Ha muerto un ceutí ilustre, una personalidad a nivel mundial en el campo del Derecho Político, asignatura de la que fue Catedrático en las Universidades de Santiago de Compostela y de Zaragoza, siendo Decano durante once años de la Facultad de Derecho de esta última.
Autor de una extensa bibliografía y asiduo colaborador en la prensa nacional (donde publicó algunos artículos del mayor interés referidos a Ceuta), Gran Cruz de la Orden de San Raimundo de Peñafort y de la de Alfonso X el Sabio, representante de España en Congresos internacionales, fue, sobre todo, un profesor de gran valía, un maestro recordado con respeto y admiración por sus alumnos, uno de los cuales, residente en Ceuta, el Notario Antonio Fernández Naveiro, que cursó su carrera en Santiago de Compostela, me comentaba hace algunos años su alto concepto de aquel joven Catedrático,, recordando tanto la impresión que le produjo la alta figura de Ramírez, con su abrigo "loden" y su inseparable pipa, como el interés y la claridad de las explicaciones que impartía en sus clases.
Se nos ha ido Manuel Ramírez Jiménez, nacido en junio de 1940 en un lugar de Ceuta tan caballa como fue el desaparecido Pasaje Fernández, junto a la Plazoleta del Teniente Reinoso, donde solía jugar en los años de su infancia, como rememoraba con nostalgia allá en Zaragoza la última vez que nos vimos, hará ya unos quince años, aunque después hayamos mantenido contactos telefónicos. Y se ha ido sin haber podido cumplir su deseo de volver a su tierra natal, para cuya fallida ocasión tenía pensado pronunciar una conferencia en la que, sin duda, se referiría a nuestra ciudad desde la perspectiva del Derecho Constitucional, pues no en balde fue asesor de la comisión parlamentaria que elaboró la vigente Constitución española, de la que era experto conocedor. .
Conocí a Ramírez allá por 1960, cuando un grupo de exalumnos del ahora extinto Instituto Hispano-Marroquí de Ceuta, movidos por su interés en el desarrollo cultural de nuestra ciudad, había concebido la idea de crear la Asociación de Antiguos Alumnos de dicho instituto, por aquel entonces el único existente. Vino a verme Manolo Ramírez, estudiante de primero de Derecho en la Universidad de Granada y cabeza visible de aquel interesante movimiento juvenil, para proponerme que aceptase la presidencia de dicha asociación, lo que hice con agrado, pues presentí que ese proyecto iba a cuajar en una venturosa realidad, dada la calidad del grupo que lo impulsaba. En él, aparte de Ramírez, cuya valía conocía por referencias, estaban Felipe Álvarez de Cózar, África Gran, Juan Manuel Bruzón, Leopoldo "Poli" Caballero, Francisco Vidal, José María Campos; Pepita Ïñiguez y otros más a los que pido perdón por no recordarlos. Con Manolo Ramírez de Secretario e impulsor, la experiencia cuajó: teatro, cineclub, la revista "Hacer", baloncesto, conciertos de piano, recitales poéticos, conferencias, certámenes literarios, tertulias y hasta destacados cursos de verano, con asistencia de personalidades de prestigio, todo ello supliendo los escasos medios económicos con el esfuerzo de los asociados. Pasados algunos años y ya bajo nuevas juntas directivas, aquel foco de cultura fue apagándose hasta caer en el olvido.
Mientras tanto, Ramírez obtuvo brillantemente en Granada Premio extraordinario al licenciarse en Derecho, doctorándose con posterioridad "cum laude" en la Universidad de Navarra. Amplió sus estudios en las Universidades norteamericanas de Columbia, Stanford y Yale y en el Instituto de Estudios Políticos de París. Tras reñida oposición ganó la Cátedra de Derecho Político de la Facultad de Derecho de Santiago de Compostela. De allí pasó pronto a Zaragoza, donde ya fijó su domicilio y donde ha fallecido, Allí fue Vicerrector de la Universidad y Decano durante muchos años de su Facultad de Derecho, dirigiendo la Fundación de Estudios Políticos "Lucas Mellado". Desde allí colaboraba con el Instituto de Estudios Ceutíes, del que era miembro.
En los felices tiempos de la Asociación de Antiguos Alumnos, alguien lo tildó de "pedante". Cuando eso llegó a conocimiento de Manolo Ramírez, no se inmutó, limitándose a decir, con una sonrisa y textualmente –yo estaba presente- una frase lapidaria: "la virtud de la pedantería reside en que excita la necia cólera de los mediocres" Todos los que allí estábamos reímos ante el ingenio de Ramírez, incluido él mismo. Ciertamente, tenía una personalidad muy definida, pues detrás de una apariencia seria, casi severa, que impresionaba a quien no lo conociese a fondo, había un hombre afable, con sentido del humor y con un elevado concepto de la amistad.
Manolo Ramírez, el Excmo. Sr. D. Manuel Ramirez Jiménez, ceutí e ilustre politólogo de prestigio internacional, murió el pasado martes, yéndose de este mundo, como me consta, con la pena de no haber recibido en vida el menor reconocimiento por parte de sus paisanos. Estoy seguro de que hubiese cambiado con gusto cualquiera de sus Grandes Cruces por un gesto de cariño y recuerdo de su ciudad natal, a la que samaba profundamente.
Descansa en paz, Manolo, buen amigo.