Ceuta cuenta desde ayer con su propio hueco en el Mapa Geológico Nacional, la radiografía, plasmada sobre el papel, de los secretos que oculta el suelo que pisamos. Años de estudios, de recogidas de materiales y de prospecciones por parte de un equipo de 12 especialistas se han traducido en el Nuevo Mapa Geológico de Ceuta,
una “valiosa herramienta”, y actualizada, que disecciona el relieve de la ciudad y a la que a partir de ahora podrá sacar partido todo aquél que necesite indagar sobre la franja de terreno comprendida entre los límites de su término municipal. Eso engloba desde redactores del PGOU hasta empresas de construcción o servicios de prevención de catástrofes. Para su presentación en sociedad se trasladó hasta Ceuta Jorge Civis, director del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), el organismo impulsor del proyecto, y Juan José Durán, director de su Departamento de Investigación y Prospectiva Geocientífica, la persona que ha coordinado los trabajos.
Como anfitrión, el delegado del Gobierno, Francisco Antonio González, que reconoció sentirse “impresionado” por el resultado del documento, una hoja a escala 1:25.000 que confirma a España como único país del planeta capaz de plasmar a escala la inmensidad de su patrimonio geológico. Ese ingente trabajo, que arrancó en 1849, culmina ahora con un documento que González no dudó en considerar “un bien de Ceuta que seguro vamos a atesorar”.
Civis dibujó parte de la historia del IGME, desde sus inicios en tiempos de Isabel II con la primitiva hoja de Alcalá de Henares hasta el reconocimiento internacional del que goza en la actualidad, del que dan fe los encargos recibidos de Angola, el Congo, la República Dominicana, Colombia o Ecuador para que los técnicos españoles imiten en sus territorios el trabajo acumulado y den forma a sus respectivos mapas. En total, casi 121 millones de euros invertidos desde 1972, una minucia comparados con los 3.200 millones de impacto positivo sobre la economía nacional que se calculan ha tenido desde entonces. Del mapa de Ceuta alabó su “una impresionante diversidad geográfica”, que le retrotrajo a sus tiempos de servicio militar en la ciudad, cuando tras licenciarse en Geología por la Universidad de Barcelona fue destinado a Artillería y le tocó pisar el Hacho o el Desnarigado. Aquel suelo, paradojas, es el mismo que luego sería diseccionado para dar forma, décadas después, al mapa que ayer vio la luz en público.
El auténtico cocinero del documento, Juan José Durán, fue quien se detuvo en los detalles del estudio. Recordó que el mapa alumbrado ahora no es el primero, que data de 1917, pero sí el más completo y el casi definitivo. De sus conclusiones destaca que Ceuta encarna la “singularidad” de su posición, a caballo entre la Zona Interna del Rif y la Cordillera Bética. En su territorio afloran materiales rocosos de naturaleza ígnea y metamórfica, desde gneises y granitos en el Monte Hacho, hasta cuarcitas o calizas del complejo Maláguide en la zona urbana, o filitas metamórficas y mármoles en su área más occidental. Los vestigios de los procesos tectónicos se dejan ver también en zonas como el Sarchal, mientras que los pliegues en las rocas de la Punta de la Cabeza son, a su juicio, “excepcionales”.
Todo eso, y más, es lo que el IGME pone desde hoy a disposición de la ciudad. “Seguro que sabremos sacarle partido”, agradecía ayer el delegado del Gobierno.
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