Cuando al politólogo y militante del PCE, Santiago Armesilla, le preguntaron cómo era posible que una parte significativa de la población española aceptara sin problemas los discursos políticos plagados de contradicciones e incongruencias, este argumentó que la causa se encontraba en las sucesivas reformas educativas padecidas desde los años setenta que habían “deconstruido” la cabeza de generaciones de españoles.
Como sucede cada vez que en Ceuta se vulnera la ley con la entrada forzada de inmigrantes (me niego a utilizar el término migrante que igual sirve para el que entra que para el que sale) de forma violenta porque violentar es entrar por la fuerza (busquen en la RAE) aparecen con profusión las declaraciones de los indignados morales ya sea desde la izquierda divagante populista (la ex jueza Carmena alegrándose de la vulneración de la ley como paradigma) ya desde aquellas formaciones políticas de carácter estrictamente local que jamás tendrán responsabilidad en asuntos de frontera (es fácil criticar cuando nunca te vas a ver en esa responsabilidad) o desde organismos como Amnistía Internacional que sin rubor afirman que las palabras del Delegado incitan al odio obviando que en este país los odiadores profesionales son los nacionalistas y sus corifeos populistas (la turismofobia es la última moda del racismo selectivo) y que si alguna actitud puede provocar rechazo es precisamente este tipo de inmigración impuesta a la población española que por cierto y de forma mayoritaria, prefiere una inmigración regulada (el CIS dixit)
Habría que preguntarles a estos indignados que tipo de modelo de inmigración quieren para este país. Que den soluciones concretas ¿Cómo evitaran las entradas masivas de personas a la carrera vulnerando la frontera? ¿Serán capaces de detenerlos solo con buenas palabras y abrazos o simplemente les dejaran pasar a todos en jornadas de puertas abiertas? ¿Qué harán con las relaciones con un país soberano como Marruecos? ¿Les obligaran por la fuerza a que acepten nuestras directrices sin rechistar como si estuviéramos en los tiempos del Protectorado?
Sí, ya se las respuestas de estos genios: la ayuda y la cooperación en origen para que no se vean obligados a emigrar. El problema es que la ayuda a la cooperación ha demostrado ser en algunos casos contraproducente para el desarrollo de estas sociedades y en lo que se refiere a esta cuestión de la inmigración ha demostrado que no frena los flujos a Europa. Y es que no existen las soluciones fáciles a los problemas complejos, algo que parece dominar nuestras sociedades actuales donde la realidad (esa palabra proscrita del lenguaje progre) debe acoplarse a lo que creemos que debe ser y si no lo hace es a causa de fuerzas oscuras y malintencionadas que no lo permiten. Hace unos días leí un artículo de cierta política ceutí que se vanagloriaba de su creencia en la utopía creyendo de esta forma que alcanzaba algún tipo de superioridad moral sobre el resto de los mortales. Como dice mi maestro Antonio Escohotado la utopía además de una memez es una inmoralidad, así que menos supersticiones y más soluciones reales al problema de la inmigración.
Quedamos a la espera.
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