Opinión

Manuel Olivencia Amor

Si hoy se hiciera una encuesta preguntando quién fue ese señor que da su nombre a una calle céntrica, es más que posible que la mayoría de los encuestados se limitaran a decir que se trataba de algún Alcalde de Ceuta de tiempos de la República y, acaso, unos pocos añadirían que era mi padre. Sí, fue eso y mucho más. Un gran abogado cuyo breve paso por la política local –que relato a continuación- le reportó más penas que alegrías, aunque éstas significaran un gran avance para la ciudad.

Manuel Olivencia Amor (1901-1962) llegó a Ceuta siendo un niño, cuando sus padres, ambos Maestros Nacionales, vinieron destinados a nuestra ciudad. Aquí terminó el bachillerato en el Patronato Militar de Enseñanza, para después cursar en Sevilla las carreras de Derecho y de Magisterio, En 1922 comenzó a ejercer como Abogado en Ceuta, y en 1925 contrajo matrimonio con Carmen Ruiz Sánchez, caballa de tres generaciones por parte de madre e hija del comerciante Francisco Ruiz Medina, rondeño establecido en Ceuta. Tuvieron una hija, la mayor, Carmen (1926-1997) y dos varones, Manuel (1929-2018) y quien esto escribe (1934).

Afiliado al Partido Republicano Radical (conocido como Partido Radical) que lideraba Alejandro Lerroux, de orientación centrista, inició su paso por la política activa en las decisivas elecciones municipales de 1931 como candidato de la “Conjunción Republicano Socialista”, integrada esencialmente por su referido partido y el PSOE, siendo elegido Concejal.

En el primer Pleno celebrado por la nueva Corporación se nombró Alcalde a Antonio López Sánchez-Prado (PSOE), y Primer Teniente de Alcalde a mi padre.

Al estar Sánchez-Prado ausente de Ceuta en esas fechas, fue él, como Alcalde interino (y no accidental, pues aquél no tomó posesión del cargo hasta el 22 de abril) quién, el día 15, desde el balcón principal del Ayuntamiento, proclamó la República e izó la bandera tricolor ante la multitud concentrada en la Plaza de África, como recoge una conocida foto.

A primeros de junio dimitió Sánchez-Prado, alegando “razones personales”, y se afilió al “Partido Republicano Radical Socialista”, situado a la izquierda del PSOE, resultando elegido Diputado por Ceuta el 14 de julio de 1931.

Mientras tanto, mi padre fue designado Alcalde por el Pleno de la Corporación el día 7 de junio. Como indican los cronistas de la época, desde la alcaldía inició proyectos de gran interés, como el de la construcción del Mercado Central y del Estadio.

Viajó a Madrid para apoyar, junto con Sánchez-Prado, la solicitud de las “plazas de soberanía española en el Norte de África” al objeto de que en la Constitución que se estaba elaborando figurasen expresamente como ciudades autónomas dependientes directamente de Madrid, lo que lograron al ser recogida dicha petición en el artículo 8º de la Constitución, eludiéndose así una anterior dependencia de Cádiz y una posterior subordinación a la Alta Comisaría de España en Marruecos que inducía a confusión sobre la naturaleza de ambas ciudades.

Sin embargo, los Concejales más extremistas iniciaron contra él una campaña de desgaste, acusándolo –según consta en actas del Pleno- de estar ”derechizando el Ayuntamiento” y de llevar a cabo “una política moderada”, como si la moderación no fuese una virtud en todas las facetas de la vida y, de modo especial, en política.. Tanta fue la presión ejercida, que a primeros de octubre decidió marchar a Ronda para pasar unos días de descanso y reflexión.

Desde allí, a mediados de dicho mes, comunicó su decisión irrevocable de dimitir. Al continuar como Concejal centró todos sus esfuerzos en lograr la creación de la Escuela Normal del Magisterio primario de Ceuta. Hijo de maestros y maestro también, era consciente de la necesidad de contar en esta ciudad con un centro educativo superior para la formación del profesorado destinado a cubrir las necesidades de Ceuta y de la zona del Protectorado.

Logró culminar sus gestiones, publicándose en la “Gaceta de Madrid” (el BOE de entonces) de 18 de julio de 1935 la correspondiente Resolución del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes.

Cuatro días más tarde, aparecía en la citada “Gaceta” su nombramiento como Comisario Director de dicha Escuela. El papel que desempeñó al proclamar la República e izar su bandera como Alcalde interino de Ceuta le supuso posteriormente serios problemas, a los que ya me referí en el artículo “República”, publicado en este diario el día 19 del pasado agosto.

“Sobre todo y ante todo, Manuel Olivencia Amor quiso a Ceuta con toda su alma y, entre otros valores, transmitió a sus hijos ese profundo sentimiento”

Curiosamente, no era partidario del cambio de bandera, y tras producirse el alzamiento militar prestó servicios como Alférez del Cuerpo Jurídico Militar, alcanzando el grado de Teniente honorario. Pese a ello, fue depurado y hasta enero de 1956 no le cancelaron “los antecedentes desfavorables de carácter político que obran en su expediente”, según le notificó el entonces Comisario Jefe de Policía. Jamás quiso hablar a sus hijos sobre todo aquello.

Cerró el capítulo de su paso por la política como si no hubiera existido. Mucho tiempo después, a finales de los años 50 del pasado siglo, recibió la visita del doctor Claudio Romero, a la sazón Presidente del Centro de Hijos de Ceuta, entidad que por aquel entonces gozaba de gran predicamento en la ciudad.

Según me contó después, la directiva del Centro había pensado en él para proponerlo como posible Alcalde de la ciudad. Mi padre, que ya había perdido facultades físicas –murió dos años más tarde- declinó tal oferta.

Me lo dijo con las siguientes palabras, que nunca olvidaré: “No he aceptado, pero me ha puesto una inyección de vida”. Toda una declaración del íntimo dolor que le había causado el forzado cierre de su paso por la política. Siendo mi hermano Comisario de la Expo-92, cierto día estaba mostrando al entonces Rey D. Juan Carlos I una serie de planos y documentos.

En un momento dado, D. Juan Carlos se fijó en una vieja fotografía de la Exposición de i929 en la que aparecía su abuelo D. Alfonso XIII y comenzó a nombrar las personas que lo acompañaban. En un momento dado indicó “a este señor no lo reconozco”, y mi hermano le aclaró que era nuestro padre, mencionándole que fue Alcalde de Ceuta durante la República.

El Rey dijo entonces: “¡Cuánta gente de bien trabajó para que la República saliera adelante!”. Sobre todo y ante todo, Manuel Olivencia Amor quiso a Ceuta con toda su alma y, entre otros valores, transmitió a sus hijos ese profundo sentimiento. (En la foto, a la izquierda del lector, Antonio López Sánchez-Prado, entonces Diputado por Ceuta, y a su lado Manuel Olivencia Amor, Alcalde de la ciudad, contemplando sonrientes desde el “correo” a la gran cantidad de personas presentes en el muelle para agradecerles el éxito de sus gestiones, al incluirse en la Constitución de 1931 el derecho de Ceuta a la autonomía)

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