Al menos Aróstegui, apoyando las manifestaciones de parados, ha conseguido algo: que la Policía Local haga uso del sonómetro para hacer las mediciones del ruido. Tiene guasa que durante meses no se han podido llevar a cabo porque los dos con que cuenta el Cuerpo estaban fuera de servicio. Pero ha tenido que venir don José con una resolución para, seis meses después, poner orden en la plaza para que la Policía busque y encuentre otro sonómetro con el que hacer valer la ley. Resulta irónico, aunque en el fondo es insultante, que las administraciones actúen a golpe de tortas. Aróstegui lleva camino de ser apodado ‘el santo’ porque provoca más dolores de cabeza que las cuentas de la Ciudad y consigue, indirectamente, que se haga valer la ley.
Ahora, espero no equivocarme, se podrán hacer las mediciones oportunas atendiendo las múltiples quejas que, en materia de ruido, se producen en la ciudad. Porque, digan lo que digan nuestros mandases, Ceuta atesora como uno de sus mayores privilegios el ser una de las ciudades más ruidosas del país. ¿Saben qué hay detrás de todo esto? Familias con vidas destrozadas por el ruido. Sí como lo están leyendo: familias marcadas por el estrés, por los nervios, que han visto cómo su futuro se ha truncado porque el ruido, a su lado, se ha convertido en el monstruo de todos los días. No pueden dormir, no pueden hacer vida normal... y al final termina en casos de baja médica, en mujeres que han llegado a perder 20 kilos por el estrés del ruido, en chicas que estaban dando el pecho a sus hijos y han tenido que dejar de hacerlo por los nervios generados por el efecto del ruido...
En todos estos casos el sonómetro de la Policía Local no estaba, ni la Ciudad se ponía nerviosa buscando a la desesperada una solución, ni la Delegación del Gobierno dictaba una resolución para que no se superara la barrera permitida... Menos mal que ha venido Juan Luis y sus parados para hacer que se cumplan las normas. Ya les digo, en este pueblo se aprende a base de tortas.