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Los corsarios de Salé (I)

En la ciudad de Salé se organizó una nueva forma de lucha contra la cristiandad en el siglo XVII que releva en cierta forma la guerra de Al-Ayachi, que trata la de los corsarios, que por su forma de actuar y sus intenciones debemos conocer su verdadero sentido histórico, que significó para Marruecos la apertura marítima de una actividad interrumpida después de dos siglos de decadencia, así como la superioridad naval de los reinos cristianos del siglo XVII, que le permitieron establecer un plan estratégico consistente en la prohibición a los países magrebíes el acceso al mar.
Marruecos no podía sostener indefinidamente tal situación con su existencia amenazadas, siendo en aquella época cuando se origino el resurgir de este país, tomando conciencia de las tentativas de dominación extranjera, siendo desde entonces su lucha contra los imperios europeos con el nacimiento de la dinastía Saadi, que analizaron las acciones bélicas del Al-Ayachi vemos cuáles fueron los resultados positivos que originaron
Los saudís, el mar y su Jihad, en este caso Guerra Santa Marítima, los historiadores europeos la designaron con el vocablo corso, siendo estas luchas con atención y análisis particulares en un contexto histórico, separado de todo perjuicio e interpretaciones tendenciosas o erróneas.
La batalla de los Tres Reyes o Wad el Makhazen, celebrada en las cercanías de Laroche (4-8-1578), permitió a Marruecos romper el cerco que tenia y así poder desarrollar sus relaciones comerciales con el exterior, pero par ello le hacia falta tener una marina adecuada que le asegurara el transporte de mercancías entre Marruecos y Europa, y desde 1549 fue cuando se empezó a la construcción de una marina adecuada reinando el sultán merinita Abou el Hanes (1331-1349), mandado hacer por dos astilleros a Mohamed Ech Cheikb, uno en Bades, en el Rif, y otro en Salé, siendo este último el mas importante, ya que en él fueron construidos numerosos buques. El motivo que movió al Sultán Saadí, fue ayudar a los musulmanes españoles que en aquella época todavía eran muy numerosos y el desalojar de ciudad/plaza fuerte a los portugueses que ocupaban en la costa atlántica, poniendo en acción a la fuerza naval recién creada.
Estas flotas conocieron sus mejores tiempos con Abdallah y Abdelmalek Ahmed el Mansur, que ocasionó una era de entendimientos y paz con España y los turcos argelinos. Por otra parte, los países europeos enfrentados en luchas continentales habían descuidado sus flotas, por lo que por este motivo, hizo entonces que naciera el Corso en el siglo XVII y resurgieron los mismos problemas que ya existían con anterioridad, por un lado la ofensiva española par conquistar nuevos territorios costeros y de otra parte la reacción marroquí dirigida por Al-Ayachi con pocos resultados positivos pero al menos animo el espíritu de la Jihad con su lucha nacional.
En estos tiempos, fue cuando nació el Corso en Salé, y se piensa que fueron los moriscos españoles expulsando recientemente de España en gran parte animados por la fe y deseos de revancha contra la cristiandad hispana, culpable de sus desgracias. La posición geográfica en la desembocadura de un río, no muy distante del Estrecho de Gibraltar, ofrecía una base apropiada para que los corsarios pudieran fácilmente atacar las naves que navegaban también hacia la ruta del Nuevo Mundo, porque el itinerario a seguir era por toda la costa Atlántica hasta Mauritania para después orientarse hacia las Antillas.
Constituidas en pequeñas repúblicas las ciudades ribereñas de Rabat y Salé, no tardaron en rivalizar en sus expediciones, principalmente en las grandes expediciones que llegaron a alcanzar incluso las comarcas distantes de Irlanda y Terranova.
Las circunstancias económicas internacionales caracterizadas primordialmente por el progreso de la negación. La explotación del Nuevo Mundo (América), el mercantilismo y la búsqueda de metales preciosos, daban lugar a un trafico grandísimo a lo largo de las costas marroquíes, paso obligado de tránsito que daban lugar a un fácil ataque en las razas corsaria, lo que así explica su rentabilidad, calculándose que el beneficio del corso en un año aportaba a Salé mas que un año entero de ganancias que todo el resto del reino marroquí en la época.
