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Los médicos dicen que su actuación fue la correcta con los recién nacidos

Complicado y largo el juicio seguido ayer en la sala del juzgado de lo Penal número 1 para esclarecer si el 30 de noviembre de 2006 se produjo un caso de negligencia médica en el antiguo hospital de la Cruz Roja que derivaría en un supuesto delito de homicidio por imprudencia profesional grave.

Los perjudicados de esa hipotética mala praxis fueron unos mellizos, nacidos en la semana 24 de gestación, con poco menos de 500 gramos y que murieron a las 17 horas (en el caso de la niña) y a las 10 horas (en el caso del niño)de haber sido paridos. Eran unos prematuros extremos y ayer, en la primera sesión del juicio oral que se reanudará el 5 de marzo, se perseguía esclarecer una cuestión básica: ¿eran viables y por tanto habría que haber intentado reanimarles nada más nacer o por contra hacerlo habría sido perpetuar aún más su agonía?
En el banquillo de los acusados dos médicos a los que se les pide una considerable pena de cárcel además de inhabilitación. El Ministerio Fiscal, en su exposición provisional, solicita cuatro años de cárcel y otros seis de inhabilitación para los médicos Jorge Javier Q.G. y Saul O.A., al considerar que incurrieron en un delito de homicidio por imprudencia profesional grave. Es la misma petición cursada por el abogado de la Acusación Particular salvo que éste añade además la existencia de otro delito, el de intrusismo, por el que pide 12 meses de cárcel con el pago de 50 euros de cuota diaria. Ambos coinciden en la petición de una indemnización para los familiares en concepto de daños morales de 500.000 euros.
En su declaración de ayer los dos médicos mantuvieron que su labor aquella madrugada fue la correcta. Así lo mantuvo el acusado J.J.Q.G., que siendo especialista en medicina familiar y comunitaria además de médico de urgencias ejercía a modo de pediatra aun sin tener titulación, y el llamado S.O.A., médico y pediatra aunque sin su título homologado todavía por el Ministerio. Ambos fueron sometidos a un interrogatorio duro porque duros eran los hechos enjuiciados, que han llegado a vista oral seis años después de sucedidos y tras padecer años de bloqueo en distintos juzgados y pasar por varios magistrados.
El médico J.J.Q.G. aclaró que pese a no tener título de pediatra tenía suficiente experiencia y que había llegado a atender varios casos de nacimientos de neonatos en el hospital. Recordó cómo aquella madrugada del 30 de noviembre de 2006 él estaba de guardia y fue requerido en el paritorio por la ginecóloga ya que había ingresado una parturienta de 24 semanas de gestación con un parto en curso y además gemelar. Se trataba de un caso complicado. ¿Qué sucedió? Que los niños nacieron de manera prematura, con escasos 500 gramos de peso, y el médico decidió que no eran viables. J.J.Q.G. aclaró ante la sala que consultó previamente con el otro imputado, S.O.A., sobre este extremo. Lo hizo por teléfono, ya que el otro médico estaba de guardia localizada y no se presentó en el hospital hasta las ocho de la mañana del día siguiente.
Aseguró que ambos estuvieron de acuerdo en la inviabilidad de ambos neonatos y que él personalmente se lo hizo saber al padre de las criaturas. “Le hablé de la probable inviabilidad, que había sido un parto problemático y el padre lo entendió perfectamente”, señaló. Dejó claro que la decisión de no practicarles reanimación alguna se tomó entre él y su colega por teléfono e informando al padre, aunque esto último se hizo verbalmente. “Le informé, le dije que no les íbamos a reanimar, le informé de todo”, aclaró. Los niños respiraban, nacieron vivos, pero eran “unos prematuros de extrema gravedad” con una muerte más que segura. Eso es lo que pensaban ambos imputados y tomando como referencia los protocolos existentes en el campo de los neonatos actuaron de esa manera. En su exposición el acusado aclaró que los bebés nacieron con poco tono muscular y una mala frecuencia cardiaca. Con esos parámetros y habiendo nacido en un hospital como el de la Cruz Roja de nivel 1 y sin UCI neonatal (hoy en día tampoco la hay) la posibilidad de muerte era clara. Como “no es lo mismo nacer en Los Ángeles que en Centroáfrica”, dijo J.J.Q.G., la viabilidad ante un parto de estas características en la infraestructura que ofrecía Ceuta era imposible. “Yo exploré a los niños y hubiera hecho lo mismo aunque hubieran pesado 550 gramos”, espetó el médico, considerando que nacieron en unas condiciones nada favorables.
