El Consejo de Gobierno anunció ayer la puesta en marcha de una medida por la cual las navieras tendrán que ofrecer viajes a 30 euros tanto para turistas como para los llamados ‘ausentes’.
Un término odioso que parece querer convertir en fantasmas a ceutíes de pura cepa que si se tuvieron que ir de esta tierra fue, en gran medida, porque aquí les resultaba imposible ganarse la vida. Ya saben, los apellidos y el enchufe siempre pesaron y siempre pesarán. Muchos han tenido que dejar aquí a sus padres y hermanos para buscarse la vida en otros lugares porque en su tierra les era imposible mantenerse. A esos, ahora, los llamamos ‘ausentes’, cuando quizá deberíamos etiquetarlos con un concepto mucho más amplio: son la asignatura pendiente de nuestra clase política, son los que han tenido que abandonar obligados su tierra para prosperar.
Pues bien. Ahora, verano de 2016, curiosamente en plena campaña (pero no sean mal pensados), se nos dice que una Orden Ministerial obligaría a las navieras a tener que hacer una rotación a este precio para que ir y marcharse de Ceuta cueste, a cualquiera, 30 euros. Dicen que existe la voluntad política y que la medida se aplicará. Pero claro, una lleva años situándose en el plano del ‘no me creo nada hasta que exista’, porque son demasiadas las promesas que nunca se han cumplido o que, peor aún, llevan siendo motivo de anuncio año tras año.
Es vergonzoso que Ceuta no haya sabido avanzar para romper las fronteras que tenemos. Lo del Tarajal sigue siendo una VERGÜENZA que ningún gobernante ha sabido arreglar. Ahora hemos llegado al punto de que ni siquiera la Delegación del Gobierno reacciona. Calla ante el caos total que se le avecina. Si se abre la boca es o para decir NADA o para hacer el ridículo con asuntos vacíos. Los problemas de su competencia en materia de conectividad son un auténtico fracaso. En la frontera solo han sabido aplicar medidas de presión demasiado agresivas, convirtiendo en extremos todos los pasos que la administración política obliga a dar a policías y guardias civiles. En el puerto ya es ridículo. Que te cueste menos viajar a cualquier punto de Europa que cruzar el Estrecho es un insulto. Que estemos penalizados sin que puedan venir a vernos nuestras familias porque les cuesta un riñón debería haberse subsanado hace mucho tiempo. Pero no. No ha sido así.
Ahora se nos anuncia nada menos que la recuperación de algo que perdimos y encima habrá que lanzar el cañonazo de las doce cuando se aplique. Así somos. Los mejores, ¿verdad? Un poco triste todo, ¿no lo creen?
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