Si cierto es que la película que nos atañe adapta en su guión un libro que recopila las narraciones del proceso de captura de un sanguinario hampón de los años cuarenta en Los Ángeles, y es por ello que no se le puede achacar toda la falta de originalidad al libreto, lo cierto es que el producto final de Gangster Squad insta constantemente a rememorar anteriores cintas del género negro, la mayoría mejores.
Los ingredientes necesarios para un buen cóctel mafioso los podremos encontrar sin una sola ausencia en este último trabajo de Ruben Fleischer, autor que se dio a conocer con su ópera prima Bienvenidos a Zombieland. Grupo de policías al margen de la ley luchando contra los malos que se adueñan de su ciudad, con especialistas en cada campo (obvio toque Elliott Ness), cupo étnico-racial cubierto, líder dispuesto a todo, chica del malo en apuros por liarse con el bueno (brochazo a lo L.A. Confidential), alguna baja sonada, balas y sangre por doquier, peleas a puñetazos y una gran ambientación condimentan este pastiche digerible por lo dinámico e interesante en lo referente al campo interpretativo, con un reparto lustroso que mezcla actores consagrados como Sean Penn (haciendo de bestia parda que tiene bajo puño de hierro sometida con sus fechorías y falta de escrúpulos a la ciudad) o Nick Nolte (jefe de policía superado por los tiempos que vive) con caras también consagradas que han irrumpido con juventud y fuerza hace pocos años en el mundillo. Ryan Goslin (Drive, Los idus de marzo) ilumina con carisma a un joven policía tan dedicado como enamorado de la femme fatale, seductora y solicitada Emma Stone (Criadas y señoras, The Amazing Spider-Man); Josh Brolin (este, eso sí, algo más talludito que Goslin o Stone, que no en vano era parte del reparto juvenil de Los Goonies) será el rudo sargento que una a estos valientes guardianes de la ley en su guerra de trincheras contra la corrupción de los estamentos y la impunidad que se compra con dinero y amenazas. Y es que alguien tiene que hacer el trabajo sucio.
¿Qué fruto da el olmo si no se le puede pedir peras? ¡Palomitas! Como ejemplo esta obra que aunque no se plasme en nuevos aportes al bagaje cinéfilo del espectador, que ha visto mil veces el desfile de efectivos clichés, acaba logrando que nos rindamos a la evidencia de que son eso mismo: efectivos e idóneos para un buen rato de sencilla expansión mental de usar y tirar en la butaca de un cine, eso sí, si no nos pilla en un día exigente…