Colaboraciones

Los auténticos catalanes y Ceuta

Casi siempre que escribo sobre Cataluña lo hago para denunciar públicamente la impresentable actitud de los secesionistas, que por fuerza quieren separarse de España sin que el Derecho Internacional exista el derecho de secesión, ni lo haya aplicado ningún país democrático; y el derecho de autodeterminación sólo rigiera para las antiguas colonias. Sin embargo, aclaro que nunca he tenido nada contra Cataluña ni los catalanes, sino todo lo contrario, les admiro por ser, en general, gente activa, trabajadora y de espíritu emprendedor. En el pasado hubo catalanes que prestaron excelentes servicios a España, y también militares catalanes que lucharon con uñas y dientes defendiendo a Ceuta y a su Patria española.

Para mí, son éstos los auténticos catalanes, entre los que incluyo: A los nacidos en Cataluña que también se sienten españoles. A los miles y miles de abnegados trabajadores de otras regiones españolas, muchos de ellos paisanos míos extremeños, que emigraron a tierras catalanas en busca de un porvenir que en su propia tierra no pudieron encontrar. Y también incluyo entre éstos, a muchos ceutíes que en Cataluña les sigue hoy palpitando su corazón “caballa” al impulso de sus recuerdos y nostalgias hacía su Ceuta del alma, en su ausencia acariciada en los Centros y Asociaciones de Hijos de Ceuta. Todos son dignos trabajadores allí residentes, hoy con sus hijos y nietos, que fueron el factor principal del “milagro económico” catalán, a los que ahora despectivamente llaman “charnegos” y quieren hacerlos extranjeros en su propia tierra.

Pero entre esos buenos catalanes y españoles, no puedo incluir a esos otros que quieren romper España y Cataluña viviendo a costa de los demás, del cuento, la mentira y el engaño, jactándose de “no ser españoles”, rebelándose con golpes de estado contra su propio Estado español, a las bravas, de forma burda y chabacana, inventándose falsos mitos, historias, soberanías, naciones y patrias que jamás tuvieron ni existieron, saltándose tan antidemocráticamente la Constitución, su Estatuto autonómico, las leyes, los Tribunales de Justicia, las sentencias e instituciones del Estado, hundiendo a aquella Cataluña próspera y rica, hoy por ellos arruinada, y sólo salvada de la quiebra por España, devorando todo el dinero que ésta les da.

A estos últimos, claro que los considero sectarios, partidistas, insolidario y racistas. Pongo como ejemplo lo publicado el 19-12-2012 en “La lengua de los bestias” por el actual presidente de la Generalidad, Joaquín (no Quim) Torras, cuando con tan poca educación y vergüenza, escribió: “Ahora miras a tu país y vuelves a ver hablar a las bestias. Pero son de otro tipo, carroñeros, víboras, hienas. Bestias con forma humana, sin embargo, que destilan odio. Un odio perturbado, nauseabundo, como de dentadura postiza con moho, contra todo lo que representa la lengua. Están aquí, entre nosotros. Les repugna cualquier expresión de catalanidad. Es una fobia enfermiza. Hay algo freudiano en estas bestias. O un pequeño bache en su cadena de ADN. ¡Pobres individuos!. Viven en un país del que lo desconocen todo: su cultura, sus tradiciones, su historia. Se pasean impermeables a cualquier evento que represente el hecho catalán. Les crea urticaria. Les rebota todo lo que no sea español y en castellano. Tienen nombre y apellidos las bestias. Todos conocemos alguna. Abundan las bestias (…). Pobres bestias, no pueden hacer más…”.

Parece increíble que quien tan groseramente vertió con su viperina pluma tal sarta de insultos, ofensas, exabruptos e improperios, pueda ser hoy presidente de Cataluña, con ese lenguaje propio de los bajos fondos marginales, Joaquín Torras denota así pobreza mental y destila odio racista contra España y todo lo español, descalificándose torpemente él solo, presentando su fiel imagen de catalán separatista resentido y rencoroso, al peor estilo del separatismo más radical. Con razón están ya tan desacreditado en toda Europa, poniendo en Cataluña en peligro el Estado de derecho y el proyecto europeo.

