Opinión

Málaga

El 22 de octubre de 1992, la compañía Buquebús realizaba el primer viaje de la desaparecida línea marítima con Málaga. Un fallo en la barra del dique retrasó su salida por espacio de cinco horas, transcurridas las cuales la partida se realizó con normalidad. Mal empezamos, me dijo un amigo que viajaba en el barco. Tan mal que tiene los días contados, profetizó. Supersticioso como él sólo, se salió con la suya, porque la compañía terminó clausurando la citada línea.
Tantísimos años demandando liberarnos del monopolio algecireño en nuestra conexión con la Península, uno creyó en el futuro de aquella nueva ruta que llegué a utilizar en algunas ocasiones. Buquebús nos dejaba en algo más de hora y media en la capital de la Costa del Sol, muy cerquita del tren de cercanías que nos colocaba en quince minutos en el aeropuerto internacional de Torremolinos y en dos minutos con la estación del AVE, dentro de una importantísima zona de comunicaciones, servicios, centros comerciales, médicos y de esos hospitales privados de referencia a los que solemos acudir muchos ceutíes.
Por desgracia, la línea duró unos meses coincidiendo con el declive de la compañía. A Buquebús le falló una adecuada promoción inicial con tarifas de enganche y mejores barcos como el que pusieron al principio y que luego retiraron. Les perdió también su falta de puntualidad, desesperante en ocasiones, en detrimento de la pérdida de otras combinaciones para el viajero, y con el remate, por fin, de sorpresivas suspensiones a última hora del servicio. No es de extrañar que sucediera lo que ya se veía venir.
En pleno siglo XXI, deberíamos exigir nuevas rutas con la Península, además de la tradicional con Algeciras. Salvando las diferencias, Melilla, además de sus conexiones aéreas, tiene líneas marítimas con Almería y Motril, junto con la de Málaga, la más utilizada. Recuerdo lo mucho que se insistió sobre este particular al final de los años setenta. Es más, la clase política incluso llegó a demandar entonces otras líneas con Tarifa y Cádiz, aunque priorizando siempre la de Málaga.
La vía del puerto malacitano permitiría también descargar el elevado tránsito que soporta nuestra única vía de salida, fundamentalmente en puentes, fines de semana y verano, por más que proliferen las múltiples rotaciones actuales. Cabría recordar también que, con anterioridad a Buquebús, a principios de los ochenta, Trasmediterránea llegó a instaurar esa conexión marítima con Málaga, circunscrita a los fines de semana exclusivamente. Iniciativa que tampoco cuajó al tener que realizarse la travesía con los antiguos trasbordadores que tardaban casi seis horas en el trayecto. Actualmente sería muy distinto con los fast ferrys de alta velocidad que posibilitarían el recorrido en algo más de hora y media, como sucedía con Buquebús en un principio.
Conexiones marítimas con Málaga, sí. ¿Por qué no se estudia el tema por quienes pueden reivindicarlo y apoyarlo? Mire Vd., esto es tan antiguo como el cerrojo del Hacho, que diría el caballa castizo. Me permito remitirme, por ejemplo, a lo que reflejaba el periódico local ‘El Eco de Ceuta’, en su número 142 del 7 de enero de 1886. Sucedió que una epidemia de cólera en Algeciras obligó a suspender los servicios marítimos con dicha ciudad, por lo que el enlace con la Península fue preciso hacerlo con Málaga.
“Ya que por una casualidad [decía ‘El Eco’ en su primera página], nos vemos obligados a explotar una nueva vía de comunicación, bueno sería que a nuestras autoridades, de común acuerdo con el gobierno, estudiasen que lo que ahora se toma como transitorio y accidental, quedase constituido de una manera estable y definitiva. Causa profunda extrañeza (…) de que al tratar de designar un punto de comunicación entre la Península y una plaza militar, fronteriza (…), se eligiera a la ciudad de Algeciras, casi tan apartada como nosotros de las grandes vías de comunicaciones y tropezando, por consiguiente, con las mismas dificultades para la facilidad y rapidez de los transportes. Mientras sólo se contaba para el servicio de correos con dos pequeñas embarcaciones de vela, se explica que la proximidad fuera lo primero que se atendiese (…), pero una vez desempeñado este servicio por buques de vapor, se hace incomprensible que se mantenga este estado de cosas.”
De lo anterior hace 131 años. Tiempos remotos, sí. Tiempos muy distintos y a años luz de los actuales. Pero ¿por qué no reivindicar y retomar hoy también esa iniciativa? Si el helicóptero nos unirá de nuevo con Málaga, esperemos, ¿por qué no conseguir lo propio también con un barco a un precio bastante más asequible y con muchísimas más plazas? Y para el turismo, ¿cómo repercutiría esta iniciativa? Señores políticos, Vds. tienen la palabra.

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