Visiblemente afectado J.J.Q.G. aclaró que nada tenía que ocultar con su actuación médica y que dejó pasar a todos los miembros de la familia para que vieran a los neonatos porque, entendía, era lo mejor, a modo de despedida. Consideró que había hecho lo correcto “como médico y como padre” y les advirtió que los niños podían morir en “minutos o en horas”, negando que les hubiera dicho que la muerte se iba a producir en menos de diez minutos tras el parto. No lo dijo porque “nadie sabe lo que pueden durar, el futuro es incierto”, avanzó. Haberle dado un tratamiento inicial para intentar sacarlos adelante habría sido, a juicio del imputado, “alargar el sufrimiento” de los hermanos. “Si con los conocimientos que tengo hubiera creído que podían vivir, lo habría hecho”, sentenció. Por eso ordenó que no se le administraran las atenciones básicas como darle calor en una cuna térmica a los pequeños, secarles, darles oxígeno y comprobar si, de esta manera, reaccionaban de manera positiva.  “Si hubiera tenido la más mínima duda de que habrían vivido, lo habría hecho”, dijo, recordando que ya, sin que todavía hubieran nacido, las probabilidades eran escasas porque el cuadro de parto que se presentaba era complicado. Se estaba ante una mujer con cólico nefrítico que le provocó un parto adelantado, de 24 semanas de gestación y encima gemelar. Todos los componentes para que el destino no fuera bueno.
El imputado negó que los padres le hubieran dicho que querían que los pequeños fueran evacuados a Cádiz y sencillamente recalcó que lo que se hizo fue esperar a que murieran ya que la tasa de mortalidad en el caso de prematuros en 2006 era del 100%; de hecho de haberse facilitado una evacuación los hermanos habrían muerto en el camino, mantuvo. “Si mi mujer hubiera sido la que estaba en ese estado hubiera hecho lo mismo”, aclaró. En su defensa dijo que ni él ni su compañero S.O.A. se plantearon alargar la agonía de los neonatos, ya que tenían claro que no eran viables porque la oxigenación no llegaba y porque se habían tenido en cuenta todos los parámetros. “Basé mi decisión en criterios científicos”, indicó, defendiendo su trabajo en la tenencia de certificados profesionales de haber hecho reanimación a prematuros a pesar de no ser pediatra. “No me arrepiento de lo que hice”, aclaró.
En la misma línea declaró el otro imputado, el médico S.O.A., que era quien, estando de guardia localizada, hablaba sobre el caso por teléfono con su colega. “Según el protocolo”, insistió, “no se debía reanimar”. Ese protocolo establece que el límite para la vida está en las 24 semanas de gestación y los 500 gramos de peso. Todo lo que sea por debajo de ambas franjas es incompatible con la vida, según marcan los protocolos. Así que reanimar a recién nacidos que no alcanzan ese límite es hacerles sufrir. De acuerdo a estas bases se actuó en el caso de marras y el asunto era tan claro que el médico imputado no acudió al hospital y se ciñó a hablar en dos ocasiones por teléfono con su colega, a pesar de que éste no fuera médico pediatra titulado pero sí contar con experiencia. “Era un embarazo de alto riesgo, en un hospital de primer nivel, con un cólico nefrítico...”, así que las posibilidades de que los bebés vivieran eran, a ojos de ambos, imposibles. Lo niños nacieron con hematomas porque venían atravesados, con un “aspecto deprimente” en un caso de “extremo total” y con un sistema de coagulación no desarrollado por lo que corrían el riesgo de sufrir hemorragias espontáneas.
“Nuestra conciencia está tranquila, ellos” -por la familia- “nunca nos dijeron que evacuáramos a los niños”, dijo, a pesar de reconocer que el hecho de haber nacido en un hospital como el de Ceuta ya quitaba puntos. El hecho de que no examinara a los niños y se ciñera a valorar el caso por teléfono fue muy criticado por el letrado de la Acusación Particular a lo que el imputado replicó que el hecho de que estuviera o no allí físicamente, a pesar de vivir a escasos 100 metros del clínico, no habría cambiado nada. “Con los protocolos tan claros nada iba a cambiar que estuviera allí, los recién nacidos estaban en muy mal estado”, sentenció. “Nosotros somos profesionales, nuestra misión es salvar vidas, no somos asesinos”, espetó, reflejando, al igual que su colega de profesión y banquillo que nunca se les planteó duda alguna sobre la posibilidad de vida.

