La salud alimentaria es un plato de pocos ingredientes: profesionales, agentes de control y consumidores. Son estos tres componentes, escasos pero sustanciosos, los que deben conformar el guiso más suculento: la prevención de enfermedades asociadas al consumo de alimentos.
El extremo del consumidor, el último eslabón de la cadena alimentaria, ha de estar sensibilizado y reconocerse como sujeto activo del proceso. Así vino a señalar ayer Lázaro López, miembro del Instituto de Salud Carlos III, después de impartir la última clase magistral con la que concluían los cuatro meses de formación para la cuarta generación de diplomados en Sanidad Pública de Ceuta. La presencia de Lázaro López, del Instituto de Salud Carlos III, culminó la treintena de docentes con los que ha contado la cuarta edición de esta diplomatura en Sanidad Pública, cuya clausura tuvo lugar ayer en el ayuntamiento. Al acto acudió una nutrida representación institucional. De entrada, todos los organismos vinculados a la salud: Hakim Abdeselam, consejero de Sanidad y Consumo -ente coorganizador-, Fernando Pérez-Padilla, director del Ingesa, y Jesús Ramírez, decano de la faculta de Ciencias de la Salud. Más información, en la edición impresa de El Faro.
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