Los porteadores obligan al cierre de la frontera

Cientos de porteadores se agolparon contra el paso del Tarajal para intentar cruzar mercancías a Marruecos. Las fuerzas de seguridad contuvieron el avance, que colapsaría la zona internacional.

“Hay porteadores como nunca”. Éstas fueron las palabras con las que un policía nacional acertó a calibrar, a mediodía de ayer, la magnitud de la aglomeración de personas que se agolpaba en la frontera del Tarajal, ansiosas por entrar en Marruecos con mercancías. La presión que ejercieron por cruzar al país vecino, ya fuese cargando bolsas, mantas o bultos, requirió de refuerzos en las líneas de la Guardia Civil y en las de la Policía Nacional, con el apoyo de la Policía Local para regular la circulación.
Aunque las fuerzas de seguridad españolas consiguieron contener el avance de estos cientos de personas, el riesgo de que se internasen en la frontera a la carrera obligó al Instituto Armado a su cierre temporal. La interrupción del tránsito afectó a los peatones y los vehículos, en ambos sentidos, a partir de las 14:00 horas. El bloqueo de la salida a Marruecos fue intermitente hasta las 14:30 horas, momento en el volvió cierta calma, mientras que la entrada a Ceuta estuvo cerrada a cal y canto hasta la misma hora. Desde la rotonda del Tarajal podía verse cómo se acumulaban las personas y los vehículos, que pretendían acceder a la ciudad, en el control de la Guardia Civil hasta alcanzar las garitas de la Policía Nacional (puede ver vídeo en Facebook, en Elfarodigital).
Pese a los gritos y empujones propios del trasiego del comercio atípico, en ningún momento se produjeron lanzamientos de objetos contra los agentes ni otras manifestaciones de violencia más allá del empecinamiento de los porteadores por cruzar los productos al país vecino. Su terquedad hizo que, hasta última hora de la tarde, permaneciesen en la zona sin desistir.   
El cierre de la frontera, unido a la ocupación del último tramo de la N-352 por los camalos, provocó retenciones en esta carretera nacional hacia la Almadraba. A pie, los agentes españoles abrieron un corredor por el que turistas, trabajadores transfronterizos y los niños escolarizados en Ceuta fueron conducidos al pasillo enrejado que lleva al reino alauí. Esta saturación también produce atascos en el lado marroquí que, ayer por la noche, conllevaron esperas de cuatro horas en el lado marroquí, que algunos atribuyeron a los vehículos de los porteadores.
“Éste ya es el tercer día que duermo en Ceuta sin poder llevar esto –dijo señalando el paquete a su espalda– y no pararé hasta que lo consiga”, desveló entre lágrimas una porteadora encorvada que explicó que todo lo hace por sus hijos a quienes no ve durante días. Estaba dispuesta a pasarlo por el paso fronterizo aunque, como explicaron sus compañeras, “por aquí cobramos menos que si lo conseguimos por el Biutz”. A su lado, una mujer con dos paquetes y un joven con síndrome de Down cogido de la mano lamentó la desesperanza en que se encuentran sumidas cada día, sin saber si recuperarán, al menos, el dinero para pagar el taxi que les lleve a casa.
Los habituales de la frontera del Tarajal, testigos silenciosos de la evolución del paso fronterizo, aseguraron que el colapso sufrido ayer ya ocurría con anterioridad en suelo marroquí, es decir, que estas concentraciones de camalos habrían sido importadas a Ceuta.  La presencia de aduaneros marroquíes en el lado español de la frontera no hace sino dar alas a las teorías de los vecinos. De haber entrado a la fuerza o levantado el veto, tal volumen de individuos hubiese colapsado la zona internacional ya que es probable que Marruecos tampoco les permitiese avanzar.
Desde los alrededores de la rotonda, contemplando a cientos de personas que, como las mareas, chocaban contra la frontera blindada y retrocedían hasta el punto de partida, opinaron que parte de los problemas se resolvería impidiendo la pernoctación de marroquíes en el acceso de la Puerta Norte, playa, polígonos y aledaños así como respetando el ‘toque de queda’ por el que tienen que abandonar la ciudad a medianoche. “Ya se cuentan por centenares de madrugada, a los que, a la mañana siguiente, se suman todos los que cruzan a las 7:00 de la mañana y éste es el resultado”, valoró una persona que frecuenta la zona.
Otros encontraron la explicación a esta concentración de personas, a mediodía, en el cierre del Biutz –único paso autorizado fuera del régimen de viajeros– en las primeras horas de la mañana. De acuerdo con su argumentación, aquellas personas que no lograron atravesar los tornos, lo intentaron por la frontera del Tarajal, generando tal aglomeración. Las autoridades del reino alauí decidieron cerrar el Puente sobre las 9:30 horas debido al apedreamiento de los propietarios de la mercancía a los aduaneros en el lado marroquí, según fuentes fidedignas. Otros porteadores, que asistieron al incidente, narraron que los agentes extranjeros llegaron a resguardarse en la parte española del Biutz hasta que cesó la lluvia de piedras.
Unos 45 minutos más tarde, la actividad se reanudó en el Biutz hasta las 11:30 aproximadamente de modo que, según fuentes de solvencia, la acumulación de personas en el entorno fronterizo debió producirse por otra razón. Las mismas voces autorizadas se decantaron porque un parte de los porteadores retenidos en la frontera del Tarajal regresaron previamente a la ciudad autónoma a bordo de los vehículos marroquíes empleados en el transporte de mercancías. Cada automóvil que entra en Ceuta podría trasladar a varios camalos que, a cambio de unos dirhams, podrían probar suerte por la frontera.
La afluencia de porteadores, como ocurrió el resto de la semana, se encuentra bajo mínimos, según la administración. Sin embargo, empresarios como Mohamed Ahmed, portavoz de la Comunidad de Propietarios de los Polígonos del Tarajal, discrepa y estima que son tantos como antes, “como se ve en la cantidad de gente que hay en la frontera”.
El también presidente de La Chimenea criticó que el grupo de la Policía Nacional destinado a las naves “cierre todos los accesos a los polígonos e impide el acceso de clientes, trabajadores y empresarios a sus negocios” y, sostuvo, “favorece que los porteadores lleguen a las consignas irregulares con las manos vacías y puedan cargar allí los conocidos como bultos de ropa de China”. Ahmed recordó que va en aumento el número de empresarios cuyos ingresos han caído en picado y están a punto de dejar su establecimiento.

