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Los españoles que en 1944 liberaron París

El pasado 24 de agosto se conmemoró el 70 Aniversario de la liberación de París. Ese día la 2ª División blindada, mandada por el general francés Philippe Leclerc, formada por 16.000 hombres, recuperó la capital parisina arrojando de ella a los alemanes en el curso de la II Guerra Mundial. En esa División, formando parte del Regimiento de Marcha del Chad, estaba integrada la 9ª Compañía de de unos 124 voluntarios españoles,

apodados los “cosacos”, todos ex combatientes republicanos españoles de la Guerra Civil, de los que en toda la División había unos 2.000. La Compañía estaba mandada por el capitán francés Raymond Dronne. Y como segundo jefe llevaba al teniente del Ejército francés (español de origen), Amado Granell, que mandaba 3 carros ligeros y unos 20 blindados half-tracks, con nombres de batallas españolas de la Guerra Civil como Madrid, Guernica, Guadalajara, Brunete, Belchite, Ebro, Teruel y otros como Don Quijote y España cañí. El capitán Dronne recibió órdenes de situarse a las afueras de París,  sin llegar a entrar. Pero el mando hizo la siguiente proclama: "Parisinos: la insurrección del pueblo de París ha obtenido sus primeras victorias. Más que nunca, todos al combate. ¡Derribad los árboles, excavad fosos antitanques, levantad barricadas!". La población, en cuanto se percató de la proximidad de las tropas francesas,  comenzó a amotinarse, con huelgas, boicots y barricadas. Los alemanes empezaron a derrumbarse, y entonces Leclerc llamó por teléfono al capitán Dronne y le dijo: “¡Dronne! ,¿qué diablos está usted haciendo ahí?”. Le contestó: “Mi general, estoy siguiendo órdenes de replegarme”. Leclerc respondió: “No, Dronne, diríjase a París y entre en la ciudad. No deje que nada lo detenga. Tome la ruta que quiera y diga a los parisinos y a los miembros de la Resistencia que mañana por la mañana estará con ellos la División al completo”.
El general De Gaulle, jefe de la Resistencia, había ordenado antes a Leclerc diciéndole que fuera una Unidad francesa la que entrara primero en París adelantándose a los norteamericanos. Pero Leclerc confiaba más en la 9ª Unidad de españoles, porque la mayoría eran militares con experiencia de la guerra española, y siempre se habían distinguido por luchar con mucho valor y acometividad. Y el general francés les ordenó: “La 9ª Compañía de voluntarios extranjeros deben ser los primeros en liberar París. Debéis ser vosotros, porque sé que no retrocederéis y que tendréis en alta estima el honor de las fuerzas francesas”. En el avance con sus blindados, cantando la canción de la “cucaracha” llegaron hasta el centro por la calle Rivoli sin apenas encontrar resistencia, encabezados por el teniente Granell y demás españoles, hasta alcanzar l’Hotel le Ville donde estaba el Ayuntamiento y el mando alemán. La Sección de Granell llegó la primera y fue recibido como un héroe entre vítores, aclamaciones, aplausos, flores, besos, cantos a la Marsellesa, bengalas y disparos al aire. La radio lo presentó como el primer militar “francés” que entró en París, a lo que él replicó en castellano: “Señor, soy español”. Entonces, se  ordenó a los medios que silenciaran a los españoles e informaran que los libertadores de París habían sido franceses. El diario Libèration de París publicaba el 25-08-1944 el siguiente titular: “Le capitane Bronne, de la división Leclerc, sur son char Romilly est le primer français que arriba á l`Hotel de Ville”. Ya he dicho algunas veces que las batllas que los españoles ganamos en el combate las perdemos luego en los medios cuando nos olvidamos de narrarlas nosotros mismos.
Pero, ¿quiénes eran el teniente Amado Granell y el soldado extremeño Antonio Gutiérez?. Granell fue un militar valeroso que al final, como tantas veces suele ocurrir, murió olvidado por su patria y por sus propios paisanos. Ni en España, ni en su misma población natal, Burriana (Alicante) apenas se le conoce y ni siquiera se le ha tributado todavía el homenaje que por su heroicidad y en justicia creo se merece. Incluso cuando falleció, sabedora Francia de que nadie se hacía cargo del féretro, fue el Consulado francés el que costeó todos los gastos de entierro y una placa. Los norteamericanos, que también conocían su valor, lo quisieron integrar en su Ejército, pero él se negó. Y el hecho de que se le haya silenciado en España se debió a haber militado en el bando republicano en la Guerra Civil española. Y uno piensa que las ideologías y la orientación política de los individuos, sean las que fueren y aunque sean equivocadas, nunca deben restar méritos a las personas que los tienen, siempre que hayan defendido sus convicciones por una noble causa, en la creencia de que con ello prestaban un servicio a España o cumplían con los dictados de su conciencia, y siempre también que las creencias de cada uno no sean la causa de conductas delictivas manchadas de sangre; porque cualquier forma de pensar o de sentir, como producto del humano entendimiento que son, debe ser respetable y respetada, como es dado comportarse entre personas cultas, civilizadas y de talante tolerante y democrático. Y hay en Granel algo muy digno de valorar: Y es que renunció a su próspera carrera militar francesa y norteamericana sólo porque debía abandonar la nacionalidad española, que jamás quiso perder. Y, en cuanto al soldado extremeño Antonio Gutiérrez, él fue el más arrojado. El mando alemán de París lo ostentaba el general Von Choltiz, quien sorprendido ante la irrupción y la acometividad de la 9ª ante su sede, no le quedaba más remedio que rendirse, pero puso como condición que fuera ante un oficial aliado. Antonio Gutiérrez le apuntó con su arma y le dijo que él era sólo un soldado español, pero que o se rendía o le disparaba. El General alemán se quitó el reloj de su muñeca, se lo regaló al extremeño y ante él se rindió.
