Marruecos

La megazona comercial de Castillejos, ¿el principio del fin?

Marruecos ya está dando pasos concretos para crear una alternativa económica en la zona norteña fronteriza con la ciudad española de Ceuta, después de acabar el pasado octubre con el contrabando de mercancías procedente de esa ciudad, tolerado durante décadas y que daba trabajo directo a 9.000 personas.

Una denonimada "zona de actividad económica" ha empezado a ser construida en los pasados días en los lindes de la frontera con Ceuta, dentro del término de Castillejos (Fnideq en árabe), con una superficie inicial de 10 hectáreas, que se prevé crezca hasta las 90 hectáreas.

La zona consistirá en una serie de depósitos aduaneros que recibirán mercancía al por mayor del cercano megapuerto de Tánger-Med, según explicaron a EFE fuentes asociadas al proyecto.

De momento no hay una lista definitiva del tipo de mercancías que recibirán estos almacenes, aunque las fuentes sugirieron que habrá productos textiles y de alimentación, precisamente los que eran más demandados en Ceuta.

Pese a que será una zona destinada al comercio -con puestos de policía y aduanas-, las fuentes añaden que en ella cabrán también actividades de condicionamiento y etiquetado de los productos que lleguen al por mayor.

Y en el entorno de esta zona se van a crear actividades de ocio similares a las de un centro comercial, con restaurantes, cafés, aparcamientos y espacios verdes.

"Esta zona tendrá las características de una zona franca", explican las fuentes dando a entender que será libre de impuestos, aunque hasta ahora ninguna fuente oficial lo ha anunciado como tal.

De momento, las obras de construcción de esta zona, que se prevé esté lista en el plazo de un año, se limitan a la nivelación del terreno y el trazado de infraestructuras viarias, lo que por sí solo ha supuesto una inversión de 91 millones de dirhams (8,3 millones de euros).

Alternativas al contrabando

Las obras de Castillejos se suman a las ya iniciadas en el vecino municipio de M'Diq (Rincón) para la construcción de una especie de gran centro comercial que va a incluir varias marcas, entre las que destaca el grupo sueco de muebles Ikea y otra conocida franquicia deportiva.

El pasado mes de octubre, las autoridades marroquíes comenzaron prohibiendo el tráfico informal de mercancías a la espalda de porteadoras o en vehículos, que entraban en el territorio marroquí desde Ceuta.

Además de las difíciles condiciones de las porteadoras y las muertes periódicas de algunas de ellas en avalanchas humanas, el fenómeno suponía un quebradero de cabeza para la hacienda marroquí: el volumen anual de negocios del contrabando suponía entre 15.000 millones y 20.000 millones de dirhams (1.300 millones y 1.800 millones de euros), según estimaciones de la Aduana marroquí.

En la presentación del último informe sobre los ingresos arancelarios de 2019, publicado los pasados días, el director general de Aduanas marroquí, Nabyl Lakhdar, se congratuló del impacto positivo de las medidas de lucha contra el comercio ilícito.

"La lucha contra el contrabando ha tenido un punto de inflexión con el cierre de Tarajal 2, el pasillo usado por los porteadores hacia la Puerta de Ceuta", aseveró.

Pero el contrabando, con ser un perjuicio económico al Estado, constituía el principal medio de subsistencia esta zona norteña, al haber creado en torno a él todo un "ecosistema" que daba de vivir a miles de familias.

Son todas las que participaban en el traslado de mercancías (esencialmente ropa, comida y productos de limpieza) desde Ceuta hasta un sinfín de lugares en el interior de Marruecos.

No obstante, el final abrupto de este "comercio atípico" en octubre dejó inmediatamente sin trabajo a 9.000 personas, y afectó a otros oficios indirectos, planteando un interrogante sobre las alternativas económicas que tienen.

Las fuentes asociadas al proyecto de la zona comercial de Castillejos reconocen que la zona contribuirá "parcialmente" a absorber el desempleo de una parte de las personas que dependían en el pasado del contrabando.

Pero añaden que se necesitará un proceso de "recualificación" del resto de estas personas para ayudarles a montar pequeños negocios o facilitar su inserción en el mercado laboral, lo que es también una de las reivindicaciones de la sociedad civil de la zona.

El presidente del Observatorio del Norte para los Derechos Humanos, Mohamed Benaissa, dijo a Efe que la región se encamina hacia una reconversión económica, que también puede ser un factor de atracción turística, y los habitantes son conscientes de este cambio del que quieren formar parte.

"En el imaginario colectivo de la zona se está calando la idea de que el porteo con Ceuta ya es cosa del pasado", concluyó.

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