El superintendente de la Policía Local se enfrenta a la necesidad de cambiar por completo una Policía Local encontrada en su peor momento, moviendo fichas para ganar efectivos
Ha pasado un mes desde que el superintendente de la Policía Local, Sebastián Vega, tomara oficialmente las riendas del Cuerpo. Un mes en el que ya se han dibujado las prioridades de quien está llamado a recuperar el orden en una Policía que arrastra carencias de todo tipo y críticas internas. Dijo el Gobierno que había elegido a Vega por su currículum y porque consideraba que el militar encarnaba las dotes perfectas de mando en una Policía que es capaz de pasar de la tranquilidad a una pitada en las calles pasando por presiones sindicales constantes. De hecho el viernes pasado ya se aventuraron las primeras reacciones ante la reclamación de material antidisturbio por parte de la UGT para proteger a los agentes ante apedreamientos.
Sebastián Vega, figura respetada en el ámbito militar del que procede y valorada durante su mando, tiene ante sí una serie de retos que, de cumplirlos, le obligará a hacer una auténtica revolución en las filas de la Policía Local.
La primera pasa por sacar gente a la calle. La convocatoria de plazas es la que es y a pesar de que el compromiso del Gobierno local es el de cubrir los vacíos existentes en esta legislatura, también urge el análisis de las auténticas razones que han llevado a la pérdida de policías más allá de bajas o jubilaciones. “Hay que empezar a revisar y revisar dónde está la gente, en qué huecos hay personas que deben salir a la calle porque en donde están no tienen operatividad alguna...”, advierte una fuente policial a este medio. En ese revisar está el análisis de bajas que arrastran años o la existencia de ‘puestos de destino’ de policías que carecen de sentido porque su funcionalidad allí es nula. Mientras, ha habido grupos que han tenido que funcionar con escasez de personal soportando enfrentamientos entre sus jefes directos y bajas continuadas. Vega tendrá que revisar todos los puestos para sacar a más policías a la calle y tener menos en algunos despachos; también, en algunos puntos que pueden ser suplidos con vigilancia privada. La primera decisión ya se ha tomado con el Ayuntamiento y el centro de La Esperanza. Allí no habrá policías, habrá seguridad privada y con ello se podrán recuperar 15 agentes que estarán en la calle, cumpliendo con las competencias municipales asignadas.
Se prevé también una reorganización que, una vez esté terminada, levantará ampollas. Gobernación sabe que se va a enfrentar a más de una polémica cuando ponga sobre la mesa los cambios que tiene que ejecutar si quiere que haya más presencia policial en la calle. Los movimientos de personas que llevan años en las mismas condiciones y en puestos que, se considera, no son útiles va a dar que hablar. Pero la cúpula policial lo tiene claro: la prioridad es que haya más patrullas en las calles para, de esta manera, aliviar la sensación de inseguridad que tiene la ciudadanía y prestar la colaboración que necesitan las demás fuerzas de seguridad cuya merma en plazas es evidente.