Categorías: Colaboraciones

Mario Vargas Llosa, bienvenido a la otra esquina

La literatura introduce en nuestros espíritus la inconformidad y la rebeldía, que están detrás de todas las hazañas que han contribuido a disminuir la violencia en las relaciones humanas (…) Por eso tenemos que seguir soñando, leyendo y escribiendo, la más eficaz manera que hayamos encontrado de aliviar nuestra condición perecedera, de derrotar a la carcoma del tiempo y de convertir en posible lo imposible”
Mario Vargas Llosa: Elogio de la lectura y la ficción.
Discurso Nobel, Estocolmo 7 diciembre de 2010

No, sin duda usted no me aficionó a la lectura. Probablemente fueron mis cuatro hermanos mayores, el hecho de que circularan libros por aquella espaciosa y luminosa casa, porque todo ello visto desde el prisma de los cincuenta puede que me invitara a leer. Pero fueron los tebeos, pasando por una magnífica colección de novelas que mezclaba el texto con unas viñetas cada determinado número de páginas… Fueron sin duda Julio Verne, Stevenson, Dumas, Salgari  y otros muchos los que me  adentraron en ese mundo de aventuras, porque leer era sinónimo de eso, de aventuras. Una inoportuna hepatitis sesgó temporalmente ese mundo, pero apareció con un regalo de tres preciosos libros encuadernados en una suave  piel verde con títulos dorados: El último mohicano, Los tramperos de Arkansas y La isla del tesoro. Las aventuras de aquellos libros ya competían en interés con las aventuras de la calle, porque entonces vivíamos, jugábamos en la calle donde intentábamos reproducir las aventuras de la selva, de los piratas, de indios y vaqueros…Y así, entre juegos, me aficioné a la lectura.
En mis años mozos mi hermano Joaquín me regaló dos pequeños libros que tenía repetidos: Los Cachorros y Los jefes, y poco más adelante La casa verde (en Alianza de Bolsillo a la que debemos tanto los lectores de varias generaciones). Ahí fue cuando le conocí, D. Mario. Pasó usted a formar parte de un cuaderno de tapas duras color azul con manchas negras, de una sola raya en el que rezaba: LECTURAS. Fue entonces cuando me hice lector y en esto si tuvo usted algo de culpa. No sé muy bien dónde vi la portada de su libro, dudo si fue en el escaparate de la Librería Alcántara, pues El Estudiante ya hacía unos años que había desaparecido, y nos quedamos un poco desvalidos. Sí, recuerdo perfectamente aquella feria del libro en la que me quedé hojeando su voluminosa novela recién publicada, al darle la vuelta y pasar la contraportada, observé el precio anotado a lápiz en la parte superior de la última hoja en blanco. Se me clavó en el alma y después de girarlo lo deposité con cuidado en su sitio.  A cambio compré una edición de bolsillo de las Obras de Garcilaso de la Vega. Aquella feria del libro en Ceuta tuvo dos consecuencias que marcaron mi vida, opté por estudiar Filología Hispánica y, el día 2 de agosto, por mi cumpleaños, mi novia de entonces me regaló una obra suya, considerada por muchos como menor, en la que supo usted adentrarme en un mundo de aventuras del que ya nunca he salido. Cuando acabé su lectura en pocos días, días preciosos en esta tierra (días de Feria, Playa, volaores, chumbos, días de un gris sofocante de levante y de un azul intenso que te daña por hermoso, una luz que exalta los sentidos); cuando ese día de agosto acabé la lectura de La Guerra de fin del Mundo, supe que ya nunca dejaría de leer.
También le he seguido a usted, D. Mario, celebramos como nuestro su galardón de reconocimiento mundial,  he leído todo lo que usted ha ido publicando, ensayo, teatro, sus discursos más significativos y, por supuesto, todas sus novelas. Mi mujer incluso relee alguna de ellas, yo no me atrevo, soy un cobarde, pero ese es otro tema. Desde Lituma y sus aventuras, La ciudad y los perros, la inigualable Conversaciones en la catedral, pasando por la “niña mala” y “el celta”, aunque de las modernas me quedo sin duda con El Paraíso en la otra esquina.
Gracias D. Mario por los momentos en los que nos ha hecho disfrutar de la buena lectura y sea bienvenido a nuestra tierra, es un honor tenerle con nosotros en esta otra esquina.

(*) Profesor de Lengua castellana y Literatura del IES Luis de Camoens.

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