Como cada mayo el Patio de Armas de las Murallas Reales se volvió a vestir de literatura. Entre los aires primaverales que anuncian el verano León Felipe resonó en el entorno monumental al son de poemas y música, cuya voz encarnaron personalidades de diversos ámbitos.
Estos quisieron ser partícipes, algunos de ellos ya asiduos de este evento, del homenaje que este año ha querido rendir la Consejería a uno de los autores menos conocidos de la generación del 27 en el año en que se cumple el 50º aniversario de su muerte.
Entre el silencio del público arrancaron los poemas musicados de Ebhel con el acompañamiento de los alumnos del Conservatorio Profesional de Música para, seguidamente, dar paso al director de la Biblioteca Jose Antonio Alarcón, quien brevemente hizo un recorrido por la vida y trayectoria del poeta zamorano.
Y fue la voz del propio León Felipe la que inició la lectura pública. Fueron un total de 30 poemas los que ayer se leyeron que dejaron muestra de la variedad temática de este poemario que se encuentra organizado por un vasto y complejo cuerpo de textos.
Con cada verso se dilucidaban sus sentimientos, preocupaciones y aspiraciones, las de un hombre comprometido que cantó a la libertad y a la defensa del ser humano pero que, sin embargo, quedó eclipsado por otros de se generación.
Su vida fue un sin fin de peripecias, de avatares extraños que le llevaron a pasar por todos los puntos cardinales de la rueda de la fortuna.
León Felipe fue un poeta que le cantó a las cosas pequeñas. Él supo ver el gran valor que late en las minucias como única recompensa a una existencia desapercibida.
Además, fue un nostálgico. Su poesía está empapada en pena, en la añoranza, en la esperanza de una libertad sin ataduras y errante. León Felipe supo describir la belleza que posee la melancolía.