Los ceutíes han buscado un hueco en el trajín del siglo XXI para adentrarse en la época medieval. Ayer era el último día del mercado del medievo, que ha estado instalado desde el viernes en el recinto de las Murallas Reales, y la gente quería más. “Queremos que sea más de una vez al año, dos veces, para que no se nos haga tan larga la espera”, decía una mujer agarrada a un plato de crepes. “Es como si te convirtieras en una niña pequeña de nuevo”, admitía María con los ojos escalando puestos arremolinada en un rincón.
El mercado se cerró ayer a la medianoche, pero antes, sobre las diez, era imposible dar cuatro pasos seguidos. Había que pararse para no tropezar. Gente en el puesto de los crepes, en el de los dulces artesanos, en la quesería.
“¿Quieres saber el signifcado de tu nombre?”. El letrero invitaba a entrar. Pasadas las cortinas, varios libros. Isabel descubrió ayer que su nombre venía de una persona bondadosa, que ama a Dios, explicaba entre risas. La joven compró la hoja. Porque en eso coincidían ayer muchos vendedores. La gente en Ceuta viene, ve y compra.
Josefa, más de cincuenta años viviendo en Ceuta, no atendía ayer a las preguntas. “Yo que sé hija si el año pasado había más gente”, soltaba. La mujer sólo tenía ojos para el bizcocho de coco. “Vine el viernes, los compré, y ya he venido por lo menos cinco veces para comprarle a mis nietos, ¿quieres uno? Deberías comprarlo”. Nada, no había forma de moverla del puesto, ni de que hiciera un balance.
La gastronomía actual, la de hace años, la de aquí y de otros países, acampaba a yer en el recinto. Barbacoas con chorizos y carne. Productos de artesanía y decoración. Y un cabezudo corriendo en zancos por el recinto. y gaitas sonando. Las actuaciones también concentraban ayer público. La gente aplaudía la cita. “Raro es el que no ha venido”.
Precios rebajados a última hora
Anoche empezaba a correrse el rumor. Decía un grupo de ancianas que a poco de finalizar el Mercado Medieval instalado este fin de semana en el recinto de las Murallas Reales, los comerciantes suelen hacer algunas “rebajitas”. El mensaje parece que caló en Dolores, que aseguraba estar dispuesta a esperar hasta que echara el cierre.
En una de las queserías del mercado sí que lo anunciaban. “Rebajas de última hora”, cantaba el vendedor con mucha guasa. Decía que las ventas habían ido bien. “No nos podemos quejar”. El balance, “está bien”. Había que insistirle. “Ah, ¿el balance con respecto al año anterior? Yo diría que casi igual, la gente ha respondido bien”.
Actividades
La bestia gigante
Las Murallas Reales y todos los visitantes del Mercado Medieval pudieron comprobar ayer cómo un gigante, mitad humano, mitad cabra, correteaba al son de tambores y aplausos. Las cosas del medievo.
Artesanía y jabones
Entre los puestos de este evento, una veintena de ellos estaba dedicado a la venta de jabones y artesanía que abarcaban todas las épocas y cultura.
Especias anti estrés
Para combatir el estrés, la retención de líquidos, la ansiedad y la depresión. El Mercado Medieval también vendía productos para aliviar cuerpo y mente.
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