Pues uno de aquellos buenos y auténticos catalanes que al inicio refiero, fue el primer marqués de Gironella, José Plá de Agullo-Pinós, Gobernador Militar de Ceuta de año 1702 a 1704. Estaba bastante enfermo y allí falleció de muerte natural, tras la heroica gesta que hace ya años publiqué en varios artículos en El Faro sobre la tenaz defensa que hizo de Ceuta, impidiendo con ello que por Inglaterra nos fuera robada, como Gibraltar, para dominar las dos orillas del Estrecho con sus insaciables ansias de dominar y controlar todo su tráfico marítimo.

Tuve la satisfacción de que, a través de este periódico, contactara conmigo el actual marqués de Gironella, Antonio Joaquín Febrer Bertrán, último sucesor en dicho marquesado, para transmitirme su gratitud por haber escrito sobre su antepasado. Y es que, a aquel valiente y dignísimo Gobernador de Ceuta debería estarle ésta agradecida, porque sólo por su coraje y firme determinación en defenderla, jugándose la vida, Ceuta sigue siendo hoy española. Y la defendió, pese a llevar entonces 9 años sitiada por el rey marroquí Muley Ismail, que en 1694 le impuso durante 33 años el cerco más largo de la historia, proponiéndose conquistarla por la fuerza, junto con Melilla.

El historiador de Ceuta Alejandro Correa de Franca refiere que: “Fue el Marqués de Gironella de los Gobernadores más considerados y prudentes de esta plaza, adquiriendo feliz éxito en cuanto resolvía”. También León Galindo y de Vera, dice en su Historia de África, 1861: “Sufría Ceuta su perdurable sitio. Lenta y progresivamente adelantaban los sarracenos sus trincheras, hasta que el marqués de Gironella, valiente y fidelísimo (…), cayó de arrebato con 1500 infantes y 180 caballos, tomó las trincheras, deshizo el campo, instaló un cañón y dos morteros y destruyó las minas preparadas por el enemigo.

No se atemorizó Plá con la toma de Gibraltar, y se apercibió del doble sitio impuesto por ingleses y marroquíes. El 7-08-1704, sólo varios días después de que la escuadra anglo-holandesa se apoderara de Gibraltar, entró en el puerto de Ceuta un navío con pabellón británico, yendo a bordo Basset Ramos, Marqués de Cullera, que se pasó al Archiduque Carlos porque éste concedió a su madre dicho marquesado, quien conminó al Gobernador a que le entregara Ceuta, a lo que se negó con firmeza, secundado en su propósito por el Obispo Vidal Marín (…), que ofreció todos sus bienes en defensa de la ciudad”.

Y Joseph Ortíz Sanz, en su Historia de España, 1803, dice: “Para hacerse también tiranos del Estrecho y de ambos mares, los ingleses intentaron apoderarse de Ceuta; pero salió frustrado su designio. El marqués de Gironella, que tanto la había defendido de moros, la defendió también de los ingleses, sin permitirles entrar, mandando a bordo del navío al juez Juan de Guevara y Mendoza y al sargento mayor Pedro Ximénez, para que hicieran saber a Basset Ramos: “Que no reconocía otro dueño que al rey que le había entregado la plaza para defenderla, y por ella moriría primero entre sus ruinas, antes que dejarla en otras manos, ni que se viese enarbolada por otra bandera, y que no se le volviese a hacer tal proposición, porque no la oiría y en tal caso ejecutaría su resolución…”. El cerco anglo-holandés por mar a Ceuta se impuso el 7-08-1704, y se levantó el día 12 siguiente, ante la contundencia española. Aquél fue un gran servicio prestado por el catalán Gironella a Ceuta y a España.

Y otro valiente general catalán nacido en Reus, Juan Prim, héroe de Los Castillejos, localidad próxima a Ceuta, en la Guerra de África de 1859, al mando de tropas españolas en Marruecos, primero, ganó la batalla de Los Castillejos y, después, la de Tetuán bajo el mando del general Leopoldo O`Donnell. Una partida marroquí de la kabila de Ányera, cercana a Ceuta, atacó a unos operarios civiles españoles que estaban trabajando, ultrajando nuestros símbolos nacionales (lo mismo que tantas veces hacen ahora los separatistas catalanes con los símbolos de España). O´Donnel exigió al rey marroquí, Muley Ahmed, que castigara ejemplarmente a sus súbditos atacantes de españoles indefensos. Pero la satisfacción pedida fue desatendida con arrogancia. España declaró la guerra a Marruecos, enviando un ejército de 36.000 hombres que desembarcó en Ceuta.

