Según la organización “Ecología y desarrollo” los hechos más relevantes sobre Responsabilidad Social Empresarial en 2010 fueron: el vertido de petróleo en el Golfo de México, la filtración de Wikileaks, el valor de los bonus, el futuro del clima y la resistencia de la RSE a la crisis económica. Pasamos a comentar cada uno de ellos. El derrame de petróleo a finales de abril del pasado año en la plataforma Deepwater Horizon, uno de los mayores de todos los tiempos, ha tenido graves repercusiones medioambientales y ha reabierto el debate sobre la viabilidad de las extracciones en aguas profundas. Lo que hay detrás de esto es la necesidad desaforada de consumo energético en una sociedad en la que, lejos de replantearse un cambio de modelo de producción, se continúa con las mismas pautas y comportamientos de consumo de comienzos de la revolución industrial. Por este camino, los signos de agotamiento del planeta cada vez se harán más patentes. Como siempre, los más perjudicados serán los más pobres. No obstante, al contrario que hubiera ocurrido en otros tiempos, la repercusiones en el valor de las acciones de BP y el desprestigio a nivel mundial de la petrolera no se han hecho esperar. Quizás esto haga a otras grandes corporaciones replantearse sus medidas de seguridad y de producción responsable.
Las filtraciones de Wikileaks han sido uno de los hechos más relevantes en el camino hacia la sociedad que yo llamo de la “información total”. Y aunque, por el momento, los más perjudicados han sido los gobiernos y los grupos diplomáticos del mundo entero, fundamentalmente de los Estados Unidos de América, las grandes corporaciones no van a estar ajenas a todo esto. Julian Asange ya advirtió que saldrán a la luz casos que implican directamente a grandes empresas. A pesar de que algunas de estas empresas dejaron de prestar servicios a Wikileaks, muchos internautas honrados han unido sus fuerzas y han atacado las páginas webs de las mismas. La batalla no ha hecho más que empezar.
El valor de los bonus a los directivos responsables de llevar a la ruina a medio mundo han seguido subiendo a pesar de la crisis económica. En Estados Unidos, aunque las recientes normas aprobadas aumentan el control del sector financiero, sin embargo, la remuneración de los altos ejecutivos y la limitación de las primas millonarias, sobre todo a aquellos ejecutivos de empresas que habían sido rescatadas con fondos públicos, no han podido ser reguladas. Incluso en la reunión del G-20 en la que se analizó el asunto no se pudo llegar a un acuerdo. Es decir, que los que pensaban que la crisis financiera iba a ser la oportunidad para refundar el capitalismo sobre bases más éticas y responsables, parece que no lo están consiguiendo. Quizás Carlos Marx llevaba razón al decir que el capitalismo no tendría solución más que cuando se destruyera como consecuencia de sus propias contradicciones internas. No obstante, mientras llega o no llega esta revolución, merece la pena que sigamos presionando para que las empresas sean cada vez más responsables.
El futuro del clima recibió otro varapalo en la reunión de Copenhague, la COP15, que no consiguió un compromiso global de reducción de las emisiones de carbono. No obstante, en Cancún se celebró otra cumbre con mucha menos atención mediática, en la que se consiguieron algunos pequeños acuerdos, sobre todo fruto de las presiones de la sociedad civil y de las iniciativas innovadoras tanto públicas como privadas.
La RSE resistió a la crisis. Aunque desde el comienzo de la crisis financiera actual muchos vaticinaron que las prácticas de Responsabilidad Social Empresarial sucumbirían, no ha sido así. Lejos de ser una moda pasajera, o una mera estrategia de marketing, la RSE ha demostrado que es un factor que mejora la competitividad y los beneficios de las empresas. En plena crisis se han incrementado los fondos invertidos con criterios de responsabilidad y también han aumentado notablemente las empresas que publican y elaboran memorias de sostenibilidad. Quizás haya sido la presión ciudadana la que ha llevado a las empresas al convencimiento de que dejar de lado la RSE no es una buena idea. En cualquier caso, el planeta y la humanidad lo agradecerán.
De todas las noticias anteriores, la última es la que nos puede llevar a pensar que, pese a todo, el futuro aún no está perdido. La clave está en que cada vez seamos más los que colaboremos en extender las prácticas responsables en nuestros comportamientos diarios.