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Los “fachos” de Ceuta y del Sur de la Península

"Facho” significa vigía protegido por una almenara o torre desde la que se divisa una zona a vigilar. Se trata de un sistema de vigilancia visual desde las alturas, que fue implantado por los árabes cuando el año 711 invadieron España, mediante la construcción de numerosas “atalayas” en lugares estratégicos para poder detectar la presencia de los cristianos. Cuando los portugueses conquistaron Ceuta, se encontraron con que los magrebíes que les precedieron tenían aquí ya adoptado este mismo sistema de vigilancia, que luego Portugal perfeccionó y  transmitió a los españoles.
Es por ello, que estos Fachos jugaron un papel muy importante en la defensa de Ceuta, formando parte del dispositivo militar. Y, habiendo hoy ya casi desaparecido sus vestigios, no cabe duda que la divulgación escrita de su anterior existencia como tales medios de defensa de Ceuta, les hace recobrar su valor histórico. Algunos de ellos fueron derruidos por interés militar y otros se conservan ya en muy mal estado, excepto la red de garitas que todavía se encuentran bordeando toda la costa, que vienen a ser como una versión menor de los Fachos, a los que se les situaba en los lugares más altos y a modo de torre fortificada.
La revista “Jábega” de la Diputación de Málaga, en su nº 27 del año 1979, recoge un trabajo de D. Carlos Gonzalbes Gravioto titulado “Los Fachos de Ceuta”, que reproduzco con datos añadidos por mí, porque constituyeron en el pasado un medio de defensa contra los numerosos y prolongados sitios que la ciudad sufrió, llegando a estar asediada por el Sultán de Marruecos Muley Ismail de forma permanente durante más de 30 años. Los Sultanes marroquíes llegaron a utilizar hasta cientos de miles de sus soldados con la intención de recuperar Ceuta al precio que fuera, a veces en la proporción de cien magrebíes contra un solo español o portugués.  Es por ello difícil de imaginarse cómo un puñado de españoles pudieron repeler una y mil veces todos los intentos  desesperados de unas tropas tan superiores en número. El éxito se debió en gran parte al sistema defensivo de fortificaciones, como los Fachos, que hicieron de Ceuta  una ciudad casi inexpugnable.
Pero no sólo fueron utilizados los Fachos para la defensas de la ciudad contra sus atacantes o sitiadores, sino también contra la piratería que desde 1610 ejercieron los moriscos  expulsados de España intentando saquear nuestras costas, principalmente unos 3.000 de ellos que, al ser expulsados de la población extremeña de Hornachos, se establecieron en Rabat, fundando la República del Salé, que incluso fue reconocida por varios países europeos. Se dedicaban mayormente a la piratería, haciendo numerosas incursiones y daños en las costas españolas, en las que desvalijaban todo lo que encontraban a su paso. Debido a ello, tanto para Ceuta como para las costas andaluzas, España se vio obligada a organizar flotas de galeras y a jalonar las costas con toda una serie de atalayas que produjeron el efecto contrario al que en su día facilitó el Conde D. Julián, pues si bien éste favoreció la invasión árabe de la Península Ibérica permitiéndoles el paso del Estrecho, tanto con las flotas españolas como con las torres vigías de Ceuta y Sur de España, esta vez se impidió que los moriscos y sus correligionarios del Norte de África volvieran a invadir y saquear Ceuta y las demás costas españolas. De ahí también el valor histórico que los Fachos  tienen.
Los Fachos prestaron un inapreciable servicio a la estrategia militar tanto en la época portuguesa como en la española. Su distribución por el territorio de la ciudad ayudó a articular la tenaz resistencia que en todo momento se puso en la defensa de esta ciudad. La distribución de los puntos vigías de observación que vigilaban los campos de operaciones a través de los siguientes Fachos: 1.- Por medio de los “Atalayas”, un cuerpo que de día exploraba el terreno por la mañana temprano, previamente a la salida de las tropas y ciudadanos  fuera del llamado Campo Exterior. 2.- Los “Escuchas”, que tenían la misión de espiar por la noche al enemigo más allá de la seguridad de las Murallas Reales. También desempeñaban este papel los vigías nocturnos que montaban guardia en los distintos puntos del Hacho. Mediante “Albarranas”, o torres situadas fuera del recinto militar, podían detectar la proximidad del enemigo entre la barbacana y el foso. 3.-Y luego estaban los “Fachos”, encargados de vigilar la zona desde puntos altos, casi siempre desde altas torres y mediante escuchas de mucho peligro.
