Llegaron las lluvias y el campamento sirio continúa en la Plaza de los Reyes. Son ya pocos los que quedan de aquellas más de 80 personas que decidieron abandonar el CETI para adoptar una medida de presión que no ha resultado como ellos pensaban. Ahí tenemos el primer origen del problema, el CETI.
Su dirección no supo, como no ha sabido en otras tantas ocasiones, tener la obligada ‘mano izquierda’ con este colectivo para frenar su marcha al centro de la ciudad. Y que no me salgan con que no se puede. Claro, si se mira para otro lado nada puede hacerse. A punto hemos estado de tener otra sentada, esta vez de malienses, en la misma plaza. No hace muchos años que el colectivo de indios que sumaban 4 años en Ceuta quiso llevar a cabo protestas de distintos tipos. Las gestiones emprendidas por aquel entonces frenaron que aquello fuera a más.
Cierto es que el colectivo sirio no lleva razón alguna en el empecinamiento mostrado por permanecer en su campamento poniendo en riesgo a los menores. La lluvia y la posterior llegada de las bajas temperaturas deberían ser motivos suficientes como para que abandonaran el lugar. De igual forma, también es cierto que la administración está retardando demasiado su traslado a la península cuando ya suman 5 meses de protesta en la plaza a la que deben añadir el tiempo que estuvieron en el CETI. Su condición de refugiados y el hecho de que haya personas vulnerables tendría que ser motivo suficiente para que la permanencia del campamento no se eternizara porque sí.
Ni los sirios están respondiendo como debieran ni la administración ha demostrado la capacidad de resolver un problema que quizá nos esté superando y sea Madrid la responsable del desaguisado que Ceuta, como frontera sur de Europa, se está comiendo solita, pero el hecho es que está ahí.
Es evidente que el campamento no puede permanecer por más tiempo en esas condiciones. Son muchos los errores previos que se han cometido, sobre todo en origen. Pero ahora darle vueltas a la situación sería de tontos, adoptar medidas de presión como la retirada de los niños a sus padres no haría más que generar otro problema de mayor calado, hurgar en la herida cuando en su día nadie estuvo a la altura de las circunstancias para curarla es una pérdida de tiempo. Y no estiren más ese chicle con eso de que ‘nos devuelvan la plaza’ o ‘el campamento está captando a más inmigrantes’. Si quieren perderse en la contemplación de su ombligo, háganlo, pero aquí la solución llega por otro camino. De momento nos estamos perdiendo en el laberinto. Todos.
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