“Estábamos esperando para cruzar la frontera, nos dimos la vuelta y los vimos. Venían corriendo, por todos los lados... entonces empezamos a llorar y pedimos a los policías que nos dejaran entrar, teníamos mucho miedo”.
Fatima Zoora explica entre lágrimas una situación que, dice, nunca antes le había tocado vivir en la frontera. Lleva tres años regularizada y, como cada día, entra por el paso en compañía de sus amigas del barrio de la Condesa, en Castillejos, para atender a una familia del centro. Ayer se quedó atrapada en el paso fronterizo, topándose con la verja cerrada por precaución por los agentes marroquíes para evitar que más de 200 subsaharianos en avalancha cruzaran por la frontera. Lloraba para que le dejaran entrar ante el miedo a quedar atrapada. Fatima Zoora, como tantos otros marroquíes, empezó a correr también de lado a lado de la frontera para buscar un hueco y refugiarse entre la Policía.
Eran las siete en punto de la mañana y una nueva avalancha de subsaharianos llegaba a la carrera y en bloque buscando repetir las mismas escenas del pasado martes. El saber que 91 de sus compatriotas estaban ya en el CETI les animaba a repetir la historia, a pesar de que cientos de otros compatriotas están en peor situación: o ingresados en centros hospitalarios con fracturas, golpes y hasta pérdida de un ojo, o en las dependencias policiales a la espera de ser deportados a Argelia o, peor aún, abandonados en el desierto.
El intento por llegar al lado español pesa más que cualquier otra contrariedad, y ese sentimiento es el que se hizo fuerte en el bloque de hombres que, unidos, buscaron desestabilizar a las fuerzas de seguridad de ambos lados.
Marruecos había reforzado su número de efectivos y desde primera hora estaba desplegado con material antidisturbio. Las sirenas de los vehículos policiales y el lanzamiento de material antidisturbio integraban un ruido constante cuya mezcla se escuchaba desde la playa del Tarajal. Allí, bordeando el espigón y la playa límite con Marruecos, se desplegaban agentes de la Benemérita y varias unidades de la UPR del Cuerpo Nacional de Policía. Todos ellos integraban una auténtica barrera humana para repeler la posible entrada de los inmigrantes más aventajados, unos 50, que se salían de ese grupo de 200.
Este no era el primer servicio para la UPR de esa mañana. Sus agentes venían de desarrollar una operación en el interior del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI). Desde las cinco y media de la mañana habían preparado la actuación en el interior del campamento, en donde identificaron a un total de 25 personas que fueron interceptadas y trasladadas a los calabozos de la frontera del Tarajal para su reseña y posterior traslado a Tarifa en el día de hoy.
La primera furgoneta, de color gris, cargada con parte de esos subsaharianos salía en torno a las 6.30 en dirección a la frontera. En su interior, los inmigrantes y sus pertenencias, junto a los papeles que portaba la Nacional con sus nombres y apellidos. Poco después saldría la segunda de las furgonetas, ésta roja, con los hombres y mujeres restantes. La UPR blindaba el CETI para evitar cualquier altercado, dada la cantidad de personas que hoy por hoy lo pueblan y que, tal y como confirmó la propia Delegación del Gobierno, superan en casi 200 las plazas fijadas de manera oficial. Cuando partía la segunda de las furgonetas en dirección a la frontera, la UPR recibía la alerta: “¡Avalancha!”.
Todas sus unidades partían rápidamente hacia la valla para apoyar al resto de compañeros que ya estaba en el lugar. Curiosamente, la inmigración ofrecía en el mismo momento horario dos caras opuestas: la de quienes quieren entrar a toda costa y la de quienes son detenidos en operación policial abandonando el centro que ocupan para siempre.
ADESC pide un acuerdo global sobre inmigración
Tras los últimos asaltos sobre las fronteras de Ceuta y Melilla, la Agencia para el Desarrollo Económico y Social de Ceuta (ADESC) ha solicitado formalmente a responsables de las Instituciones Comunitarias que presten la necesaria atención a la necesidad de fijar una política de inmigración global en la Unión Europea. ADESC entiende que a pesar de los esfuerzos de las administraciones, sigue siendo necesario un acuerdo integral que permita evitar acontecimientos desagradables para los derechos humanos.
En detalle: en el lado marroquí
¿Fueron coordinados los asaltos?
El pasado martes, a la misma hora, las fronteras de Ceuta y Melilla sufrían una presión migratoria sin igual. Lo curioso es que, en el caso de Ceuta, poco antes las fuerzas de seguridad marroquíes habían detectado la salida de hasta tres embarcaciones cargadas de subsaharianos. El hecho de que tuvieran que desviar agentes para interceptarlas hizo mermar su capacidad de control sobre la valla. ¿Fue todo esto fruto de la casualidad o estuvo coordinado? Para el delegado del Gobierno, de forma oficial no existen “elementos de juicio para decir que son asaltos coordinados entre Ceuta y Melilla. No me extrañaría que estuvieran incentivados por las mafias que los organizan y es posible que llegaran a un acuerdo, pero no tengo noticias de que sea de esta manera... pero si que había alguna maniobra de distracción”, explicó ayer en el programa La Voz del Faro. González apuntó también al “componente humano” que marcan estas entradas, al tratarse de inmigrantes que “llevan mucho tiempo intentando llegar al primer mundo”.
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