El drama del paro en Ceuta se está aproximando muy peligrosamente al límite. La cifra de desempleo juvenil, situada oficialmente en torno al setenta y tres por ciento de este segmento de la población activa, ahorra cualquier otro diagnóstico.
Sólo la esquizofrénica configuración de nuestra sociedad evita un estallido social que en cualquier otra circunstancia ya se habría producido. Por un lado, existe un componente muy significativo de la población ocupada (los empleados públicos) que están blindados de los efectos de la crisis económica (de la general y de la nuestra en particular). Por otra parte, la economía sumergida (en todas sus variedades y modalidades) y el efecto multiplicador de renta que supone cobrar en Ceuta y consumir en Marruecos, sostiene con alfileres no pocas economías modestas. Así nos mantenemos, con el aliento contenido y esperando. Nadie sabe muy bien qué; pero todos esperan. Como absorbidos por una confianza esotérica en un movimiento mágico que pondrá todo en su sitio algún día. Los comportamientos sociales no se corresponden con la gravedad de la situación. Las instituciones políticas muestran su consternación por el paro; pero lo hacen sin la menor convicción (con estas cifras de paro al PP, electoralmente, le va de maravilla). Entienden que este lamento debe formar parte del discurso “políticamente correcto”, y lo incorporan como un adorno retórico que permite impregnar de espíritu solidario (de moda) su gestión. Pero no es una prioridad (como ejemplo podemos poner el hecho de que el Plan de Empleo Juvenil, aprobado hace más de un año, aún no se haya puesto en marcha). La ciudadanía tampoco muestra suficientemente su indignación. Una parte espera agazapada a que vengan tiempos mejores en los que vuelva el empleo público, y con él la oportunidad de enchufe; otros desconfían de todo y piensan que no hay solución posible. El egoísmo y la insolidaridad, tan característicos de nuestra Ciudad, hacen el resto.
Pero sería un error garrafal pensar que esta aparente calma puede ser eterna. El conformismo que brinda la venda en los ojos puede entenderse (no sin dificultad) entre los sectores más contemplativos de la opinión pública; sin embargo, resulta indignante en aquellos que ostentan algún tipo de responsabilidad social (política o económica). Todos deberíamos asumir el compromiso de situar la lucha contra el paro como una causa común de toda la Ciudad, como la prioridad por excelencia. Estamos en una encrucijada. Es preciso despojarnos de los intereses propios y sumar. Cada uno en lo que pueda y hasta donde pueda. Es cierto que el Gobierno tiene en esta tarea un papel ejemplarizante. Su obligación moral es liderar a la sociedad en esta empresa. La ciudadanía debe percibir, con hecho, que va en serio. Pero esto no es suficiente. Ni se puede utilizar como coartada para esconderse.
La posibilidad de reconstruir la economía de Ceuta implantando un nuevo modelo productivo estable y sostenible, es muy remota. Precisa de una serie de cambios estructurales, sobre todo de naturaleza política, que hoy se antojan quiméricos. Eso no es óbice para seguir en la lucha con esta meta como objetivo. Pero es necesario compaginar este movimiento a largo plazo con decisiones inmediatas que permitan aprovechar de la manera más justa posible los rendimientos que proporciona el estatus actual. Esta es una forma de detener la sangría, insuflar optimismo, reforzar la autoestima colectiva y recargar energías en forma de ilusión para continuar. Es importante que se vean signos de cambios.
Y en las posibilidades a corto plazo los empresarios de la Ciudad deberían desempeñar un papel central, al que han renunciado en un ejercicio de egoísmo inadmisible. Es cierto que el modelo económico actual está en franca decadencia, es precario e inestable, y las cifras de negocio han experimentado notable descensos respecto a épocas pretéritas. Pero también es absolutamente cierto que las posibilidades de empleo del sistema no están apuradas al máximo. Incluso en las actuales circunstancias, hay un estimable margen para la creación de empleo. Los empresarios de la Ciudad, en su inmensa mayoría, siguen presos de una cultura empresarial acuñada durante la época dorada: los beneficios son intocables, el empleo cuanto más precario mejor, y reclamar todas las ayudas y exenciones impositivas posibles. Ausencia total de compromiso social. La palabra sacrificio no existe en su vocabulario. Mantienen una actitud muy poco solidaria que, en la actual coyuntura, deviene en profundamente injusta. El truco consiste en poner de parapeto a las empresas que realmente están atravesando dificultades para justificar con ello su desapego a la ciudad y su falta de implicación. Pondré un ejemplo que ilustra este hecho con meridiana claridad.
En la Ceuta de los catorce mil parados hay empresas que obtienen cuatro millones de beneficios (después de impuestos) y disponen de un plantilla de tan sólo cincuenta personas. ¿No será razonable pensar que esta empresa “sacrificara” un diez por ciento de sus beneficios y contratara quince trabajadores más? No es una excepción. Sólo un cambio de actitud de los empresarios podría crear mil empleos inmediatos. En los mismos términos que se produce un trasvase de recursos públicos al beneficio empresarial (bonificaciones de impuestos y cotizaciones a la seguridad social), justificado por la singularidad de Ceuta y apoyado por todos, ha llegado el momento de que exista un trasvase desde los beneficios al empleo. Los empresarios de Ceuta son auténticos profesionales de la queja; pero son muy poco dados a enseñar las cuentas. Es tiempo de solidaridad. Es la hora de los buenos empresarios.
Tras el conocido Black Friday llega el próximo lunes el Cyber Monday, una jornada de…
El esperado evento está a la vuelta de la esquina y los comercios en Ceuta ya…
China ha dado un paso clave en su política de apertura internacional al anunciar una…
Los ceutíes que se han acercado en la tarde de este domingo a la Sala…
La noche del sábado dejó un regalo muy especial para los vecinos de Ceuta y…
Las bibliotecas de Ceuta tienen preparada una programación variada para la semana que comienza el…