Amín, Yamal, Taoufik y Salam son los cuatro argelinos desaparecidos el pasado día 12 al hundirse la patera con la que habían salido desde Benítez. Uno de sus compañeros lo cuenta
Eran las 5.30 horas. Día de la Hispanidad. Una patera y seis hombres, todos argelinos. Playa de Benítez, justo debajo del CETI, estaba fijado como el punto de salida de una travesía que debía haber terminado al otro lado del Estrecho, “pero el tiempo cambió, empezó a entrar agua y la patera se dio la vuelta”. Quien habla es Noureddine, uno de los dos únicos supervivientes de un naufragio considerado ‘fantasma’ por Salvamento, por la sencilla razón de que no han sido encontrados ni la embarcación ni los cuerpos de los 4 argelinos que cayeron al mar. Pero esas cuatro personas existen, tienen una historia, también identidades: Amín, Yamal, Taoufik y Salam. Esos son los cuatro invisibles, los jóvenes vecinos del mismo pueblo, Mustaganam, que llevaban unos cuantos meses en Ceuta, confiando en una salida que nunca llegó.
Noureddine llegó nadando hasta la playa junto a otro compatriota, sus compañeros se ahogaron. Cuando llegó al CETI, contó al director lo que había ocurrido. Los servicios de rastreo aéreos y marítimos no dieron resultado alguno, tampoco las gestiones llevadas a cabo por la Benemérita. “Queremos que los busquen porque están en el mar, sus familias necesitan los cuerpos de sus fallecidos para enterrarlos en Argelia”, lamenta. Así, en una caja de pino, han sido repatriados ya dos compatriotas fallecidos en Ceuta. “De aquí no podemos salir de otra forma, escondidos en camiones o en pateras porque para nosotros no hay salidas”, lamentan, “solo se marchan los subsaharianos”.
El colectivo argelino expone a FAROTV que son muchos los problemas que arrastran: en el CETI viven familias que incluso han tenido sus hijos en Ceuta. “Hay diez familias y tampoco salen, unos niños no se pueden criar así”, critican. Amín, Yamal, Taoufik y Salam habían confesado esa misma noche a sus amigos que se iban a marchar. Defienden que pagaron por una patera y que eligieron la salida en una noche en la que pensaban que el tiempo no les iba a fallar. Pero no fue así: les falló hasta el punto de destrozar la embarcación y tragarse a cuatro de sus seis ocupantes. En Argelia dejaron a sus familiares, uno de ellos a su esposa. Han sido informados de sus muertes, pero los cuerpos siguen sin aparecer. La zona en la que se produjo el naufragio tiene una grandísima profundidad, quién sabe si el mar decidirá devolverlos. “Nosotros es como si estuviéramos en una cárcel, no hay salida para nosotros, por eso tenemos que escapar como sea”, advierten. Algunos disponen de tarjeta roja tras haberse admitido a trámite su solicitud de asilo y se preguntan por qué les tienen retenidos. Niegan que ellos están detrás de los altercados que se producen en el puerto. “Nosotros solo buscamos ocultarnos en camiones, no tiramos piedras ni hacemos daño”, lamentan, atribuyendo estas acciones a menores o marroquíes que pernoctan en las escolleras. Quieren que su caso, así como la historia de sus compañeros desaparecidos, se conozca en Madrid, para que les hagan caso. “Pueden morir más así, porque es la única manera de salir”. “Vivimos en una cárcel, hay gente que lleva demasiado tiempo aquí, solo queremos ir a la península en donde tenemos familia”, añaden.