La Residencia Gerón celebra un emotivo acto para homenajear a las mujeres que cada día siguen luchando por enseñar a las generaciones que preceden. Familiares y amigos se reunieron en una jornada festiva repleta de cariño
La Residencia Gerón ha homenajeado a todas las mujeres que viven allí por el Día de la Madre Ayer fue un día muy especial. “Madres o no, hay que reconocer su lucha”, explicó la directora del centro, Mariola Hita, poco antes de entregarles un ramo de flores a cada una de las 89 residentes. La iniciativa se inició el pasado año con la colaboración de un familiar de una de las ancianas que a través de una iniciativa en el facebook, pedía la colaboración de los internautas para contribuir con un regalo para las residentes. La Floristería Lara ya se ocupó entonces de elaborar los ramos y este año ha vuelto a colaborar.
Hubo un recuerdo muy emotivo para las compañeras y los compañeros que ya no están en la Residencia. Por su trabajo, su lucha sus consejos y por ser y haber sido madres ejemplares, todo el personal del centro quiso conmemorar el Día de la Madre con una jornada en la que la música no dejó de animar a todos los asistentes: familiares y trabajadores de la Residencia Gerón, que pudieron disfrutar junto a los residentes de sangría, una gran paella de marisco y mucha alegría.
“Yo no he sido madre porque el médico me dijo que no podía, me hubiese gustado, pero fui muy feliz con mi marido... y además tengo sobrinos que es como si fueran mis hijos”, explica una anciana que dice que al menos en la Residencia celebra el Día de la Madre junto a sus compañeros. A su lado, una anciana dice que es la rosa la que da todo el olor al ramo que muestra contenta y recuerda a sus hijos que no han podido ir “porque están trabajando a esta hora, pero los veré el domingo”. Rafaela ha tenido suerte. Su hijo Juan ha venido a visitarla, como cada día, aunque “ella a veces no se da cuenta porque tiene Alzheimer, pero sonríe con las personas que aquí la cuidan como si fueran las únicas que conoce...a mi a veces también”. Se emociona al decir que “siempre ha sido muy madrera y yo al ser el pequeño estuve pegado a sus faldas desde chico”. La mira con admiración mientras la traslada en la silla de ruedas en la que está postrada. “Ha sido una luchadora, pasó mucho”, dice mientras ella no deja de sonreír y mirar todo lo que le rodea. Mariló besa a su madre Loli. Fue una peluquera muy conocida y admite que tuvo una vida muy feliz. Aunque enviudó joven y le tocó vivir la pérdida de un hijo, sigue feliz.
“Yo siempre estuve pegado a sus faldas” Juan es el menor de cinco hermanos y recuerda que desde que nació siempre fue pegado a las faldas de su madre. Ella ahora tiene 88 y el Alzheimer ha dejado paso a que a veces no reconozca a su propio hijo. “Ella me mira y a veces sonríe pero ya no es lo mismo. Ella no me conoce, pero yo a ella sí y aquí la tengo. Siempre fue muy madrera y ha pasado mucho”, dice emocionado. Acude cada día a verla. En la fotografía, salen junto a su amiga Rafaela Jaramillo.
“Ella me ha enseñado a mí a ser madre, a luchar, a todo” Loli no deja de sonreír un momento mientras su hija agarra su mano. Reconoce que ha tenido una vida maravillosa siempre trabajando en su peluquería de Hadú. Nacida en Almería, su padre iba a embarcar hacia Argentina, pero un amigo le dijo que en Ceuta había trabajo y lo consiguió en una ferretería. Y aquí crió a sus cinco hijas. Una de ellas Loli, que se enamoró de Enrique, “un futbolista muy guapo... luego fue funcionario en el Ayuntamiento”. Tuvieron dos hijos. Ha perdido a uno. Ahora Mariló le agradece todo lo que ella le enseñó: “A ser madre, a luchar... a todo”.