La acusación retira el delito de falsedad documental

En un principio la Acusación Particular había planteado la existencia de otro delito más con el que aumentar la petición carcelaria para los médicos acusados. Se trataba de la existencia de una posible falsedad documental, ya que el peso de los niños fue alterado en el libro de registro. Por dicho delito se pedían 3 años y 6 meses más dos de inhabilitación, como en la fase de instrucción los acusados no fueron preguntados sobre este extremo el admitir la existencia de este delito hubiera supuesto volver todo el caso a la fase de instrucción para preguntarles sobre este extremo lo que habría ralentizado aún más el juicio. Para evitar esa nueva dilación se optó por retirar la acusación. En el libro del registro aparecieron unos pesos de los niños que después fueron tachados y modificados restándoles entre 40 y 60 gramos. Los acusados dicen que fue un error porque se habían pesado a los niños con pinzas y sin ellas.

Algunas claves

Apagar de 5 sobre 10
Hubo enfrentamiento de posturas en torno a la viabilidad de un neonato con un apgar de 5 sobre 10. Algunos de los declarantes consideraron que para un neonato era un resultado del test compatible con la vida y en cambio otros dijeron que no.
La vida de los neonatos
Los nacidos aguantaron con vida 17 horas, en el caso de la niña, y 10, en el caso del niño. El parto se produjo de madrugada y los neonatos estuvieron sin reanimación hasta su muerte al prevalecer que eran inviables.

Edad, peso y protocolos
Hubo dudas enfrentadas en la sesión de ayer acerca de la viabilidad de los nacidos con menos de 500 gramos y con 24 semanas de gestación. Algunos defienden que los bebés habrían sido viables si hubieran sido reanimados nada más nacer.
El hospital
Hubo cuantiosas referencias y muy críticas hacia la infraestructura sanitaria que se tenía en Ceuta en 2006 con el viejo hospital de Cruz Roja operativo. Las palabras déficit y atraso se repitieron en demasía.

La declaración de los padres, el 5 de marzo

Los padres de los neonatos y los respectivos abuelos habían acudido en la mañana de ayer a los juzgados. Desde primera hora esperaban la llegada de un juicio que ha tardado en celebrarse seis años después de que se denunciaran los hechos en comisaría. La justicia, lenta, ha llegado y para ellos suponía el punto y final a años de pesadilla. El bloqueo judicial que amenaza a tantos casos se ha cebado de buena manera con este, ya que han sido muchos los años perdidos en los que ningún magistrado reactivaba el asunto, que quedaba perdido pasando de juez a juez. Los padres de los neonatos pusieron el asunto en manos del Defensor del Paciente, que dispone de una amplia red de abogados que se encargan de defender asuntos que tienen que ver con una posible mala praxis médica. En la sesión de ayer solo hubo tiempo para escuchar las voces de los médicos y los peritos que son los que aportan el lado más profesional, objetivo y científico del tema.
Para el próximo 5 de marzo, según la agenda judicial ha permitido, se ha señalado la segunda de las vistas orales en las que podrá escucharse el testimonio de los padres de los mellizos así como de los abuelos. Será la parte del juicio más sentimental, ya que se pondrán en valor las declaraciones de quienes padecieron la muerte de los dos prematuros.
Hasta la fecha ellos han mantenido que nadie contó con su opinión para no reanimar a los pequeños, también han denunciado que no les permitieron tapar a los niños, que abrieron una de las ventanas de la sexta planta del hospital para acelerar la muerte de la pareja y que no se les consultó una posibilidad de evacuación. Son versiones que chocan directamente con las mantenidas por los acusados. De igual manera se ha dejado para la vista del 5 de marzo las declaraciones de los matrones y demás profesionales médicos que estuvieron el día de marras en el hospital. También para esa jornada, que se celebrará mañana y tarde, se ha dejado las conclusiones finales de cada una de las partes.

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