La entrada irregular de casi 500 personas por el perímetro fronterizo este viernes ha sobreocupado un Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) que ya estaba por encima de su capacidad –512 plazas– con 620 residentes. Para José Antonio Carbonell, vicepresidente de la Asociación Marea Negra por la Seguridad Privada, no pasa desapercibido que “solo nueve vigilantes más uno de refuerzo” se ocupen de garantizar la seguridad en un centro cuya población ronda los 1.100 acogidos.
Marea Negra se pregunta cómo es posible que en un centro “con tal afluencia de personas cada dos meses” –de acuerdo con la periodicidad de las últimas entradas multitudinarias– cuente con una dotación de “una decena de profesionales”. El portavoz de esta entidad de implantación estatal aseguró que los “riesgos” derivados de este “hacinamiento” se están “obviando”.
La organización exigió la incorporación de más efectivos a este servicio pero, además, que los vigilantes estén equipados con “material antidisturbios” y reciban “cursos para el control de masas” para adelantarse a las “posibles circunstancias” que puedan darse en un CETI con ese volumen de residentes. Carbonell detalló que estos agentes de seguridad privada deberían contar con “casco, escudo y chaleco antiagresiones” para “sentirse seguros” ya que carecen de “medios en caso de batalla campal”. Unos altercados que, precisó el vicepresidente de Marea Negra, pueden estallar por fricciones entre los propios residentes debido a las condiciones derivadas de la sobreocupación y la volatilidad propia del “hacinamiento”.
El equipo de Carbonell, subrayó, ya denunció esta situación ante la Unidad Central de Seguridad Privada en Madrid “hace un año” pero, lamentó, “todo sigue igual” y, hasta el momento, “no ha aumentado la plantilla”. Este responsable insistió en que “con una porra y unos grilletes” resulta “imposible” calmar “una revuelta” en un centro con mil inquilinos porque, mientras que llega la Policía Nacional, “doblegan a una decena de personas”.
La mediación del Cuerpo Nacional de Policía en la mañana del viernes fue fundamental, a juicio de Carbonell, para ordenar la afluencia de personas que esperaban el momento de acceder al centro del Jaral. Este representante de la asociación defendió la labor de sus compañeros del gremio y rompió una lanza a favor de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. No obstante, precisó, la “complejidad” de la confluencia entre el paso fronterizo del Tarajal, la barriada del Príncipe y los polígonos industriales requiere que los agentes se centren en esa encrucijada en vez de en un servicio que “podrían desempeñar los vigilantes privados con formación y los medios necesarios”.
Un planteamiento que concretó en las naves del Tarajal donde, aseguró, “los empresarios en connivencia con la Ciudad Autónoma y la Delegación del Gobierno tienen encomendado a una serie de personas las tareas de vigilancia que les corresponden a una empresa de seguridad privada”.
Un asunto que, reiteró Carbonell, Marea Negra denunció ante la Unidad Central de Seguridad Privada del Cuerpo Nacional de Policía. Su crítica estuvo acompañada de una propuesta de servicio de seguridad para controlar un movimiento de varios miles de personas de forma eficiente.
Un operativo privado que, añadió el portavoz de la organización, serviría para asesorar a los grupos policiales procedentes de la Península que rotan periódicamente. El vicepresidente de esta asociación estimó oportuno “dar un respiro” a los agentes porque, “dentro de los márgenes en que se mueven, no se les puede criticar sin contar con el excepcional trabajo que están haciendo”.
La actuación de los agentes de las Fuerzas de Seguridad “no es por iniciativa propia”, recordó este representante del colectivo dedicado a la seguridad privada, “sino por órdenes del Ministerio del Interior” por lo cual “se ven en inmersos en una lucha voraz y desbordados porque no tiene personal”. Carbonell fundó sus afirmaciones en los contactos que, indicó, mantienen con distintos sindicatos policiales.
“Lecciones de humanidad” contra “levantar vallas”
José Antonio Carbonell antepone su condición de ciudadano a la de vicepresidente de Marea Negra y, como tal, reflexionó acerca del fenómeno migratorio y la reacción de la población. Aseguró que estas personas “se ven abocadas a venir por las circunstancias políticas en sus países”, pero, lamentó, “son demonizados por sectores de la población y otros hacen negocio con ellos”. Como padre, animó a “dar lecciones de humanidad a nuestros hijos y trazar puentes por la igualdad”. Una “asignatura pendiente”, en su opinión, “de nuestros políticos que lo único que hacen es levantar vallas descomunales”, criticó Carbonell.
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