Sucede todos los años. Nos empecinamos en meter en una jornada todos los actos reivindicativos que, por la dictadura del calendario, deben tenerse presentes ese día. Si el calendario los sitúa en fin de semana, entonces variamos la ‘celebración/reivindicación’ a nuestro antojo. Sucedió ayer con los actos enmarcados en el Día Internacional para la Erradicación de la Violencia de Género. Es el 25 de noviembre, pero se visibilizó un 23 porque conviene. No lo hizo solo la propia Ciudad, sino que le siguieron otras instituciones incluso con mayor antelación, erigiéndose en actos que más parecen ser una competición que una forma de arreglar la fractura social que provoca que estas situaciones sigan produciéndose, que sigan asesinando a mujeres y que siga considerándose normal determinados comportamientos entre los adolescentes. ¿Se han parado a escuchar el contenido de las canciones que escuchan los chicos y chicas de 12 a 14 años?, ¿creen que esta carrera de actos, de entrega de premios, de mensajes, de paros, de plenos, de fotos... todas en 24 horas, vendrán a frenar lo que las nuevas generaciones están normalizando en su entorno? Nos llevamos las manos a la cabeza cuando se nos ofrecen las estadísticas y nos cuentan que cada vez más chicas jóvenes sufren de violencia por parte de su pareja. Violencia materializada en tratamientos despectivos, insultos, acoso, intento de dominio... ¿Han escuchado la visión que se da de la mujer en esas canciones, por llamarlas de alguna manera, que constantemente comparten los adolescentes? Llamar puta a una chica por como viste o por las parejas que tenga se transforma en un estribillo permanente que termina normalizándose entre quienes todavía son niños, que crecerán cosificando a la mujer, visualizando una manera de tratar a los demás que rompe con los mínimos valores de respeto. Pero vamos, aquí lo importante debe ser organizar actos de manera compulsiva, adelantarlos para salir en la foto y que no joda el fin de semana, colocarse lazos morados y hacer un paro ante los medios. Mientras siguen matando mujeres, siguen fallando los medios y mientras quienes serán las próximas féminas se críen en una adolescencia que las machaca, las sexualiza y las posiciona en el rol que nadie se merece, seguiremos alimentando un monstruo que no puede ni debe destruirnos como sociedad. Así, poco a poco, seguimos fracasando.