La verdad es que, entre un viernes social, un lunes al sol, o un viernes de pasión, me quedo con el primero. Ya sé que hay mucho electoralismo en todo esto. Pero también lo había antes, aunque, con una diferencia sustancial. Las medidas que se tomaban durante el anterior gobierno normalmente favorecían a las grandes corporaciones, mientras que ahora se intenta remediar la injusticia que se ha cometido con miles, o quizás cientos de miles, de personas que, por circunstancias de la vida, se han quedado en el paro de la noche a la mañana, sin poder dar de comer a su familia, sin poder pagar su vivienda, o sin poder costear los gastos de calefacción. Así de sencillo, a la vez que trágico. Esta es la situación, desgraciadamente, que el actual gobierno pretende remediar contracorriente. Así lo veo yo y lo vemos muchos ciudadanos.
Algunos de los últimos Decretos aprobados regulan la ampliación de la baja por paternidad, el subsidio para parados mayores de 52 años o la cotización para personas que de manera profesional cuidan a sus familiares enfermos o dependientes. Todas son medidas necesarias y urgentes. Que deberían haber sido aceptadas por todos los grupos políticos. Sin embargo, determinados grupos, no solo se obstinan en no votarlas favorablemente, sino que amenazan con suprimirlas en el momento que accedan al poder después de las próximas elecciones generales. ¡Que Dios nos pille confesados!, si es que se produce tal desaguisado.
Ya sé yo que algunas de las soluciones para los gobernantes del tripartito andaluz giran entre bajar los impuestos, o directamente suprimirlos, y contratar clínicas privadas para aligerar las listas de espera sanitarias. Sobre los impuestos, directamente han suprimido el impuesto de sucesiones. Bien. Pero, si entramos en detalle, lo que realmente han suprimido es que los herederos de fortunas por encima del millón de euros paguen dicho impuesto. Es decir, aligeran la carga fiscal de los más ricos. Y sobre las listas de espera, recurrir a clínicas privadas, algunas, propiedad de los que, probablemente están provocando estas esperas, no creo que sea la solución. El tiempo dirá si esta medida nos supone un mayor coste, pero sin conseguir su objetivo. Si este tripartito nos llegara a gobernar en España, seguramente tendríamos muchas corridas de toros, pero, soluciones reales a los problemas de los ciudadanos, más bien pocas.
Se acercan las próximas citas electorales. Si la primavera nos está dando sorpresas inesperadas, a consecuencia del cambio climático, lo que nos espera con los resultados electorales va a ser de órdago. Yo creo que nadie se atreve a vaticinar lo que va a ocurrir a partir del 28 de abril. Mucho menos a partir del 26 de mayo, tras las elecciones municipales. Aunque, lo lógico sería que los resultados nacionales influyeran en los resultados locales, nada está escrito. Lo único cierto, según Malatesta, es que gobernarán las minorías. Sí. Las minorías. Si contamos la abstención, veremos que Malatesta tenía razón. Pero, las reglas son las reglas.
Respecto a las opciones electorales, la cosa es bien simple. Me lo resumía gráficamente mi profesor de inglés días atrás. Hay dos extremos cada vez más polarizados, peligrosos y poderosos. Tanto a la derecha como a la izquierda del panorama político. Por el lado de la extrema derecha se mueven los supremacistas, racistas, xenófobos y homófobos. También los nostálgicos de las dictaduras, de las corridas de toros o los defensores de la “vida”. Por el lado de la extrema izquierda están los que piensan que “o revolución o muerte”. En el centro hay unos cuantos partidos, aunque girando fuertemente hacia ambos lados, atraídos por el mensaje populistas de los extremos. La solución no es fraccionar el voto. Tampoco abstenerse. Es necesario valorar qué opciones nos interesan más, olvidarse de pequeños rencores personales y votar de forma útil. También cabe la posibilidad de pasar del sistema y no votar. Es una opción respetable. El problema es que en la situación actual favorecerá a los que no queremos.
Esto es referente a las elecciones generales. Respecto a las locales, la cuestión es algo más fácil, aunque con posturas más camufladas. Están los que su lema es no hacer nada y que todo transcurra de forma natural. Mi pueblo es un ejemplo vivo de lo que digo. Otros, que parece que hacen, pero concentran todas sus inversiones en periodo electoral, provocando grandes atascos de tráfico a consecuencia de las obras en las carreteras o avenidas. Muy pocos actúan con sentido común y llevan a cabo acciones que realmente benefician a sus vecinos. Estos son los que realmente nos interesan. Aunque, aparentemente, su tendencia ideológica sea contraria a lo que desearíamos. Es pura apariencia. Quizás se trata de que no tienen clara su posición política.
Por mi parte, tengo claro lo que voy a hacer en estas elecciones. No lo voy a decir, para no coaccionar a nadie. Pero voy a dar unas cuantas pistas.
Respecto a las elecciones generales, votaré a aquellos que me den más confianza para revertir la situación de injusticia social de forma clara y creíble. No con soflamas y cuentos. A mi sí me gustan los jueces honrados o los astronautas inteligentes de ministros. Aunque algunos los vean como objetos de diseño de marketing electoral. También las ministras que luchan a brazo partido por una transición ecológica justa para todos y beneficiosa para el planeta.
En las elecciones locales, no me gustan los que confunden las tradiciones religiosas con las actuaciones municipales. Tampoco los que se aprovechan de los escasos presupuestos municipales para su propio beneficio, en forma de sueldos o de prebendas a supuestos votantes de sus partidos. Pero sí me gustan los que apuestan firmemente por la defensa del medio ambiente, por la protección de los más desfavorecidos o por el fomento de la economía social.
Estas van a ser mis opciones electorales de las próximas convocatorias. Pero se puede discrepar de mí. Este es el valor de la democracia.
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