El pasado 11 de agosto dejaba de estar con nosotros el Excmo. Sr. D. Manuel Lería Mosquera, Interventor General de la Defensa.
Quiero decir que, a pesar de conocer la evolución de la enfermedad, la noticia de su fallecimiento, me llenó de una profunda tristeza por inesperada.
El General Lería había decidido desde el principio enfrentarse a la enfermedad, adoptando una actitud realista y combativa. Lo hizo hasta el final. Se sometió a sesiones periódicas de quimioterapia, cuyos efectos tenían que repercutir inevitablemente en su estado físico y emocional, pero él lo compensó con una gran fuerza de voluntad y, además, de disimulo ante todos los que le rodeábamos.
Nunca rehuyó los problemas cotidianos, aportando, como siempre había hecho, su acertado criterio al que sus colaboradores nos acomodábamos con satisfacción. Participó en un gran número de reuniones con las autoridades del Ministerio, en las que siempre destacó por su punto de vista ponderado y acertado, al dar solución a los complicados problemas sobrevenidos.
Nuestro Interventor General realizó una notable actividad durante toda su vida profesional, desde su destino en Ceuta, la Dirección General de Armamento y Material y ya como General, en la Intervención Delegada Central del Cuartel General del Ejército. En este último, tuvimos algunos el privilegio de asistir a la última Revista de Comisario de presente que se realizó al Regimiento “Inmemorial del Rey”, actuando como Comisario el General Lería.
No fue casualidad que el General Lería quisiera culminar con una bella ceremonia militar el final de una legislación ya superada por el paso del tiempo y la moderna tecnología, al actualizar la acreditación del personal para ejercer el derecho a percibir retribuciones. Fruto de su actividad se promulgó la correspondiente Orden Ministerial sobre la forma en que el personal militar debe acreditar el derecho a percibir retribuciones, procediéndose a la derogación, conforme establecía el Reglamento de Revista del Comisario de los Cuerpos y Clases del Ejército- Real Decreto del Ministerio de la Guerra de 1892- y del Reglamento de Revista Administrativa-Orden del Ministerio de Marina de 1885-.
Durante su etapa como Interventor General potenció el Control Financiero Permanente, asignando más recursos de personal directivo a esta función de control interno. Centralizó el Área de auditorías, haciendo más eficaces y eficientes las actualizaciones, en concordancia con los actuales medios electrónicos, informáticos y telemáticos existentes. Veló siempre por que el ejercicio de la función interventora pudiera ejercitarse, al aplicar las herramientas informáticas, con las correspondientes garantías legales, de seguridad (disponibilidad, confidencialidad e integridad de los datos tratados), normalización de los medios de acceso y conservación de los soportes utilizados, afrontando el reto que nos depara el expediente electrónico.
El General Lería tuvo siempre en mente dos grandes objetivos que regían su visión del Cuerpo, el apoyo a la gestión –al gestor-, mediante el asesoramiento y prestigiar a nuestro Cuerpo como consecuencia de las actuaciones de los interventores en el ejercicio de sus competencias, potenciando el apoyo a sus componentes por la información, cursos y adecuación de su actividad a las inevitables reestructuraciones en la gestión.
Siempre adoptó una posición de tutela por el personal del Cuerpo. Tuvo una gran preocupación por la incidencia que la última reforma sobre la estructura orgánica básica – una vez más iniciada y, hasta gestionada por él en los más pequeños detalles- pudiera tener en la estabilidad y expectativas del personal del Cuerpo, procurando que nadie fuera perjudicado.
Nuestro Interventor General tenía las cualidades de ser justo, competente y trabajador, sabiendo escuchar siempre a sus colaboradores más inmediatos, teniendo en cuenta sus opiniones para la toma de sus decisiones, las cuales, en los asuntos relevantes eran siempre resultado de una gran reflexión.
Respecto a sus inmediatos superiores, la Sra. Subsecretaría de Defensa y el Interventor General de la Administración del Estado, éstos sentían por él un profundo afecto que procedía de su competencia profesional. Este sentimiento como he sabido recientemente era compartido por el Sr. Ministro de Defensa, quedando demostrado al contar con su presencia en el funeral. Toda la cúpula del Ministerio de Defensa rindió homenaje a ese hombre bueno que era nuestro Interventor General, al asistir en bloque a ese acto.
Sin ningún género de dudas, en mi opinión, considero que la etapa del Excmo. Sr. General de División D. Manuel Lería Mosquera, Interventor General de la Defensa, ha sido, a pesar de su enfermedad, una de las más brillantes, fértiles y creativas.
Descanse.
Publicado en el Boletín interno del Cuerpo Militar de Intervención del tercer trimestre