Iglesias (Sevilla, 1976) es una escritora y periodista autónoma vinculada a eldiario.es y Público. Su último libro, ‘El granado de Lesbos’ (Galaxia Gutemberg) habla sobre las historias de los que se encontraban en la isla griega durante la crisis migratoria de 2015. Más de un millón de personas buscaron en Europa una salida del terrorismo, del hambre y de la persecución. 800.000 de estos solicitantes de asilo pasaron por este punto del Mediterráneo.
–En su relato se habla del arresto de tres bomberos que salvaban vidas en el mar, pero no se dice nada de los gobiernos que incumplen las leyes de asilo.
–Desde 2015 hasta ahora, tanto los gobiernos de la UE como la Unión en sí han conseguido un propósito doble que realmente perseguían y que no era promover la acogida de refugiados. No sé si recuerda el cupo de reparto de refugiados....
–Que fracasó.
–Es verdad que se ha cortado el flujo en gran medida, pero no quiere decir que se haya cortado el movimiento de personas sino que está en esos países de tránsito: Turquía, Libia y Marruecos. Además, el otro objetivo era quitar a las ONG que hacían una labor de rescate y de dar la opción de informar a los periodistas y a la ciudadanía europea. Estamos llegando a una cota de descaro en la violación de derechos humanos. Estoy pensando en Salvini y también en Trump y sus comentarios racistas. Me alarma mucho, pero creo que ese nivel de descaro va a llegar a un punto intolerable por la comunidad internacional.
–¿Le regalaría su libro a Salvini?
–Mira que yo soy una persona tan dialogante y tan de sembrar... El libro va de eso, de sembrar conciencia o fraternidad. Tengo menos esperanza en personas como él, xenófobas y de ultraderecha que están utilizando el discurso antiinmigrante de los 40 como se usaba el discurso antisemita contra los judíos para recortar derechos y libertades.
–O sea que es un caso perdido.
–El arco demócrata en el que hay conservadores, liberales o socialdemócratas como el PSOE, para mi decepción, está blanqueando postulados muy peligrosos respecto al cierre salvaje de fronteras, las devoluciones en caliente, las concertinas e internamientos en centros de extranjeros. Yo se lo regalaría más bien a estos partidos porque hay margen de cambio de esas políticas.
–¿Cree que el día de mañana se estudiará la migración actual de la Unión Europea como estudiamos ahora el Holocausto nazi?
–No me cabe ninguna duda. Lo digo y se me eriza la piel. Ya no estamos hablando de ética ni de ‘buenismo’ ni de valores religiosos, es una cuestión de respeto o vulneración de la leyes internacionales que salieron de la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto para no repetir esa barbaridad. Esos poderes antihumanitarios actúan cruelmente contra los migrantes.
–Pero también existe el efecto narcotizante, la gente ya no reacciona igual cuando ve una foto como la de Aylan Kurdi.
–Para los periodistas nos hace tener que esforzarnos cada vez más en nuestro trabajo. La cuestión migratoria se ve como algo lejano y complejo. Como se ve así, para que la gente pueda llevar sus dificultades sin sufrimiento, se lo quita de la cabeza. No es cierto: no es lejano ni es irresoluble. Eliminar las concertinas de la valla no está tan lejos, no hacer devoluciones en caliente que nos cuestan condenas en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, no encerrar a personas que no han cometido un delito sino una falta administrativa...
–¿En qué quedó el gesto del Gobierno socialista del ‘Aquarius’?
–Para mí es decepcionante. Había otra serie de llegadas de migrantes por Frontera Sur que no recibían una acogida como aquella, con un despliegue muy simbólico. El PSOE en España y en Andalucía ha desarrollado políticas migratorias y un discurso que no defienden el cumplimiento de la legalidad internacional. Menciona los regresos incentivados , que no son libres, con una actitud muy poco humanitaria, y hablando, por ejemplo, del regreso de malienses por 400 euros por persona. Ha ido continuando con una política que no se ha diferenciado mucho con la del PP. Solo los partidos a la izquierda del PSOE están defendiendo la legalidad internacional. Cuando lo digo así me da reparo porque parezco una defensora de parte aunque sea muy crítica con todos.
–¿Por qué algunos muestran la migración como algo negativo pese a estar demostrado que tiene efectos positivos en un país?
–Es que es necesaria. El FMI ha dicho que en la UE, con un envejecimiento de la población, hace necesaria la llegada de inmigrantes para sostener el sistema de pensiones. La única razón por la que los partidos de la ultraderecha están azuzando el miedo al inmigrante de manera descarada es el rédito electoral. Por otro lado hablamos de por qué un partido progresista como el PSOE no se decide a un discurso más valiente en defensa de los derechos de la migración: no puede ser otra cosa que por miedo al castigo electoral.
–¿En Lesbos ayudó en las labores de rescate. ¿Cómo fue? ¿Es una práctica habitual?
–Era una ayuda de primera acogida. Secar, abrazar para entrar en calor. En febrero y marzo era necesario repartir mantas, cambiar ropa mojada por seca porque venían entumecidos y casi sin poder mover las articulaciones. No era algo premeditado, yo llegaba para trabajar con libreta y bolígrafo, pero te das cuenta que es absurdo e inhumano. No es práctico porque con personas que acaban de sobrevivir una hipotermia y un hundimiento apenas pueden articular discurso, por lo que era natural echar una mano en lo que se pudiera.
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