Y parecerá hoy algo increíble que pudiera darse, pero uno de los hechos más destacados que en aquella guerra se dio fue la heroica actuación de Prim y un batallón de 466 catalanes, que voluntariamente llegaron a Ceuta para defender a España, presentándose en el campo de batalla a jugarse la vida. El cronista de aquella guerra, Pedro Antonio de Alarcón, comenzaba recogiéndolo así en una de sus crónicas desde Ceuta: “Son las cinco de la tarde y vengo de presenciar una escena arrebatadora. Las compañías de voluntarios catalanes (…) acaban de desembarcar (…) con fusil y bayoneta. Su jefe es un comandante llamado Victoriano Sugrañés. Tres cruces de San Fernando adornan su pecho”.

Aquellos reclutas catalanes, llegaron tan enardecidos a defender a España, su Patria, que unánimemente pidieron que se les concediera el honor de combatir en vanguardia. Y tal era su firme decisión, que el general Prim pidió que sus paisanos combatieran en su Cuerpo de Ejército. Al día siguiente, entraron en combate. Prim les arengó, diciéndoles: “Acabáis de ingresar en un ejército bravo y aguerrido: el Ejército de África, cuyo renombre llena ya el universo (…). Mañana mismo marcharéis con ellos sobre Tetuán. ¡Catalanes: vuestra responsabilidad es inmensa; estos bravos que os rodean (…) son los vencedores de veinte combates (…). Es mejor morir en combate que sobrevivir tras una deshonrosa retirada (…)!”.

La mañana siguiente desmantelaron un campamento que los rifeños tenían instalado próximo a Tetuán defendido por 36.000 marroquíes. Se dio la señal de ataquer a los casi 25.000 españoles. El Tercer Cuerpo de Ejército era también mandado por otro gran catalán y español, el general Antonio Ros de Olano. El Segundo, mandado por Prim con los voluntarios catalanes en vanguardia. Al mando de todo el Ejército iba O`Donnell. En principio la batalla resultó muy dura, pero cuando los nuestros pusieron fuera de combate los cañones de los rifeños, nuestros batallones avanzaron cargando a la bayoneta. Más de 15.000 españoles iniciaron el asedio bajo el intenso fuego de las tropas marroquíes.

El general Prim avanzó de frente. Los voluntarios catalanes marchaban en primera línea. En su ímpetu, llegaron a unos 15 metros de los parapetos marroquíes, hundiéndose en una zanja pantanosa disimulada con hierbas y ramas. Los marroquíes los remataban. Cayeron muchos y quedaron totalmente desconcertados. Prim se percató y, al galope con su caballo y sable en mano, se dirigió hacia la zanja en la que estaban muriendo sus paisanos. Al hacer su aparición, los voluntarios catalanes recuperaron el ímpetu y, bajo sus órdenes, pasaron por encima de sus compañeros caídos continuando el asalto a bayoneta sobre el ya cercano campamento. El general Prim accedió a través de la tronera de una batería al interior del campamento marroquí, donde causó estragos con su espada.

Los soldados españoles cayeron en masa sobre los asustados defensores marroquíes. Al ver que sus hombres estaban cayendo a cientos bajo las armas hispanas, el comandante musulmán, Muley- Ahmed, tocó a retirada. En sólo unos segundos el frente marroquí se desmoronó emprendiendo una frenética huida hasta los muros de Tetuán. A primera hora de la tarde, Muley-Ahmed, pálido como la muerte, entró en Tetuán al galope gritando “¡Todo está perdido!. ¡Tetuán es de los cristianos!”.

Pues, retrocediendo imaginariamente en el tiempo, me parece estar viendo al héroe Prim, tan valiente, tan español y tan orgullosísimo de sus valientes paisanos catalanes, que tan decididos fueron voluntarios a verter su sangre y morir en África en defensa de España, su Patria. Pero también me imagino ver hoy a Prim, si pudiera levantara la cabeza, con aquella figura de valiente soldado español, que casi seguro se volvería a morir cuando se enterara de la traición del reciente golpe de estado de los catalanes separatistas contra España, después de haber dado él con aquellos bravos y auténticos catalanes tanto renombre, dignidad y gloria a Cataluña, luchando por España. ¿Cómo pueden ahora traicionar su propia sangre?.

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