Cuando Fernando Grande-Marlaska ejercía sus funciones como Magistrado le admiraba y respetaba por su forma de ejercer su alta misión, aplicar justicia, pasó a desempeñar un cargo político y, como en otros prestigiosos personajes, me fue decepcionando con el paso del tiempo por sus decisiones y formas de dirigir un Ministerio como el de Interior cuya gestión afecta a todos los ciudadanos en general porque influye decisivamente en la Seguridad y el libre ejercicio de los derechos y libertades que reconoce nuestra Constitución y afecta en particular a más de ciento cincuenta mil funcionarios integrados en los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado.
Pero el cese del Coronel Jefe de la Guardia Civil de Madrid, a pesar de la justificación y explicación del Ministro, no ha convencido a nadie, ni Asociaciones Profesionales de Guardias Civiles, ni Partidos Políticos, ni al DAO del Cuerpo que ha dimitido de su cargo por este motivo, ni a Asociaciones de Jueces que piden la incorporación del Coronel a su puesto, ni de la Jueza instructora que advierte al Ministro. La decisión de Marlaska resulta causa-efecto del informe remitido por la Guardia Civil a la Magistrada sobre las responsabilidades respecto a la autorización de las manifestaciones del 8-M.
Estamos con la Guardia Civil, con su honradez y su honor y con su abnegado Servicio a todos los ciudadanos y confiamos en su trabajo ajenos a movimientos políticos de cualquier clase y a mi personalmente me parece una gran injusticia la cometida con este profesional que ha dedicado cuarentena años al servicio de la Ley y de la justicia.