La realidad es que el ser humano, (tanto da que sea mujer u hombre), está siempre viajando porque su mente va descubriendo constantemente formas de vida distintas que obedecen, a veces, a caprichos o a necesidades de muy variado valor.
Es corriente encontrarse sumergido en un ambiente extraño a pocos pasos que se den en nuestro diario caminar. A veces, incluso, hasta cambia uno mismo en su forma de actuar. Quienes no se comprendían pueden llegar a tomar copas amigablemente en el bar de la esquina. Con muy poco caminar se encuentra una situación diferente a lo que estábamos acostumbrados o teníamos formado en nuestro pensamiento. Esto, y detalles más o menos parecidos, son los que nos llevan de un lado para otro, viajando por un mundo que no es nada fácil llegar a comprender.
Hace sólo unos días recibí un correo, remitido por una muy buena amiga, en el que se mostraban muchas vistas de nuestra Córdoba. Lo he visto unas cuantas veces y en cada una de éstas visitas aparecían nuevos detalles. Ha sido, para mí, el mejor viaje que he hecho a esa estupenda ciudad y he intentado, en cada una de las vistas, vivir la vida de quienes allí habitan. Yo hablaba como si me pudieran oír los propietarios de esas casas, de esos patios cuajados de macetas floridas..., en una palabra, quería vivir como ellos porque mi sensibilidad me hacía ver el encanto de sus vidas. Esto mismo, en el fondo, es lo que nos ocurre en todo momento cuando caminamos por las calles o los campos e incluso cuando estamos solos en nuestra propia casa. La mente va cuajando escenas, a veces nuevas, de lo que va ocurriendo o, tal vez, puede llegar a ocurrir.
Los medios de información nos hacen viajar, de un lado para otro, mostrándonos nuevos paisajes, algunos insospechados y otros de muy difícil interpretación. No siempre se obtiene satisfacción pues a veces lo que nos exponen no resulta grato, al menos para unas personas. Es un viaje tras otro, de un lado para otro, y la reacción de cada persona es muy personal, aunque puede que haya coincidencia con otras muchas y también opiniones diferentes a la propia. Esto es debido, en esencia, a la formación personal de cada persona aunque siempre queda la posibilidad de ese acto de reflexión íntima de cada persona que puede sentir algo especial ante determinada situación con la que puede reaccionar de forma muy personal. Actos masivos de propaganda pueden causar efectos contrarios a los que se habían supuesto.
Son muchos y muy variados esos viajes que uno se ve obligado a realizar, porque en realidad forman parte de nuestra propia vida, aunque sean muy grandes las distancias que nos separan de Tokio, Río de Janeiro o Siria, pero a todos ellos hay que ir, viajando con el pensamiento y el juicio personal de lo que por allí ocurre. Lo hacen los Obama, Putin, Hollande y otros personajes de relieve y también lo debemos hacer nosotros, las personas corrientes pues en última instancia ellos, sin nosotros –sin nuestra opinión formal– no serían nada. Los paisajes que se nos puedan mostrar tienen muy diversas interpretaciones; por eso es necesario profundizar al máximo en cada una de esas cuestiones y viajar hasta ellas con el máximo cuidado.
Las estimaciones que se hacen en los Centros de Estudios Estratégicos son consecuencia de una serie de supuestos, a la vista de la situación internacional y de las intenciones de cada una de las naciones interesadas en obtener el mejor fruto de ellas. Hace un par de días se nos mostraba uno de esos estudios y muchos seres humanos viajaron, mentalmente, hacia esos posibles Teatros.
Creo que es conveniente hacer esos viajes mentales.
La realidad es que el ser humano, (tanto da que sea mujer u hombre), está siempre viajando porque su mente va descubriendo constantemente formas de vida distintas que obedecen, a veces, a caprichos o a necesidades de muy variado valor. Es corriente encontrarse sumergido en un ambiente extraño a pocos pasos que se den en nuestro diario caminar. A veces, incluso, hasta cambia uno mismo en su forma de actuar. Quienes no se comprendían pueden llegar a tomar copas amigablemente en el bar de la esquina. Con muy poco caminar se encuentra una situación diferente a lo que estábamos acostumbrados o teníamos formado en nuestro pensamiento. Esto, y detalles más o menos parecidos, son los que nos llevan de un lado para otro, viajando por un mundo que no es nada fácil llegar a comprender.Hace sólo unos días recibí un correo, remitido por una muy buena amiga, en el que se mostraban muchas vistas de nuestra Córdoba. Lo he visto unas cuantas veces y en cada una de éstas visitas aparecían nuevos detalles. Ha sido, para mí, el mejor viaje que he hecho a esa estupenda ciudad y he intentado, en cada una de las vistas, vivir la vida de quienes allí habitan. Yo hablaba como si me pudieran oír los propietarios de esas casas, de esos patios cuajados de macetas floridas..., en una palabra, quería vivir como ellos porque mi sensibilidad me hacía ver el encanto de sus vidas. Esto mismo, en el fondo, es lo que nos ocurre en todo momento cuando caminamos por las calles o los campos e incluso cuando estamos solos en nuestra propia casa. La mente va cuajando escenas, a veces nuevas, de lo que va ocurriendo o, tal vez, puede llegar a ocurrir. Los medios de información nos hacen viajar, de un lado para otro, mostrándonos nuevos paisajes, algunos insospechados y otros de muy difícil interpretación. No siempre se obtiene satisfacción pues a veces lo que nos exponen no resulta grato, al menos para unas personas. Es un viaje tras otro, de un lado para otro, y la reacción de cada persona es muy personal, aunque puede que haya coincidencia con otras muchas y también opiniones diferentes a la propia. Esto es debido, en esencia, a la formación personal de cada persona aunque siempre queda la posibilidad de ese acto de reflexión íntima de cada persona que puede sentir algo especial ante determinada situación con la que puede reaccionar de forma muy personal. Actos masivos de propaganda pueden causar efectos contrarios a los que se habían supuesto. Son muchos y muy variados esos viajes que uno se ve obligado a realizar, porque en realidad forman parte de nuestra propia vida, aunque sean muy grandes las distancias que nos separan de Tokio, Río de Janeiro o Siria, pero a todos ellos hay que ir, viajando con el pensamiento y el juicio personal de lo que por allí ocurre. Lo hacen los Obama, Putin, Hollande y otros personajes de relieve y también lo debemos hacer nosotros, las personas corrientes pues en última instancia ellos, sin nosotros –sin nuestra opinión formal– no serían nada. Los paisajes que se nos puedan mostrar tienen muy diversas interpretaciones; por eso es necesario profundizar al máximo en cada una de esas cuestiones y viajar hasta ellas con el máximo cuidado.Las estimaciones que se hacen en los Centros de Estudios Estratégicos son consecuencia de una serie de supuestos, a la vista de la situación internacional y de las intenciones de cada una de las naciones interesadas en obtener el mejor fruto de ellas. Hace un par de días se nos mostraba uno de esos estudios y muchos seres humanos viajaron, mentalmente, hacia esos posibles Teatros.Creo que es conveniente hacer esos viajes mentales.