Categorías: Sucesos y Seguridad

Los vecinos afectados, entre el miedo y la indignación

Pepi, la limpiadora de los bloques de Patio Páramo, se esforzaba ayer, fregona en mano, en borrar el reguero de huellas negras que salpicaban la entrada y salida de los ascensores. “Hoy hay trabajo”, comentaba sin levantar la vista del suelo. El rastro de pisadas marcaba el camino que siguieron durante toda la mañana buena parte de los afectados por el incendio: desde las viviendas hasta el garaje, donde el objetivo prioritario era comprobar el estado en el que se encontraban los vehículos tras el fuego desatado en la madrugada anterior.
Unos metros más abajo, en el segundo de los tres niveles que completan la zona de aparcamiento, los vecinos caminaban ayer con linternas. Hasta primera hora de la tarde no se restableció el suministro eléctrico, afectado por las llamas. Sobre el suelo, restos aún de los tubos fluorescentes del techo que estallaron horas antes y un charco del agua derramada de una de las tuberías que también fueron pasto de las llamas.
En medio de la oscuridad, entre los coches teñidos de gris por el hollín, los vecinos recordaban lo vivido horas antes. “Menudo susto. Estábamos viendo la televisión y nos sorprendió todo. Un vecino llamó a la puerta y salimos corriendo porque no sabíamos si era grave o no, pero por si acaso... Ni el móvil me dio tiempo a coger, aunque a algunos vecinos ni les funcionaba”, relataba ayer una de las afectadas que ya había certificado a primera hora de la mañana que su vehículo estaba intacto. “El coche está bien, sólo sucio, pero el ataque de nervios no te lo quita nadie”, aseguraba.
A unos metros de distancia, junto a las puertas que los efectivos del Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento (SEIS) se vieron obligados a forzar para acceder a los garajes desde del Paseo Marina Española, otro de los afectados revivía el suceso, aunque en su caso optó por permanecer en su vivienda. “Empezamos a oler a quemado y un vecino llamó a la puerta con su mujer para alertarnos. Cuando llegaron, los bomberos nos dijeron que saliésemos a las terrazas y colocásemos toallas mojadas bajo las puertas”, relata un vecino que vivió el suceso desde la séptima planta del bloque A4. Junto a él, el presidente de la Asociación de Vecinos Patio Páramo, Abdelaziz Amar, recordaba cómo la mayoría de los vecinos fueron desalojados, aunque algunos “al principio no se enteraron por los ruidos de las atracciones de la Feria”. También cómo se utilizaron los ascensores, “con el peligro que conlleva en un caso de incendio”. Pese a todo, celebraban que “esto no haya ocurrido en invierno, porque a esas horas en que la gente ya está acostada habría sido muy difícil evacuar a tanta gente en tan poco tiempo”.

Los mandos no funcionaron
La reconstrucción de lo ocurrido señalaba ayer, en numerosas ocasiones, hacia los supuestos inhibidores de frecuencia instalados por las Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado en el recinto ferial, que habrían inutilizado los mandos a distancia de las puertas de los garajes. “No funcionaba ninguno, estaban bloqueados. Cuando quisimos abrir las puertas de los garajes era imposible, así que los Bomberos tuvieron que destrozar una cerradura y abrir otra puerta a golpes hasta forzarla”, comentaban los presente señalando los desperfectos en una de ellas. “Eso entorpeció y retrasó todo... Además, muchos de los vecinos no tenían forma de comunicarse con los Bomberos y luego, más tarde, tampoco con sus familiares porque los móviles estaban también sin cobertura o sin señal”, protestaban.
Fernando, el operario de mantenimiento de los bloques, se afanaba mientras tanto en barrer fragmentos de plástico y cristales iluminando el firme con su linterna. “Ya están avisados los fontaneros y los electricistas. También tenemos ya la manguera para empezar a limpiarlo todo cuanto antes”, aseguraba. Junto a él, otra familia afectada. “Estaba en la Feria y me dijeron que había un incendio en  mi garaje, justo en mi planta. Y además el modelo del vehículo que estaba ardiendo coincidía con el mío, así que temí lo peor”, recuerda. “Además, cuando llegué la Policía ya no dejaba pasar. Yo en lo único en que pensaba era en subir a casa y coger a mis cuatro gatos”, cuenta. “Además, cuando llegué la Policía ya no dejaba pasar. Yo en lo único en que pensaba era en subir a casa y coger a mis cuatro gatos”, aseguraba ayer.
Más preocupadas se mostraban otras vecinas que ayer comentaban lo ocurrido en el patio común de los bloques, justo el emplazamiento donde unas horas antes tuvieron que permanecer, de madrugada, una vez desalojados y mientras los bomberos extinguían las llamas. “Esto podía haber sido una tragedia”, coincidían. “Yo no he dormido en toda la noche. Tengo aún el susto en el cuerpo. Mi hijo estaba en la Feria y yo estaba ya en la calle, pero no podía llamarle porque con las prisas nos dejamos el móvil en casa y ya no nos atrevimos a subir”, recuerda. Junto a ella, otra vecina del bloque A2, uno de los menos afectados por el suceso, coincidía en el riesgo que corrieron durante la madrugada del viernes. “No hay derecho a esto. Aquí sólo queremos vivir tranquilos y pasan estas cosas... ¿Se sabe ya si ha sido provocado”, preguntaba con curiosidad.

