Los hechos son sagrados

En Badalona se ha vuelto a cumplir al pie de la letra el aserto de que la conciencia crítica de la sociedad de acogida respecto de la inmigración es vista como una actitud xenófoba y racista. Sin embargo, la conciencia crítica del inmigrante respecto de la sociedad de acogida es vista como loable, normal, aceptable y, hasta, con simpatía. En el folleto que el presidente del PP en esa ciudad catalana, Xavier García Albiol, repartía en un mercadillo se trataba con cierta dureza a los inmigrantes rumanos, a los que se acusa de hacer inseguros ciertos barrios de Badalona. Visto lo que nos ha caído a los españoles procedente de la inmigración, no me cabe la menor duda de que García Albiol debe de estar cargado de razones para haber asumido lo que se dice en el folleto. Inmediatamente el mundo ‘políticamente correcto y bienpensante” ha puesto el grito en el cielo. Ha tachado el panfleto y a los dirigentes del PP de Badalona de racistas y de xenófobos. La cantinela de siempre. Pero el colmo llegó cuando la presidenta de ese partido en Cataluña, Sánchez-Camacho, que también repartió el folleto, se disculpó, miserablemente, eso sí, manifestando que no había reparado en su contenido y que “fue una visita muy rápida”. Estos politicastros de tres al cuarto no tienen agallas para mantener y sostener lo que en puridad creen.
Si los inmigrantes que nos han asaltado son unos ‘angelitos’, que no merecen ni la más suave crítica, entonces que alguien nos explique por qué son extranjeros la tercera parte de los casi ochenta mil reclusos que hay en las cárceles españolas. ¿Qué podemos decir, entonces, de esas miles de extranjeras, la mayoría ilegales, que ejercen la prostitución en las calles de nuestras ciudades? ¿Y de esos miles de extranjeros de toda laya que se dedican al proxenetismo, al robo, al crimen, al terrorismo, a la falsificación de documentos, a la extorsión, a integrarse en bandas mafiosas de todo carácter, al robo de vehículos, y un enorme etcétera? Allá por marzo del lejano año 2006, el Partido Andalucista sostenía que “las nuevas mafias que actúan en Andalucía plantean una amenaza creciente para nuestra sociedad con la que, de no ponerle remedio a tiempo, se corre el riesgo de socavar gravemente la seguridad ciudadana”. Y, claro, no se hizo caso, y la seguridad ciudadana se ha socavado. Por aquel tiempo, según las estadísticas oficiales, en España había 1.133 grupos criminales. ¿Cuántos habrá ahora en este año de gracia de 2010?
Llegados a este punto, se hace preciso recordar que cuando en febrero-marzo del año 2001 centenares de ilegales se encerraron en iglesias y Universidades de España,  organizaciones tales como APDH-A, CCOO, Plataforma Papeles para Todos (Presidenta Norma Falconi), CGT, UGT, ATIME, PSC, IC-Els Verdes, IU-CA, y no pocos socialistas, llamaron a esconder a los ilegales y a desobedecer la Ley de Extranjería, y como consecuencia de todo ello, el gobierno de Aznar fue puesto de rodillas y claudicó. Se les concedió ‘papeles para todos’ y aquí paz y mañana gloria. Pues bien, de aquellos polvos vienen todos estos lodos de la prostitución, el crimen, la extorsión, etc, etc,.     Pero claro aquellos inefables, Josep Ramoneda, de El País, Pascual Maragall, el entonces alcalde de Barcelona, Joan Clos, el malhadado Caldera, Consuelo Rumí, Norma Falconi y demás fauna, que tomaron posición a favor de los encerrados, armando mucho ruido, son los responsables, en no poca medida, de lo que ocurre en nuestras ciudades con los inmigrantes. Peor, todos ellos se han quitado de en medio junto a sus familias y han dejado al populacho para que aguante y socialice a todos esos inmigrantes que nos han asaltado en los últimos quince años. Ahora, esos individuos se rasgan las vestiduras cuando ese populacho está hasta los ‘mismísimos’ de aguantar las tropelías y putadas de los inmigrantes que han hecho que esos barrios se hayan convertido en guetos y en un infierno.
Pero claro, ellos, esos demócratas de pacotilla pasan ahora por ser unos demócratas del copón. ¡Venga ya! Lo vuelvo a repetir, esta inmigración es el abismo en el que acabaremos despeñándonos, si no hemos empezado a hacerlo ya. Aquí se ha fabricado el mito de la inmigración, y así nos va. Los hechos son sagrados, sí, lo son, pero las opiniones son libres.