Particularmente temo la llegada de las elecciones. Se acerca ese periodo en el que los políticos se esmeran en pararse contigo por la calle, en vender lo que, según ellos, han hecho por Ceuta, en ofrecer sus particulares balances de lo que sea, siempre, claro está, que tengan el positivo por delante. Nos cruzamos con más barrenderos de lo normal y las patrullas de la Policía están por todas partes y hasta te ponen cara de buenos amigos. Toca vender imagen, porque de eso viven los políticos. Y toca, claro está, aguantar ese tipo de comparecencias en donde se dice todo lo bueno que se ha realizado. Es la época en la que el ciudadano importa y por tanto hay que vender programa, planes, visitas, acciones... Es una carrera de locos en la que no todos valemos lo mismo. A la clase política le interesa el ciudadano de determinada barriada. El voto del Príncipe vale su peso en oro, allí sólo se deciden tres o cuatro escaños, por eso se avecinan épocas de visitas, de presentaciones de super planes, de ambiciosos proyectos para una zona en la que se nota el abandono. Tras el Príncipe seguirán otras, según el interés electoral. ¿Qué hay que vender? Seguridad -porque con la que ha caído en los últimos años...- y mucha inversión, o lo que es lo mismo, mucho ladrillo y mucha obra. Es ahora cuando se decide el futuro inmediato y, por tanto, el pan de un volumen importante de personas. Y es que de la política viven demasiados: los peces gordos, las juventudes que apuntan maneras, y los repartos de quienes directa o indirectamente están metidos en el saco.
No se extrañe de los comportamientos con los que usted pueda toparse en los próximos meses. Vienen en el sueldo de quienes quieren repetir porque han probado ya la sopa boba y les asusta volver a la triste realidad de buscarse las habichuelas. El pasado sábado en un conocido programa televisado una moderadora se preguntaba eso de ¿es un chollo ser político? No hace falta más que mirar alrededor y comprobar cómo hay quien se pega tortas por repetir en las listas aunque sea de secretario del secretario de quien le lleva la cartera al consejero.