Las familias de cinco
jóvenes marroquíes que partieron desde Ceuta en la madrugada del pasado jueves en una pequeña
embarcación están desesperadas. No saben nada de estos varones que decidieron emprender salida desde nuestra ciudad rumbo a la Península, como tantos y tantos vecinos de Marruecos que, quedándose emboscados tras las entradas masivas de mayo, buscan la forma de huir al otro lado. Entre ellos se encuentra Ibrahim, un joven de Tetuán, y Hamza de Castillejos. Eran cinco en total, todos de zonas del norte, que salieron en una pequeña embarcación con motor desde una playa de Ceuta en la madrugada del día 16, sobre las cuatro. Entre ellos no se conocían pero decidieron partir aspirando a cruzar a la Península, como tantos otros jóvenes que o bien consiguen llegar o bien nunca más se sabe de ellos. En el caso de estos cinco, las familias no han recibido noticia alguna de su paradero. Les comunicaron que salían pero ya no saben dónde se encuentran. Su marcha ha coincidido prácticamente con una intervención de la Policía de Gibraltar, que interceptó una embarcación con 8 marroquíes a bordo. No obstante sus nombres no coinciden con la relación que tienen registrados en la Roca, que son los que dieron los ocho ocupantes al ser interceptados. Tampoco coincide el número aunque sí el día de salida con la del servicio.
Los ocho marroquíes que interceptó Gibraltar están ahora retenidos por incurrir en un delito de entrada ilegal, por lo que serán expulsados a su país tras someterse a juicio. Las familias de los desaparecidos solicitan ayuda de quienes hayan podido ver a estos jóvenes, que habían accedido a la ciudad con motivo de la entrada masiva que se registró el 17 de mayo y que facilitó el acceso a Ceuta de miles de marroquíes. Episodios de este tipo están siendo más comunes de lo habitual, algo que está directamente relacionado con la enorme presión migratoria que sufre Ceuta y con la imposibilidad de llevar a cabo expulsiones. Esto lleva a que cientos de marroquíes se quedan en la ciudad con el único objetivo de escapar y para ello están haciendo uso de embarcaciones de todo tipo: desde kayak a pequeños botes o, incluso, tablas de surf. Se arrojan al mar con el ánimo de llegar a la Península y son más las llamadas a modo de respuesta que nunca se llegan a producir que las que sí. Lo más desesperante para sus familiares es no saber qué ha pasado, por eso recurren a publicar sus fotografías por si alguien pudo verles o supo de las llegadas al destino. Se calcula que quedan en Ceuta unas 3.000 personas, entre adultos y menores, del amplio grupo de más de 10.000 que pudo entrar tras la vergonzosa actuación de Marruecos incurriendo en una dejación de su control de fronteras e incluso alentando a cruzar a este lado con mentiras que han llegado a tener su sanción por parte de Europa.