El día que una simple enfermedad pudo con alguien que no tiene miedo a nada. Fue ese que hizo dar su palabra a sus familiares más cercanos. Yo no temo a nada. Sólo perder la vida por contemplar mi edad del documento Nacional de identidad. Me he arrepentido muchísimo de no decir voy a ese campeonato ya que yo soy el mejor de los mejores. Lo has demostrado muchas veces. No tienes miedo a nadie. Ya que tu imaginación florece como una dama de noche. Esa que huele cuando pasamos cerca de ella a los arbores de las madrugadas. Tu y el ajedrez sois inseparables. Siempre lo llevarás grabado con un hierro ardiendo. Eres sangre cubana. Por eso te mueves de una forma diferente. Las damas las mimas tengan el color que tengan. De ese lugar han salido buenos elementos. Y la Capa Blanca la llevas enredada entre tus entrañas. No era justo que nadie te dedicará unas palabras llenas de esa síntaxis que conlleva el amor a esas piezas, a esas cuadrículas que saben que tu existes. Que equivocados estábamos cuando te mandabamos esas jarras heladas desde ese bar que tu ya habías estado. Ya habías catado más de una cerveza con ese nombre tan bonito como es: VICTORIA. Esa que tu sólo tienes en mente cuando juegas a ese deporte olímpico como es el ajedrez. Sólo me queda pedirte perdón. Y a la vez invitarte a que sigas entre nosotros dándonos esas lecciones magistrales en ese juego que tanto nos gusta a todos: EL AJEDREZ.
Gracias Luis. Te merecias estas breves palabras de alguien que te admira.