Como es la segunda ocasión en la que D. Francisco Olivencia me dedica unas críticas, me atreveré a responderle. En primer lugar le agradezco que en este segundo artículo, el titulado “Una mirada a la historia” y publicado en este medio el pasado domingo, haga referencia a mi nombre ya que en el primero (“Jugar con fuego”) no fui distinguido con tal. D. Francisco critica mi falta de rigor a la hora de narrar en un programa de COPE, el paso de Ceuta a la corona española tras la sublevación de Portugal a finales del año 1640. Según se desprende de su artículo mis errores son los relativos al tiempo que transcurrió desde la sublevación portuguesa hasta la toma de decisión del Rey Felipe IV de cesar al gobernador portugués de la plaza, a que la mayoría de la población ceutí seguía siendo portuguesa y a que el pueblo de Ceuta si tuvo algo que ver o que participó de forma activa en el mantenimiento de la lealtad de la ciudad a la corona española.
Diré en mi descargo que no soy historiador y que los hechos históricos me interesan tan solo en cuanto sitúan a los actores sociales y políticos en un determinado contexto. También reconozco que en mi libro la introducción histórica es tan solo eso, una introducción, que sirve para entender lo sucedido y lo que sucede ahora. Mi intervención en la COPE giraba precisamente alrededor del mito fundador de una Ceuta plenamente hispánica sobre la base de la aclamación o el plebiscito popular, postura que mantengo, aunque en lo demás puedo estar errado, si bien al igual que D. Francisco he seguido a autores como Antonio Carmona Portillo que en su Historia de Ceuta dice textualmente: “en diciembre de 1640 Portugal se separó de los Austrias y juró fidelidad a Juan IV, duque de Braganza. Esta sublevación se conoció en Ceuta en febrero de 1641, siendo gobernador Francisco de Almeida que mostro una actitud ambigua” Así que esa es la causa de que hablara de tres meses cuando quizás debía haber dicho dos meses y unos días. Igualmente respecto a la población mayoritariamente portuguesa, el mismo Antonio Carmona dice: “todo este trasvase de población iba haciendo a Ceuta cada vez mas castellana y preparando el ambiente para una pronta segregación de Portugal, cuando este país decidiera en 1640 separarse de la corona de los Austrias”.
Creo, admitiendo mis errores, que estas son cuestiones accesorias ya que lo más importante era destacar el error que supone observar los hechos históricos desde nuestra perspectiva y nuestras preferencias actuales. La historia es utilizada y deformada según las necesidades del momento como forma de explicar el presente y proyectar el futuro, es entonces cuando nace el mito y es este el que alimenta y justifica la acción y la visión actual.
El mantenimiento de la lealtad de Ceuta a la corona española fue el resultado de la acción de los nobles ceutíes y del ejército y no del pueblo. No hubo plebiscito ni levantamiento popular que proclamase la españolidad de Ceuta. En aquellos tiempos las lealtades se debían principalmente a los soberanos, no existía el concepto moderno de ciudadano, solo el de súbdito. El mito de la población de Ceuta plebiscitando por ser española es un mito fundador como el del 2 de mayo y el nacimiento del concepto moderno de nación española o el de los decretos de Nueva Planta y el de una supuesta nación catalana. Todos los pueblos, pero especialmente sus elites, necesitan de estos mitos que expliquen su pasado y legitimen su presente. Este era el sentido de mi intervención en la COPE y el de parte de mi libro que trata precisamente de revisar algunos mitos con los que comulgamos sin apenas cuestionárnoslos.
La versión de que la adhesión de Ceuta a la corona española tuvo su origen en la voluntad popular y no en la de sus elites está tan extendida que aparece en los discursos oficiales de la Ciudad, en la publicidad institucional o en diversos autores y articulistas (dense un paseo por la red y lo comprobaran) hasta el punto de que Antonio Guerra Caballero, estudioso de la historia ceutí, confesara en este mismo medio el 7 de mayo de 2012, que “uno siempre se había formado antes la opinión de que la conversión de aquellos portugueses a la Corona española fue voluntaria y libremente expresada en un plebiscito. Y, efectivamente, todo indica que fue en forma muy parecida, pero con ciertos matices, según la Historia de Ceuta-2000 y otros documentos hallados que acreditan de forma fehaciente que aquella adhesión a España ni fue por unanimidad del pueblo ni mediante plebiscito, ni del todo pacífica, sino más bien porque así lo quisieron las fuerzas vivas de la ciudad (nobleza y ejército)” Los mitos sirven de sostén para el discurso político actual pero no son validos para explicar de forma científica nuestro pasado. Y que nadie se rasgue las vestiduras o se muestre sorprendido porque a la españolidad de Ceuta no le hacen falta mitos.
(*) Autor del libro “Ceuta, convivencia y conflicto en una sociedad multiétnica”.
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