Los “facheros” tenían cierta protección fortificada, aunque no todos se situaban dentro del recinto amurallado; y, cuando descubrían algún peligro avisaban unas veces mediante descargas de armas de fuego y otras veces mediante señales o consignas previamente convenidas con señuelos de distintos colores puestos sobre uno cesto colocado en lo alto de un mástil.  En Ceuta, primero sirvieron de Facho las torres del Arrabal de Fuera, que correspondían al foso llamado por Al Ansari en el siglo XV Alb Afiz al Akbar (albacar en español), que perduró hasta el siglo XVIII. Este Facho árabe, seguía un trazado hacia el barranco del arroyo que conducía el agua de lluvia al pozo “Chafaris”, citado por Al Ansari como una fuente llamada “Siqayat al Qubla” (fuente de la cúpula), que contenía un estanque alargado que se comunicaba con un pozo del que se extraía agua muy buena.
Tenía la fuente una bóveda sobre cuatro columnas. A su alrededor había unos 80 pozos acondicionados para el caminante. El pozo perduró hasta el siglo XVIII, en cuyas fechas las necesidades de defensa obligaron a rellenarlo con escombros..
El Facho más importante de Ceuta se hallaba en lo alto del Hacho, cuyo nombre de “Facho” daría lugar al nombre de Hacho. Era una torre cilíndrica con escaleras y mástil desde el que se controlaba el tráfico marítimo de las costas marroquíes. Todos los demás Fachos en el Campo Exterior mirando hacia Marruecos.
En la zona occidental existían 4 Fachos, de los que 2 constituían la seguridad de una zona comprendida entre las Murallas del Frente de Tierra y las de “Ceuta la Vieja”; y por la zona sur hasta el monte Barbapote. El tercero, situado en Otero de Terrones, llamado “Facho de Frontera”, que era de los más bonitos de Ceuta y aun existía en 1724. A este lugar se le dominó por los españoles “Otero de Nuestra Señora de África”, que se cree que era paso obligado para quienes quisieran entrar o salir del campo ceutí, como  los marroquíes que comerciaban con los españoles. Y el cuarto, que estaba en línea con las Murallas occidentales de “Ceuta la Vieja”, en la colina de la actual Villa Jovita.
Para completar los Fachos, existía una serie de tapiales de pequeña altura, para poder cubrir “un hombre a caballo”, que los mandó construir el Gobernador ceutí Pedro Barba, para protección de las retiradas. Del Facho de Barbapote, o del sur, partía un tapial hasta el “Tope”, al que se llegaba por un camino cubierto que continuaba todavía más hacia el oeste. Y desde el “Tope”, un tapial iba hasta el final del otro camino que partía desde el pozo “Chafaris” hasta las proximidades del “Facho de Frontera”. A su vez, este Facho enlazaba con las fortificaciones de “Ceuta la Vieja” y al sur con otro  que constituía el fin de un camino cubierto que iba desde Ceuta por la costa norte, pasando próximo a Torre del Vicario, cuyo camino coincidía con la carretera Ceuta-Benzú.
En la zona sur había otra línea de tapiales de protección por delante del Facho de Barbacote. Esta primera línea estaba protegida por el aislado “Facho de Fora” que, dada su situación, en épocas de inseguridad no podía ser utilizado. Y el ”Facho de Fora” se corresponde con la colina de Sidi Embarek.
Estos Fachos se comunicaban con una torre situada en el interior de la fortificación, que se llamaba lo mismo que la campana, Torre de la Campana o Torre de Rebato, que estaba situada en la “Torre de la Mora” donde, según la leyenda, en 1415 una mora arrojó una piedra desde lo alto y mató al caballero portugués, Vasco Ataide, llamada por ello “Torre de la Mora”; leyenda ha perdurado gracias a una inscripción de 1574 encontrada en dicha Torre, que por eso lleva ese nombre. La torre fue derribada y la inscripción y la piedra entregada al Ayuntamiento, de donde parece ser que desaparecieron.

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