La última vez que el
Ceuta ascendió a Segunda División, un muchacho de melena, a veces con bigote, comandaba el lateral derecho de la defensa. Corría la temporada 1979/1980 cuando aquel joven ceutí, junto a un nutrido grupo de canteranos, maravillaba al '
Murube'. Sin embargo, su zancada ancha, acabaría yendo a parar al otro lado del estrecho. Fichó por el
Algeciras Fútbol Club en julio de 1980 y allí también consiguió subir a la categoría de plata. Precisamente, Ceuta y Algeciras se ven las caras este fin de semana en la Península. Alberto Álvarez Malavert, conocido
futbolísticamente por su segundo apellido, sigue residiendo a día de hoy en Algeciras. "Fueron circunstancias de la vida las que me hicieron quedarme aquí. Trabajé primero en Cirsa, luego en el Ayuntamiento, tuve dos hijos y moverme a Ceuta se me hacía un problema", explica.
La práctica totalidad de su carrera deportiva la completó en la ciudad autónoma, aunque con 16 se fue a la capital de España a hacer una prueba con el Atlético de Madrid. "Aquello se me hacía enorme, me parecía Alemania. Pillaba unas lloreras", rememora. Volvió a su localidad natal y formó parte de la histórica plantilla que en 1980 certificó el último ascenso del club a Segunda División. Sin embargo, el destino quiso que Malavert no disputara ningún partido en la categoría de plata con el Ceuta. "Me surgió la oportunidad de irme a Algeciras y allí me encontré muy bien", apunta. De aquella, la
rivalidad entre ambos clubes no tenía nada que ver con la actual. "Era mucho más fuerte, en cada campo se le llamaba de todo al rival. Que si 'contrabandistas', que si 'maleteros'. Me acuerdo que en el campo de Ceuta se desplegó una bandera de España de portería a portería e hicieron al rival pasar por ella, como diciendo 'a ver quién es más español'".
A pesar de su cambio de aires, nunca sufrió problema alguno en ninguna de las dos localidades. "He estado muy bien en ambos sitios", reconoce. Decidió Malavert quedarse en Algeciras porque al dejar el fútbol encontró trabajo. "Primero estuve en Cirsa y luego en el Ayuntamiento hasta que me jubilé. Tuve dos hijos y ya desplazarme me costaba, aunque sigo siendo de Ceuta y vuelvo por lo menos dos veces al año, a la comida del equipo del ascenso y al homenaje a Pedrito Moreno". Aunque ahora admite no seguir mucho el fútbol, "únicamente algún partido televisado", sí que tiene la mirada puesta en el encuentro de este fin de semana entre los dos equipos de su vida. Eso sí, prefiere no mojarse sobre sus preferencias. "Quiero que gane el que juegue mejor", dice riendo, manteniendo la concordia. La suya es una historia significativa dentro de la larga tradición del derbi del estrecho, que el próximo domingo sumará un nuevo episodio.