La flota constaba de unas sesenta embarcaciones, pero la cifra más corrientes oscilaba entre una treintena o cuarenta naves. Los barcos utilizados eran de diversas formas y procedencias, compuesta por Tartanas, Jabeques, Galeotes, Fragatas o Carabelas. Todas ellas se distinguían por su velocidad y capacidad ofensiva, ligereza y maniobrabilidad, que eran las características esenciales de estos buques corsarios de Salé. Las embarcaciones utilizadas eran compradas en el extranjero o construidas en sus astilleros locales de Salé. Y otras eran capturadas como botín durante las acciones en el mar. Los astilleros navales funcionaban activamente en la desembocadura del Bouregreg, contribuyendo al equipamiento de la  flota, aprovisionándolas con maderas de buena calidad del gran bosque cercano de la Mamora.
Las tripulaciones de estos navíos corsarios se caracterizan por su diversidad de tripulantes, en donde habían europeos capturados o renegados entre ellos, incluso había conversos, siendo los moriscos los que en mayor número figuraban venidos de diversas regiones españolas entre los 1609 a 1614, que eran los que se reunían para formar colonias de musulmanes españoles en diversas ciudades marroquíes. También hay que reseñar que también los había naturales de Salé y su región. Unos de los principales armadores de esta flota corsaria eran los llamados Hornaceros, los cuales procedían de Hornacho que es un pueblo situado a unos 50 kilómetros de Mérida y entre ellos se encontraban los moriscos más ricos que se instalaron en la Kasba de Rabat, que en la actualidad es llamada Kasbah de los Oudayas que constituyen los elementos mas dominantes de la ciudad, la cual era administrada como una pequeña república que gozaba de una gran independencia respecto al poder central.
Los corsarios de Salé atacaban principalmente a las naves españolas, portuguesas e inglesas, lo que produjo una respuesta española con la ocupación de la Mamora en 1614 que provocó la reacción de Al-Ayachi. Posteriormente los corsarios encontraron aliados en los Países Bajos, ya que en el transcurso de la guerra de los Treinta Años (1618-1648) les ayudaron en su lucha contra España y al mismo tiempo animándolos también a atacar a los ingleses, que eran sus rivales comerciales, y a partir de la mitad del siglo XVIII, los corsarios prosiguieron sus andanzas, pero en esa fecha ya no era una actividad libre, sino supeditada al control estatal donde las Haciendas percibían gran parte de los beneficios conseguidos.
El capitán corsario más conocidos por sus acciones era Mourad Raís, célebre por sus asaltos a las islas Canarias. El Kaid Mortal, que realizó dos audaces expediciones a Irlanda en los años 1627 y 1931, Abdellah Ibn Sicha, que de tener un nombre y título memorable, se distinguió como Embajador del sultán Moulay Ismail ante Luis XIV de Francia, además también había otros renombrados como Alí Al-Hakam, Fennich, Roussay, Maiza y Mohamed el Tadj Kadi. Sus navíos zarpaban tomando los vientos en las buenas estaciones, patrullando en línea de dos a tres navíos por la costas, llegando incluso a Inglaterra, lanzándose al abordaje sorpresivamente cuando estaban seguros , y una vez que sus asaltos terminaban, se volvían a Salé, su lugar principal de su base de origen.
Las presas efectuadas en el curso de estas expediciones fueron las que constituían un gran botín de mercancías diversas, además de cautivos, siendo estos últimos vendidos en subastas o devueltos previo pago por su rescate. De esta suerte, unas 250 personas fueron capturadas en 1636 en un solo día en la ciudad de Plymouch, según un testimonio de aquella época, y más de mil barcos fueron abordados entre 1620 a 1630, y cuando a las mercancías, fueron vendidas en la misma Europa por la cuarta parte su valor, finalmente este corso disfrutaba con mas ventaja que todos los contrabandistas europeos.
En aquella época, Salé era la cuarta ciudad corsaria después de Argel, Túnez y Trípoli, teniendo en cuenta los mas renombrados marinos de aquellos tiempos. A través del siglo XVIII, el corso llego a ser una actividad marítima importante y una vez terminada la crisis dinastiílla que siguió a la muerte de Moulay Ismael en 1787, hay un renacimiento en el reinado del Sultan Mohamed Ibn Abdel-lah que adquirió gran popularidad en la opinión publica, de suerte que los representantes públicos intervenían ante el sultán para ayudar a reanimar al corso, no considerándolo como una acción pirata, sino como una forma de guerra santa. En época de Mohamed Ibn Abdel-Lah se contaban con unos capitanes con sus respectivas naves, todas ellas debidamente artillada y pertrechadas con unos efectivos de cuatro mil marineros. Entre estos capitanes se pueden  citar por famosos a Sala Mohamed Larbi Mestary, Alí Pérez Omar, Trabelsi, Sabounya, Ahmed Alcour y otros muchos más.

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