Indignación
En ese último punto es en el que se concentraba ayer la indignación de los vecinos. Un joven que insistía en que no se mencionara su identidad concluía que “esto ha sucedido porque le tienen ganas a alguien de aquí, seguro”, y recordaba que en los bloques de Patio Páramo viven “muchos policías, así que...”. “Con la cantidad de niños que hay aquí. Las ganas que tiene la gente de que los cojan y los metan en la cárcel”, coincidía un compañero a su lado. “Esto ya se veía venir, porque la gente no espera a que se cierren las puertas de los garajes. Cualquiera puede esperar, colarse y hacer lo que quiera dentro de los garajes, ya sea robar un coche o prender fuego, si es que se demuestra que ha sido intencionado”, se quejaba otra vecina que intentaba sacar su coche a la calle para lavarlo.
Mientras tanto, las historias sobre lo sucedido se repetían. Vicky, una joven que se había trasladado durante la jornada del jueves hasta Marruecos para comprar fruta y verdura, se vio sorprendida por la noticia de lo que estaba sucediendo en su bloque de viviendas y tuvo que volver “corriendo para intentar rescatar al perro”.
En la zona afectada, agentes adscritos a la Policía Científica buscaban pruebas que certificaran la intencionalidad del incendio. A esa misma hora, los representantes vecinales intercambiaban impresiones con el administrador de la propiedad. Entre las principales preocupaciones, quién sufragará los gastos de los daños provocados. “El edificio, como es lógico, está asegurado, así que por los daños sufridos en el mismo no hay que preocuparse”, aseguraba. Sin embargo, recalcaba, los destrozos sufridos por los vehículos implicados en el incendio quedan excluidos, ya que las llamas no fueron consecuencia de ningún defecto o deficiencia en la estructura de los bloques.
Ya en la calle, otro de los vecinos era más pragmático: “Anoche me sacaron de la Feria por esto y me fastidiaron la noche, así que esta noche [por anoche] pienso bajar y recuperar”, bromeaba.

Y se fueron sin pagar...

En ‘El Caimán’, el establecimiento de comida ubicado en los bajos de Patio Páramo, lamentaban ayer lo sucedido por partida doble: por el susto que compartieron con los vecinos afectados, pero también por el perjuicio económico del suceso en la recaudación de la jornada. Como confirmaban sus empleados, el humo del incendio, que se coló hasta la cocina, ha acabado con los alimentos aún sin cocinar y con los platos que en esos momentos estaban a punto de servir. “Unos 1.200 euros tirados a la basura. Se ha estropeado todo”, lamentaban ayer desde el otro lado de la barra. Pero también han perdido la recaudación de los clientes que ocupaban las 12 mesas de la terraza y que al ser desalojados abandonaron el local a la carrera y sin abonar las cuentas. “Creíamos que hoy volverían algunos a pagar, pero de momento nada”, destacaban.

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