Los cambios que necesitamos

España necesita más de 400.000 millones de euros para salir de la crisis, sin duda, el BCE prestará ese dinero, lo pagarán los países ricos de la zona euro, el coste será la intervención fiscal del país una especie de Gobierno de España dirigido por tecnócratas, la cura de adelgazamiento de la Administracion Pública (Comunidades Autónomas incluidas). Nuestro país se encuentra al borde del precipicio desde hace meses, la liquidez de los bancos se mantiene debido a las inyecciones pero son insuficientes. Lo grave es que muchos se han enriquecido en esta situación, entre otros, los bancos, y la crisis del ladrillo no es más que la nueva concentración de los inmuebles en manos de unos pocos. Valen menos, pero han cambiado de propietarios.
Todo no ha hecho más que empezar, durará años (¿más de una década?), se creará empleo pero los salarios caerán a menos de la mitad, la condición de mil eurista se convertirá en un sueño, pues nos encaminamos a una bajada terrible de salariosa a marchas forzadas, lo que significa que el nivel de vida bajará, probablemente, a menos de la mitad, mejor que los chinos, pero a la altura griega. No es que toque apretarse el cinturón, sino que comer pollo va a ser un lujo y nuestros hogares volverán a oler a potaje de verduras. Volveremos al transporte público, a la ausencia de vacaciones, tendremos que decir adiós a las pagas extras, que se reducirán en número y en cantidad, si hay suerte, sobre todo para los que tengan trabajo. Los salarios caerán muchísimo y el Gobierno, también caerá. Volverán los socialistas quizás antes de que termine la legislatura o bien de la mano de un Gobierno de concentración con el añadido de CiU y, probablemente también el PNV, porque de no ser así la espiral centrífuga del Estado se acentuará fatalmente. De modo que debemos exigir que el Gobierno acabe con esta crónica anunciada, o lo lamentaremos cuando sea demasiado tarde, y, para ello, tendremos que salir a la calle los ciudadanos, de forma organizada y pacífica, exigiendo que las estructuras orgánicas del Estado cambien para que la situación a la que hemos llegado por la pésima gestión de las élites políticas no se repita.
La política debe ser devuelta a sus legítimos actores, es decir, a los ciudadanos, y para ello habrá que exigir una reforma integral de la Ley Electoral y del régimen de los partidos políticos, además de su financiación, para acabar con el fenómeno de parasitismo en que se han convertido. Habrá que exigir algo esencial para una sociedad democrática y el Estado de Derecho, a saber, que la clásica división de poderes sea un hecho sin ambages, para terminar con la tutela política y la contaminación de intereses del Poder Judicial, así como descontaminar al Tribunal Constitucional de intereses espurios para proteger a la Constitución y a la ciudadanía. Todas estas importantes reformas, y otras quizás de menor calado, pero no por eso superficiales, tendrán que abordarse con la participación activa y consciente de la ciudadanía como sujeto político de primer orden y la iniciativa legislativa popular puede ser una herramienta de primer orden para que la voz plural de la sociedad civil sea escuchada de forma clara y nítida. Ha llegado el momento de ponernos al frente de nuestro país y no permitir que las élites políticas y económicas lo secuestren de nuevo para someterlo a sus intereses.