Lo que vivió Pedro Martínez la tarde del miércoles 20 de julio es algo que espera no se vuelva a repetir. Ante una emergencia tuvo que acudir al área de Urgencias del Hospital Universitario de Ceuta, donde asegura que no le prestaron la atención que necesitaba. El hombre tenía “la cadera fuera” y terminó siendo su propia esposa la que le brindó asistencia.
Pedro tiene una discapacidad y se mueve por la ciudad gracias a un vehículo que está adaptado y ese día, sobre las 17:30 horas, le estaba prestado apoyo a una vecina de 78 años, que necesitaba comprar unos electrodomésticos. Con una prótesis de cadera y un aparato que lo sujeta, al momento de intentar subirse al coche “se me salió la pierna”, cuenta. Como pudo, entró en el vehículo y logró llegar al Hospital, que era lo más cercano que tenía. Aparcó justo en la puerta de emergencias y la señora que lo acompañaba intentó buscar ayuda. “Le dije que fuera para adentro para que le informara al auxiliar o a quienes estuvieran las circunstancias en que me encontraba, que tenía la pierna fuera de la cadera y que por favor vinieran a ayudarme”.
El hombre se sorprendió al conocer la respuesta. “Le dijeron que si era una ambulancia sí salían, pero que si era un particular no, pero la señora intentó explicarles que yo era una persona discapacitada en esas condiciones, con una pierna así, pero se negaron”. Sin embargo, les facilitaron una silla de ruedas, pero según Pedro, “una de esas destartaladas que tienen allí”. Dice que al ver lo que estaba ocurriendo, otros pacientes que estaban aguardando su turno salieron a ayudarlo. “Me sacaron la pierna del coche, me giré, me subí a la silla y fui para adentro”. Señala que al ingresar le explicó a la auxiliar que por su condición no podía permanecer mucho tiempo en la silla de ruedas, pues le era muy difícil mantenerse sentado y que lo que necesitaba era una camilla.
“Me dijeron que no podían sacar una camilla y que lo primero que tenía que hacer era identificarme, con mi tarjeta médica, luego pasar al triaje y que ya me llamarían”. Pedro explicó que necesitaba con urgencia un traumatólogo que le recolocara la pierna. Tras seguir el procedimiento, finalmente lo solicitaron desde triaje y con ayuda de otra persona, al no poderse mover por sí mismo, habló nuevamente de su situación. “Dije que tenía una prótesis de cadera, la cual no está muy estable, que se me sale unas veces y necesitaba un traumatólogo que me hiciera una placa y me volviera a colocar la pierna, bien durmiéndome o como viera conveniente”. Minutos después volvió a salir y le dijeron nuevamente que tenía que esperar. Lo hizo por espacio de más de una hora y al llegar su esposa solicitaron nuevamente una camilla y afortunadamente sacaron una, pero “destartalada porque los laterales que tenía para sujetarse no bajaban”.
Angustiado al no recibir atención, Pedro le pidió a su esposa que intentará con unos movimientos que les habían indicado unos médicos que lo habían atendido en Sevilla, donde espera poder operarse en septiembre. “Mi mujer con la ayuda de otras personas que sujetaron la camilla para que no se moviera, intentó varios movimientos hasta que se recolocó, ahí en la sala de espera donde me tuve que quedar en calzoncillos en medio de todo el mundo por el aparato ortopédico que llevo”. Pedro no quiso esperar más y con el apoyo de unos familiares lograron irse y llevarse el coche, para llegar a casa. “Es tercermundista”.
Este medio intentó obtener la versión de Ingesa, pero sin éxito.
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