Sin embargo, todos los marroquíes que visitan la ciudad autónoma no se dedican al comercio atípico. Juan Torres, vocal de la Confederación de Empresarios de Ceuta (CECE) y vicepresidente del Área de Comercio consideró estos hechos un “impedimento al turismo que va en contra de la actividad comercial en la ciudad autónoma”.
Este portavoz de la patronal lamentó que la ciudad lleva ya varios años en que la situación se repite. “Desde el punto de vista turístico, Marruecos es nuestro principal proveedor por proximidad, además de ser un turismo de ida y vuelta porque muchos ceutíes también visitan el país vecino”, planteó Torres.
“El impacto medio anual de ventas del comercio a nivel nacional se sitúa en torno al 50 por ciento, mientras que en Ceuta las ventas al menor rondan el 25 por ciento de media anual en el mejor de los casos. Hemos llegado a estar en el 15 por ciento, pero desde hace años se ha producido un incremento por la mejora de la ciudad en los últimos diez años. Es cierto que este porcentaje podría ser mayor si no hubiera tantos cierres y colapsos en la frontera, que están perjudicando al comercio”, argumentó este representante de la Confederación de Empresarios.
A juicio de Torres, las expectativas son “buenas” porque la crisis está “en recesión y se nota que este año hay un mejor talante y los ceutíes consumirán más”. Desde esta entidad empresarial creen que esta campaña de Navidad será “buena, pero también va a depender mucho de la fluidez de la frontera”.
Por otra parte, los comerciantes apuntaron como otro posible motivo del repunte de porteadores de ayer a que el Biutz permanecerá cerrado hasta el miércoles de la semana que viene por los festivos.