Por lo demás, Amado Granell Mesado, nació en Burriana el 5-11-1898. Hijo de un importador de madera, se alistó en la Legión Española con 21 años. Participó en el desastre de Annual, donde alcanzó el grado de sargento, aunque debió retornar al hogar familiar cuando el barco de su padre se hundió durante una travesía. Después se casó con Aurora, con la que tuvo una hija, y ambos regentaron una tienda de motocicletas en Orihuela, hasta el estallido de la Guerra Civil Española de 1936. Se alistó en el Comité de Enlace Antifascista y en septiembre de 1936 se incorporó voluntario al Ejército republicano, siendo destinado al Batallón de Hierro, que defendía Castellón. En 1937, por su experiencia en la Legión, fue ascendido a Mayor, habiendo mandado el Regimiento Motorizado de Ametralladoras, compuesto de 1.200 hombres; participó en la defensa de Madrid y mandó la 49 Brigada Mixta del Ejército Popular; pero en 1939 las tropas de Franco ya habían ganado la guerra y el Gobierno de Negrín dimitió. El 19 de marzo, junto con unas 2.700 personas entre civiles y combatientes, tuvo que embarcar en el puerto de Alicante en el buque mercante “Stanbrook”, que les trasladó a Orán, en la Argelia francesa. En Túnez luchó contra las tropas de Romel. Tras una estancia en campos de concentración, Granell y otros ex-combatientes fueron liberados por tropas de EE.UU. Unos 7.000 soldados españoles de estos republicanos se alistaron en la Legión Extranjera Francesa. Enrolados en el Regimiento de Marcha del Chad, e integrados en la 2.ª División Blindada, mandada por el general Philippe Leclerc había unos 2.000 españoles. Esta División fue trasladada a Inglaterra donde, tras un período de entrenamiento, debía pasar a Francia después del Desembarco de Normandía. El 1-8-1944, la 9.ª Compañía de españoles, en la que estaba encuadrado Granell, desembarcó en la playa Utah.
El Regimiento se Encontró a las puertas de París el 21 de agosto. Entonces, el general Leclerc, como cuestión de honor, ordenó el día 24 al capitán Raymond Dronne que fuera su 9.ª Compañía la que, sin esperar órdenes del mando aliado, entrase primero en la ciudad anticipándose a las fuerzas estadounidenses. Así, a las 21´22 horas, dos secciones de la 9.ª Compañía, una encabezada por Dronne y la otra por Amado Granell, compuestas por 124 hombres y 22 tanques, entraron en la capital francesa llegando hasta el Ayuntamiento. Allí Granell se reunió con el líder de la resistencia, Georges Bidault que ya se había instalado. Tras la liberación de París, la 9ª fue trasladada al frente alemán, donde participó activamente en la toma del Nido del Águila, el refugio vacacional de Adolf Hitler en los Alpes Bávaros. De los 144 hombres que componían la 9.ª Compañía cuando desembarcó en Normandía, únicamente 16 sobrevivieron a la guerra y 96 de sus fallecidos eran excombatientes republicanos españoles. De Granell dijo su capitán francés, Raymond Dronne: “Siempre iba en cabeza de sus hombres, con desprecio total del peligro, arrastró su unidad al asalto de Bandevillers y, a pesar de las pérdidas severas, consiguió desalojar a un enemigo tenaz y muy superior en efectivos, conquistando brillantemente la posición”.
 Granell fue condecorado con la máxima distinción francesa: la Legión de Honor, que le impuso el general Lecler, y el 25-08-1944 la 9ª , por orden De Gaulle, encabezó el desfile de la victoria en los Campos Elíseos. Por la gran relevancia alcanzada en Francia, actuó como intermediario entre monárquicos y republicanos españoles en un plan de EE.UU. y Gran Bretaña que intentaba situar a D. Juan de Borbón como rey de España. Con tal propósito, y en representación de Largo Caballero, Granell se reunió en Lisboa el 4-04-1946 con José María Gil Robles. La operación fracasó tras el acuerdo alcanzado entre Don Juan y el general Franco, que pactaron que el hijo Juan Carlos sería el futuro rey. Tras este fracaso, que minó todas las esperanzas de Granell de cambiar el régimen de Franco, abandonó por completo la vida política. En 1950, abrió un restaurante en París, que fue punto de encuentro de los republicanos españoles. Regresó clandestinamente a España en 1952, residiendo en Santander, Valencia y Alicante. Falleció en un accidente de tráfico cerca de la localidad valenciana de Sueca, el 12-05-1972, cuando se dirigía al consulado de Francia en Valencia para gestionar el cobro de un subsidio. Ni conocí a Amado Granel ni a Antonio Gutiérrez, ni tuve con ellos ninguna otra vinculación que mi condición de extremeño como el segundo. Pero vaya para ambos y su memoria mi reconocimiento y admiración por su heroicidad y por haber acreditado su amor a España, renunciando el primero a los ascensos militares ofrecidos por Francia y los EE.UU., con tal de seguir siendo español, cuando tanto él como su familia tan mal lo estaban pasando.

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