducido su circulación en territorio español en más de un 50 por ciento. Sin embargo, aquellos que cumplen con la normativa que garantiza una circulación segura pueden transitar por Ceuta.
Por su parte, los comerciantes de los polígonos del Tarajal protestaron ayer porque la Guardia Civil rechaza en la pista del Jato a personas con compras. Estos empresarios aseguraron que este jueves recibieron de vuelta bolsas con productos de alimentación para sus hogares. El colectivo interpreta esta negativa al paso como un “boicot” a sus productos por el “exceso de celo” sobre las compras efectuadas en las naves.
El Instituto Armado consideró que muchas veces los marroquíes cargan carros de compra con tal volumen de artículos que hace sospechar que pueda tratarse de un porteo a baja escala y a cuentagotas.