“Hay casos de culeros que han venido a comprar droga a Ceuta y se han encontrado con dificultades. El menudeo prácticamente no existe. Es más rentable sacar el hachís en las narcolanchas y eso se nota”. A pie de puerto, un componente de la Guardia Civil bosqueja, con sus apreciaciones, cómo es la ruta del hachís entre la ciudad autónoma y Algeciras, cómo se dibuja ese triángulo con Marruecos que constituye un negocio redondo para quienes viven del tráfico de drogas.
Las estadísticas no engañan. De 2017 a 2018 ha descendido en un 50% la droga intervenida por el Instituto Armado a las llamadas ‘mulas del hachís’: hombres y mujeres que llegaban a Ceuta para cargarse de bellotas y emprender camino a la península. “Hace poco no podíamos más, eran tantas las personas detenidas con hachís dentro de sus organismos que no teníamos espacio en los calabozos”, añade. Hoy el panorama es bien distinto. Detener a un culero en el puerto o a alguien que lleve adosada esta mercancía es hallar una aguja en un pajar. El pasado viernes cayó uno: dos kilos de hachís adosados al cuerpo. La cantidad justa para no entrar en prisión. Un trabajador de Ceuta que había buscado con este pase ganar algo de dinero. Nada que ver con las pequeñas organizaciones constituidas para mover, en menudeo, la droga creando cadenas de hombres y mujeres prestos a llenarse el estómago de bellotas hasta arriesgar sus vidas.
En el año 2017 el Instituto Armado decomisó 5 toneladas de hachís, en 2018 fueron 9. ¿Cuál fue la diferencia de uno a otro?: el mar. Esas cuatro toneladas se corresponden con golpes importantes asestados por el Servicio Marítimo a narcolanchas. Además aumentó el decomiso de cantidades importantes en embarcaciones de recreo. El número de vehículos intervenidos con droga de un año a otro es similar: 100 en 2017 y 90 el pasado, pero con una salvedad, la cantidad de hachís hallado en dobles fondos es cada vez menor porque ese tráfico en grandes cantidades se ha desviado a otras rutas que son mucho más beneficiosas.
El negocio busca la vía donde hallar más rentabilidad y esa se encuentra en los pases arriesgados en los que no se duda el enfrentamiento cuerpo a cuerpo con las fuerzas de seguridad.
De las anteriores organizaciones de tráfico de hachís que usaban los vehículos como vía de pase, usando coches de lanzadera para intentar despistar los controles, se ha pasado a pequeñas cooperativas de narcotraficantes que ponen dinero para sufragar los gastos de sacar mayor cantidad de droga en una semirrígida. Quienes estaban fichados como pequeños empresarios de la droga (los que se mueven en una escala intermedia sin llegar a ocupar el escalafón más elevado de la pirámide) suman fuerzas para financiar el traslado de mayor cantidad de droga directamente desde Marruecos a las costas peninsulares. De necesitar siete vehículos para ‘sacar’ 200 kilos de hachís se pasa a financiar la salida de esta mercancía en una semirrígida.
Hace un par de semanas la Guardia Civil detuvo a dos marroquíes con 51 kilos de hachís en un doble fondo, en el tanque de la gasolina. Uno de ellos entró en prisión por un delito contra la salud pública. Se trataba de un trabajador que emprendía rumbo a su país de residencia cargando la droga. Hacía tiempo que no se decomisaba esta cantidad en una zona de tránsito de vehículos que ya no es la que era. Alijos de más de cien kilos forman parte del recuerdo. Hay casos aislados como la caravana que fue localizada en Algeciras con esta cantidad, pero ya no es lo corriente. “Se ha pasado de la clásica organización a personas que de manera independiente se arriesgan, trabajadores que buscan hacer ese pase por su cuenta, que no forman parte de una red estructurada”, explican. El año pasado la cantidad intervenida por esta vía fue menor pero, sobre todo, la cantidad. De igual manera sucede con el menudeo, con aquellas personas que portaban droga dentro de sus organismos y embarcaban dentro de coches para despistar. “Ese menudeo casi no existe”, aclaran, sosteniendo estas afirmaciones en unas estadísticas y porcentajes que demuestran por dónde se mueve ya el tráfico a gran escala, mucho más rentable y explotado.
El Ministerio de Interior reaccionó ante el bochorno y la presión ejercida por el narco organizando operaciones especiales, reclutando para ello a guardias civiles de todas las comandancias. Son agentes que están trabajando específicamente en la Costa del Sol, con una labor orientada a ponérselo más difícil al narcotraficante en su intento de entrada de droga desde las costas marroquíes al sur. De momento el uso de narcolanchas continúa a la espera de que la ley sea efectiva.
Los golpes asestados por el Servicio Marítimo han sido relevantes. No solo por las embarcaciones intervenidas con hachís, sino por la cantidad de gomas aprehendidas en persecuciones que han perdido quienes buscaban sacar hachís a la península. No se puede demostrar porque falta la prueba del delito, quedando los casos como un mero contrabando, pero sí se hace daño a la organización.
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